Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
OAXACA, Oax. 10 de marzo de 2014 (Quadratín).-Aunque Cuauhtémoc Cárdenas no es un hombre de resentimientos ni de venganzas, de todos modos acepta algunas de las cosas inevitables de la vida y va a enfrentar a López Obrador en la elección de nueva dirigencia del PRD.
Desde aquella frase desdeñosa del tabasqueño de que “no me voy a pelear con la historia” al referirse que no iba a jalonearse con Cárdenas algunas candidaturas, las relaciones entre los dos líderes del neopopulismo se habían enfriado.
Ahora Cárdenas podría tomar el control del PRD para frenar la intención de López Obrador de desfondar a su ex partido jalándose a su propia organización, el Movimiento de Renovación Nacional, a perredistas que obedecen sus estrategias.
Pero algunos lopezobradoristas pensarían dos veces su salida del PRD si Cárdenas logra asumir la presidencia del partido.
La lucha no es de personalismos o de carismas sino de proyectos. A pesar de que se ha ido debilitando su propuesta democrática y de gobierno, Cárdenas estaría en ante la última oportunidad de rescatar la definición cardenista de bienestar social con el debate sobre las leyes petroleras secundarias.
De hecho, Cárdenas y López Obrador se están jaloneando la figura del general Lázaro Cárdenas, el expropiador del petróleo, y hasta existen indicios para ver quién se colgaría las medallita de deshacer la reforma energética con la consulta ciudadana.
Hacia la gama de grupos que pululan alrededor del perredismo se dio una división entre dos grupos dominantes: los cardenistas y los lopezobradoristas, aunque aprovechando el alejamiento de Cuauhtémoc del partido surgió la tribu dominante de Los Chuchos aunque cercana a Cárdenas y francamente opositora al tabasqueño.
En términos reales, el PRD y el partido-movimiento de López Obrador se van a disputar algo así como el 20 por ciento de los votos que acumula el PRD por el restante ya se acomodó a los espacios del partido.
Como se ven las cosas en la actualidad, no existirá una nueva militancia alrededor del reacomodo del grupo centro-neopopulismo-izquierda que pulula alrededor del PRD.
Como militancia perredista, la masa de votos fue en el 2012 de casi 10 millones de votos, y no todos significan militancia real, de carnet.
En todo caso, López Obrador jaló casi seis millones de votos adicionales vía la coalición con el PT, Movimiento Ciudadano y la Coalición en sí misma como candidatura conjunta.
El PRD logró una multiplicación de votos y de militancia por fuerza que tuvo para ofrecer candidaturas externas a ex priístas y ex panistas, algo por cierto que ya no operará en el corto plazo por la reforma política del año pasado.
¿Cuántos de los 10 millones de votos perredistas se podría llevar López Obrador a su partido-movimiento? En el PRD carecen de datos reales; con optimismo dicen que pocos; pero algunos perredistas más serenos consideran que sí habría un daño por la sencilla razón de que el PRD, con el partido de AMLO enfrente, ya no podría garantizar amplios lugares en candidaturas plurinominales, en tanto que el López Obrador comenzaría de cero. Y la motivación principal de los perredistas ya no es el amor al prójimo sino el cargo público.
En la lucha Cárdenas-López Obrador por la militancia perredista han quedado atrapados Los Chuchos; al comenzar a revivirse la figura de Cárdenas, la tribu dominante de Jesús Ortega no vio con malos ojos al fundador del partido, pero luego Cárdenas hizo su lista de exigencias que implicaría una merma en la capacidad de decisión y de asignación de algunas candidaturas.
La tardanza de Cárdenas en decidir si acepta o no la presidencia del PRD afecta a Los Chuchos y beneficia a López Obrador.
La guerra de posiciones al estilo Gramsci ha mermado la fuerza de la militancia perredista. Cárdenas no quiere ir a la derrota porque entonces beneficiaría a López Obrador y éste ha decidido no mover a sus seguidores en el PRD hasta no tener claras la intenciones de Cárdenas.
Los perredistas, sin embargo, han profundizado sus fracturas con la espera y la falta de directrices políticas. En este vacío político el PRD se desgrana.
Si hasta ahora en el PRD carecen de datos reales sobre el daño en la militancia que pudiera hacer López Obrador con su partido-movimiento, la principal preocupación sería el destino de la masa de votos. El PRD acostumbró mal a los perredistas con los votos condicionados programas sociales asistencialistas específicos y ahí dice más López Obrador que Cárdenas.
En todo caso, los liderazgos perredistas intermedios que han ganado posiciones delegacionales capitalinas –sobre todo– podrían cargar la balanza a un lado o a otro porque son los encargados directos de los programas sociales.
López Obrador no tomará aún ninguna iniciativa para jalar perredistas hacia su lado hasta no saber la decisión final de Cárdenas. Y el michoacano tendrá que basar su decisión primeramente en las condiciones que puso a Los Chuchos y después tendrá que tomar en cuenta si tiene la suficiente fuerza política en la militancia para enfrentar a López Obrador.
De ahí que el PRD no enfrentará su existencia como partido pero sí su posición como fuerza dominante de la coalición centro-neopopulismo-izquierda.
Y lo malo para el PRD es que no tiene a nadie más que a Cárdenas.
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@carlosramirezh