
El trasfondo del fondo en crisis de relaciones con EU
OAXACA, Oax. 12 de marzo de 2014 (Quadratín).-Antes que las presidenciales de 2018 que ya se están disputando, el destino del PRD se va a definir en la aduana de la elección legislativa federal de 2015.
Y el campo de batalla será el Distrito Federal y la pugna Cárdenas-AMLO puede hundir al PRD y a la coalición progresista en fracciones.
Las elecciones capitalistas de diputados federales y de jefes delegacionales estarán marcadas por cinco fuerzas en rumbo de colisión:
1.- Cuauhtémoc Cárdenas, si es que regresa a la presidencia del PRD sin un programa de unidad orgánica entre los grupos neopopulistas. Pese a su alejamiento de la ciudad, Cárdenas mantiene en el DF un poco de fuerza política en grupos leales que cada vez son menos.
El problema fue que Cárdenas abandonó el gobierno del DF para conseguir la candidatura presidencial del 2000 y luego se alejó de la ciudad y del partido ante la consolidación del liderazgo de López Obrador en el DF.
2.- López Obrador, cuya fuerza central para su partido-movimiento se localiza justamente en la ciudad de México. Su gobierno capitalino de cinco años construyó una red de poder de la mano de la organización de René Bejarano entre los grupos sociales beneficiarios de los programas asistencialistas.
De ahí que el tabasqueño quiera asentar el poder de su partido con diputaciones y jefaturas delegacionales propias, sin juntarlas con alguna otra fuerza. De hecho, López Obrador sí se preocupó por crear grupos delegacionales propios.
3.- Marcelo Ebrard quiere colarse como aspirante a caudillo, aunque a veces su carácter poco tolerante lo aleja de la posibilidad de un liderazgo real; pero también Ebrard trabajo muy poco la construcción de una base social militante en la ciudad de México porque le dio más importancia a la construcción de una red elitista de intereses, sobre todo con el sector empresarial beneficiario de la construcción de obra pública. A ello se agrega el hecho de que Ebrard se ha subordinado a López Obrador, por lo que sus posibilidades estarían amarradas a una alianza sucesoria al estilo priísta; primero el tabasqueño y luego Ebrard. A pesar de tener un buen nivel de aceptación en el 2012, su decisión de cederle a López Obrador la candidatura presidencial le hizo perder seguidores.
4.- Miguel Ángel Mancera emergió como un liderazgo de oportunidad en el DF; su posicionamiento como procurador no era malo pero quedó atado a los resultados. Al encogerse el candidato de Ebrard a la jefatura de gobierno, Mario Delgado, la figura de Mancera se apareció; y su no militancia perredista le dio el apoyo y el voto de sectores ajenos al perredismo.
Sólo que la función misma de jefe de gobierno ha colocado a Mancera en una buena posición de expectativas presidenciales para el 2018, aunque sin ser del PRD.
Eso sí, por tareas propias del GDF, Mancera se ha apoderado del PRD en el DF y desde ahí estaría consolidando una fuerza que mostrar en las elecciones del 2015, sobre todo con los indicios de que muchos de sus candidatos no serían perredistas sino ciudadanos.
5.- Y René Bejarano, el todopoderoso secretario particular de López Obrador en el GDF y el constructor de la militancia perredista en función de programas asistencialistas, podría convertirse en el repartidor de espacios de poder en el DF a cambio de mayores posiciones legislativas y delegacionales, ayudado por el poder político de su esposa Dolores Padierna, senadora y secretaria general del PRD.
Pragmático hasta lo máximo, Bejarano intercambiará posiciones de poder por votos y los aspirantes y jefes de grupos tendrán que negociar con él.
De ahí que el reacomodo de liderazgos en el segmento vinculado al PRD pasará por la ciudad de México, estará atada al poder de organización de bases de René Bejarano y llevará a una intensa negociación de candidaturas que cambiarían el escenario de dominación política de caudillos.
Lo malo será que ese reparto de posiciones conducirá una fragmentación de grupos y de instancias de control y por tanto a un debilitamiento del PRD. A ello se debe agregar el avance que han tenido el PAN y el PRI en algunas instancias políticas.
Ello deja una ciudad de México de grupos políticos minoritarios, una ciudad chica para muchos grupos en pugna. Con un PRD en el DF sin cohesión sólida, la candidatura presidencial de la coalición centro-progresismo-neopopulismo-izquierda carecerá de posibilidad de victoria, por muy López Obrador que sea el candidato o por muy carismático que duce ser Ebrard.
El punto de partida para evaluar el destino político del PRD será la designación del presidente nacional, saber si será Cárdenas o Carlos Navarrete, adelantar que López Obrador querrá absolutamente nada con el PRD, adivinar qué pequeño espacio tendrá Ebrard y con quien pactará, suponer que Mancera seguirá sin afiliarse al PRD antes y después de las elecciones del año próximo y saber si querrá realmente ser candidato presidencial ciudadano en el 2018.
El escenario del PRD para el corto plazo está lleno de condicionantes, ninguna buena para su futuro porque todas llevan a la fractura. El punto de ruptura es la negativa de López Obrador a cualquier alianza con el PRD; así que el sector progresista dividirá el voto para beneficio primero del PRI y luego del PAN.
@carlosramirezh