Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
MÉXICO, DF. 13 de enero de 2014 (Quadratín).-La crisis de seguridad en Michoacán y Guerrero, dos zonas de importante influencia de resistencia indígena, ofrece la imagen superficial de las autodefensas pero el fondo es aún más grave: el colapso del sistema federalista de representación y la ineficacia del municipio.
Si el municipio nació como célula de la democracia, en sectores de analistas existe la certeza de que se está convirtiendo en el cáncer del desgobierno que
está contaminando a otros municipios y puede arrasar inclusive con entidades federativas completas.
De ahí que la crisis provocada por las autodefensas como cuerpos policiacos improvisados, sin reglas, sin protocolos, sin entrenamiento, con armas de alto poder sin registro, sin mecanismos de protección de derechos humanos esté llevando a la urgencia de revisar la estrategia de seguridad porque la célula de la seguridad es el municipio.
La falta de autosuficiencia del municipio, el abandono político-electoral por parte de los partidos, el descuido en la supervisión y la quiebra presupuestal han hecho inviable el municipio, tanto en zonas marginadas o pobres –como en Guerrero y Michoacán– como ricas –como en San Pedro Garza García– por la tendencia a la exclusión del federalismo.
El país va para siete años en crisis de seguridad en Michoacán y evidencias de cinco años antes de 2007 en que comenzó la ofensiva de seguridad y es la hora en que las estrategias de seguridad de gobiernos federales y de los gobiernos estatales carecen de una propuesta de reorganización política municipal y por tanto también de seguridad.
Y si los municipios están en realidad fuera de control, las entidades federativas son la suma de sus municipios.
La autorización informal del gobierno federal a la existencia de autodefensas estaría tapando un hoyo pero destapando otro; si pronto llegan a cumplir su tarea de expulsar a cárteles criminales de sus zonas, entonces se quedarán en los municipios como un poder autónomo de la autoridad municipal.
El modelo de las autodefensas viene de la teoría del Estado mínimo de Robert Nozik que se asentó en el pensamiento mexicano con la fase neoliberal iniciada en 1982 e implica la cesión de la seguridad a organismos ciudadanos autónomos.
La debilidad política del municipio e inclusive de gobiernos estatales ha llevado a los Estados a abdicar de una de sus dos funciones primordiales: la seguridad (el otro es la salud).
Lo grave es que los miembros de las autodefensas no califican para registrarse como cuerpos policiacos formales pero han sido autorizadas para asumir funciones de cuerpos regulares al margen de la autoridad municipal; y el tema lleva a otro problema grave: el voto a nivel municipal para elegir autoridades tiene como primera prioridad la seguridad y el cuerpo policiaco, pero ahora resulta que las autodefensas en realidad son las que ejercen la autoridad municipal.
El Estado federal tiene todas las facultades para combatir con las fuerzas armadas a los cárteles criminales que se han apoderado de municipios completos en base al criterio constitucional de seguridad interior porque al final de cuentas esas bandas no son gavillas de ladrones sino ya constituyen órganos de poder que han anulado a los poderes constitucionales legales.
Las autoridades federales de seguridad parecen no haber analizado a fondo el tema de las autodefensas y gobiernos estatales –como el de Guerrero por decisión y el de Michoacán por incapacidad— han preferido hacerse a un lado, reconocer a las autodefensas y permitirles operar contra cárteles.
Pero el punto central radica en que las autodefensas no son cuerpos de seguridad legales y bajo control sino meros mercenarios contratados para matar sin reglas de combate ni controles de derechos humanos.
@carlosramirezh