
¿Prohibido prohibir?
+ Campañas 2012 no prenden
+ Biden, EU, seguridad pública
México, DF. 24 de marzo del 2012 (Quadratín).- A pesar de que las elecciones ya se montaron en el escenario de optar por cambios en el modelo de desarrollo y en el sistema político, los indicios hasta ahora señalan que no existe expectativa real entre los electores: el porcentaje de votación previsto hasta ahora de 50% o menos de la lista nominal y el alto índice de indecisos revela que los electores sigue apagados frente a las elecciones.
Un dato revelador para el análisis lo daría Andrés Manuel López Obrador. Luego de haberse forjado una imagen de luchador social y de agitador de plazas, el candidato de la alianza neopopulista aparece con el rostro político lavado de su perfil original y con su propuesta amorosa. Y no sólo eso, sino que el tabasqueño de pronto depuró de su discurso y de sus propuestas las del cambio estructural de modelo.
Lo mismo ha ocurrido con el candidato del PRI-PVEM y con la candidata del PAN: en sus discursos no sólo no existe un diagnóstico de la profundidad de la crisis de desarrollo ni ofrecen por tanto propuestas para ello, sino que también han navegado en lo seguro con declaraciones que nada dicen y que por ello no se graban en el inconciente colectivo. Al final queda la impresión de que las definiciones política y de gobierno pueden hacer perder votos y que la campaña se está orientando sólo a los carismas mediáticos.
Dos temas han mostrado a los candidatos realmente sin ofertas: los Estados Unidos y la lucha contra el crimen organizado. El candidato perredista López Obrador se reunió con el vicepresidente estadunidense Joe Biden para ofrecerle la colaboración en materia de narcotráfico y el presidente del PRD, Jesús Zambrano, fue a Washington a garantizarle a la Casa Blanca que serían los mejores aliados en las estrategias de seguridad de los Estados Unidos.
Los candidatos del PRI y del PAN andan en las mismas. Hasta ahora han usado las críticas al gobierno del presiente Calderón como una forma de posicionamiento mediático, pero ninguna de sus ofertas cambia lo que se está haciendo hasta ahora. Por tanto, o los candidatos de los tres principales partidos están ocultándole a la sociedad sus verdaderos objetivos en el poder o el presidente Calderón en realidad está haciendo bien las cosas y su sucesor, de cualquier partido, seguirá el mismo camino.
Lo cierto es que las campañas no prenden, no jalan el interés político de los electores y no garantizan la asistencia de los electores a las urnas. Pero lo peor, es que las campañas revelan que los candidatos carecen de una oferta alternativa para lo que critican o el país ha dejado de tener expectativas de que las cosas pueden mejorar con ópticas de gobierno menos dependientes de los compromisos o la sociedad de plano ya comenzó a intuir que los candidatos nada ofrecen y que no vale la pena acudir a votar.
El problema es que el país llegó ya al límite de posibilidades con el viejo régimen priísta vigente y que está exigiendo nuevas formas de desarrollo para responder a las profundidades de la desigualdad social, pero los candidatos se están cuidando demasiado de no cometer errores que les puedan hacer perder los votos ya garantizados. O, peor aun, los candidatos y sus partidos ya entendieron que no habrá mucha votación y que hay que anclar con los votos garantizados antes de que se vayan a otros partidos.
Si candidatos y partidos quieren rescatar el proceso electoral, entonces deben de entrar al debate y la confrontación de proyectos. Si no, entonces con cualquiera que gane al país le irá
igual.
INSEGURIDAD, PROBLEMA SERIO
Si faltaba algún jalón de atención hacia el tema de la inseguridad y la violencia asociada, la visita del vicepresidente estadunidense Joe Biden resultó un buen recordatorio: como senador por Delaware en 1994 logró la aprobación de la Biden Crime Law que reconoció el problema de la violencia criminal en los Estados Unidos y promovió mayor control de armas y mayores castigos a los delincuentes.
En ese punto resaltó la visita del segundo en la Casa Blanca, pero lamentablemente los precandidatos mexicanos se reunieron con Biden en una especia de diálogo de sordos: cada quien con su tema. Ninguno de los tres aprovechó la visita del enviado de Barack Obama para fijar con claridad sus puntos referidos a la inseguridad.
La Ley Biden tuvo decisiones de fondo que ninguno de los tres precandidatos mexicanos supo aprovechar: la prohibición para fabricación de armas de asalto para comandos militares y sobre todo las restricciones en la concesión de licencias para tiendas que venden armas. Fueron decisiones que rompieron con el mito de la Asociación Nacional del Rifle para la venta de armas sin restricciones.
Los tres precandidatos mexicanos dejaron escapar la oportunidad de adelantar sus ideas sobre el tema de la inseguridad; el PRI y el PRD han sido críticos consistentes contra la estrategia del presidente Calderón de lucha contra el crimen organizado, pero sin ofrecer alguna alternativa.
El gobierno mexicano ha sido muy claro en dos criterios: la ley económica de que la demanda de droga determina la oferta y la práctica común de venta libre de armas en los EU porque muchas de ellas van a dar a las bandas criminales. Pero ninguno de los tres precandidatos hizo resaltar un dato revelador: la falta de decisión de los EU para combatir al crimen organizado ha facilitado el hecho de que, según informes de la oficina antidrogas de la Casa Blanca, los cárteles mexicanos controlan los mercados de consumo en alrededor de las dos mil 5000 principales ciudades de la unión americana.
El gobierno de Calderón se dio cuenta de una situación similar en México y por eso decidió lanzar la ofensiva contra los espacios territoriales de los delincuentes. La respuesta fue violenta y produjo 50 mil muertos, el 95% delincuentes. No hacerlo hubiera sido avalar el control territorial de criminales sobre espacios del Estado, justamente lo que ocurre en los EU.
Biden vino a sondear qué pensaban los precandidatos mexicanos de la inseguridad pero nadie lo sacó de dudas.
Pero el tema de la inseguridad debe ser local, al margen de las preocupaciones y beneplácitos de los Estados Unidos. Los candidatos seguramente le dijeron en privado a Biden lo que harían en caso de ganar, pero es la hora en que pocos conoces sus propuestas de gobierno. Alguno ya dijo que retiraría al ejército de las calles, pero no aclaró quién vigilaría a los peligrosos cárteles del narco que han tomado espacios territoriales de la soberanía del Estado no aclaran cómo tendrán una policía confiable.
Las campañas tendrán poco espacio para saber en realidad qué piensan los candidatos y cómo gobernarían un país con tanta presencia criminal. Los spots de campaña sólo dicen frases y los discursos buscan el aplauso de la galería. De ahí que la sociedad debe exigir a los candidatos la presentación de sus programas de seguridad pública.
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