Cortinas de humo
DENVER, Colorado, 7 de enero de 2014 (Quadratín).- Importantes figuras de corte progresista en México y los Estados Unidos han acudido a una vieja entrevista realizada en 1991 al economista Milton Friedman, refundador del liberalismo de mercado y ganador del premio nobel de economía, para fundamentar el apoyo a la legalización se la marihuana.
Sin embargo, el debate ha eludido tres cuestiones: 1.- ¿Debe priorizarse la dinámica de mercado en productos que dañan la salud? 2.- ¿Buscaba Friedman defender el mercado y cuestionar el papel vital del Estado en materia de protección de la salud de la sociedad? 3.- Friedman habló de que la legalización sí podría llevar a un aumento en el consumo de la droga.
El problema de tomar a Friedman a pie juntillas radica en la elaboración de un modelo de análisis que pudiera aplicarse –factor oferta-demanda– para legalizar otros delitos: prostitución, pederastia, poligamia, consumo de alcohol, uso de armas, partiendo del criterio humano –que no de mercado– de que las personas viven para romper la ley y las reglas, no para cumplirlas.
La discusión sobre legalización de las drogas se ha basado en la forma de enfrentar la violencia criminal asociada al comercio ilícito, sin pensar en el daño que produce la marihuana en la salud.
En México hay algunos médicos –como el ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente– que promueven la legalización del consumo, violando las versiones clásica y actual del Juramento de Hipócrates respecto a atender al enfermo en términos de salud y vida y no de mercado, y economistas progresistas –como Jorge G. Castañeda– apoyándose en el neoliberalismo de mercado de Friedman.
El problema en los EE.UU. radica en el papel pasivo de la Casa Blanca de Barack Obama, a pesar de que su oficina de política nacional de control de drogas –www.whitehouse.gov/ondcp/– tiene claro el daño a la salud causado por la marihuana y las cifras de aumento en el consumo de drogas a niveles preocupantes como el aumento de 93 mil en 1992 a 350 mil personas en el 2010 registradas para programas de tratamiento hospitalario por uso de marihuana. Mapas de SAHMSA –Substance Abuse and Mental Health Services Administration– revelaron en 2003 que en los Estados Unidos existía el riesgo de que el 40% de los estadunidenses se sumaran al consumo de marihuana. Las cifras de la ONU señalan que el 11% de los estadunidenses mayores de 12 años fuman mota.
Los estados de Colorado y Washington mostraron un más alto riesgo de aumentar el consumo de marihuana, lo que estaría detrás de la legalización del consumo en esos dos estados.
Los documentos de las Casa Blanca revelan datos contradictorios: a pesar del aumento de leyes que permiten el uso medicinal de la marihuana, oficialmente “la marihuana está clasificada como droga de Clase 1, lo que significa que tiene un alto potencial para el abuso y no es aceptado en tratamientos médicos en los EE.UU.”; más que medicina, es una droga en enfermedades dolorosas.
De hecho, la marihuana daña el cerebro, impide la razón “causando dificultades para pensar y resolver problemas”. De ahí que la legalización del consumo de marihuana sea más bien por control social que por mercado o criminalización. Al final, como lo mostró la promoción del debate sobre legalización hecho por el ex presidente Fox y algunos intelectuales, políticos y periodistas, el asunto de la marihuana es de mercado, de negocio, pero a costa de la salud de las personas. Se trata de la propuesta de Friedman de privilegiar el mercado, aunque su funcionamiento afecte el bienestar de las personas y su función política.
@carlosramirezh