Diferencias entre un estúpido y un idiota
MÉXICO, DF, 21 de septiembre de 2014 (Quadratín).- Ciencia política, rezagada de la política (y 2). La politología se formalizó como estudio académico en 1950 con la fundación de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública de la UNAM, convertida en facultad en enero de 1968, durante la gestión de Enrique González Pedrero como director. En 1960 El Colegio de México, fundado en 1940 a partir de La Casa de España en México que concentró a los refugiados españoles que huyeron de la guerra civil de España 1936-1939, creó el Centro de Estudios Internacionales que concentró la especialidad de ciencia política. En esos dos centros de estudios especializados en politología se desarrolló el estudio de la política bajo el concepto genérico de ciencia política, aunque también con sus derivaciones en ideas, pensamiento, filosofía y otros similares y conexos.
La característica más importante de dos siglos de politología mexicana radica en su falta de autonomía teórica y su dependencia formal y directa –salvo excepciones– del desarrollo histórico del país, dando a luz la categoría más importante del pensamiento político mexicano: el pensamiento histórico o las ideas políticas determinadas por la fundación histórica de México. En este sentido el mapa de producción politológica de principios del siglo XIX con la fase autonomista del movimiento de Independencia a cuando menos mediados del siglo XX en que se fundó la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, estuvo determinado por la dependencia del proceso de construcción sistémica e institucional de México.
La primera reflexión politológica fue en torno a la soberanía del pueblo. La crisis que derrocó a la monarquía española en 1808 para imponer a José Napoleón como rey de España repercutió en México. El funcionario del ayuntamiento de la ciudad de México Francisco Primo de Verdad y Ramos desarrollo por primera vez en México la doctrina de la soberanía popular ante el arresto del rey Carlos IV y su sucesor Fernando VII en Bayona, para imponer a José Napoleón, hermano del emperador Napoleón Bonaparte, como rey de España. La soberanía que residía en los reyes debía de regresar al pueblo.
La producción politología en México podría agruparse en cinco fases históricas:
*La construcción del México independiente 1808-1855. En este periodo destaca el pensamiento histórico o a partir de la reconstrucción de México: Primo de Verdad y Ramos y la doctrina de la soberanía del pueblo, Carlos María de Bustamante, Lorenzo de Zavala y Lucas Alamán desarrollaron teorías de la fundación histórica, Fray Servando Teresa de Mier expuso en los debates del constituyente de 1824 la primera teoría mexicana del federalismo, Mariano Otero como diputado y fundador de la sociología moderna desarrolló en cuatro ensayos tesis politológicas: el método sociológico de análisis (clases sociales), la teoría de las minorías en el sistema de representación, la teoría de las constituciones y la teoría del consenso político.
*La etapa de la construcción liberal: 1855-1976, de la Revolución de Ayutla que derrocó a Antonio López de Santana y definió en su pronunciamiento ya la primera forma moderna de gobierno, pasando por los debates del constituyente de 1857; Francisco Zarco e Ignacio Ramírez El Nigromante, sobre todo, y Benito Juárez como presidente de la república fijaron una ideología del liberalismo en función de programa de gobierno. En estos años se afinaron las teorías del Estado, de la nación, de las clases sociales, del régimen político y del sistema político en su vertiente de maquinaria de poder.
*El largo ciclo porfirista se movió en dos vertientes: la de consolidación por primera vez de un sistema político y la de la teoría positivista-científica como modelo de desarrollo con Gabino Barreda, Justo Sierra y Emilio Rabasa con sus sobresalientes análisis politológicos para fundamentar el funcionamiento de la dictadura –en sus respectivos enfoques– como una fase del desarrollo nacional. En esos años se dieron también cuando menos dos ejercicios de la teoría de la democracia desde la oposición: Manuel Calero y Francisco I. Madero, éste último con un libro en el que ensayó la primera interpretación teórica de la dictadura.
*El México revolucionario 1910-2000 bajo el dominio primero de una clase revolucionaria y luego su devenir en un partido de Estado –PNR, PRM y PRI– se movió en tres pistas: la justificación revolucionaria, la crítica a los resultados insuficientes del programa de la revolución y la transición a un sistema no dominado por el pensamiento histórico. Lo vasto de la producción politológica podría resumirse en unos cuantos ensayos: los de la justificación revolucionaria –Jesús Silva Herzog–, los de la crítica desde dentro –Luis Cabrera y Daniel Cosío Villegas– los ideológicos marxistas –José Revueltas– y los liberales –Octavio Paz, Enrique Krauze y Gabriel Zaid– y los estructuralistas sistémicos –Manuel Camacho– y los reveladores de la relación simbiótica Estado-PRI –Manuel Moreno Sánchez–. El gran debate por la transición democrática ocurrió de la crisis de 1968 al colapso del sistema-régimen en 1994 y de ahí a la alternancia partidista en la presidencia de la república en el 2000.
*En este mapa politológico hay que destacar el hecho de que la producción académica de ensayos sobre la política se dio en tres etapas: 1) el debate sobre formas de gobierno 1808-2000, 2) desde el derecho y la economía 1958-1981 y 3) las propiamente politológicas 1970-a la fecha. La producción más sólida del ensayo politológico ocurrió de 1950 a 1980, coincidiendo con la ruptura de la concha de protección del sistema político priísta luego del colapso sistémico de julio-octubre de 1968 con el movimiento estudiantil. En esos treinta años las editoriales abrieron sus espacios a análisis sistémico, se editaron revistas críticas, centros de investigación de los EU enfocaron el sistema mexicano y se crearon centros de investigación política en universidades y como núcleos privados de indagación.
LOS DESAFIOS DE LA NUEVA CIENCIA POLÍTICA
El primer reto de la ciencia política mexicana debe ser el de su independencia teórica: no más atar su destino a la suerte del sistema político priísta; por tanto, definir nuevos rumbos de la crítica al sistema, a su sustento teórico y a sus referentes históricos. En Ciencias Políticas de la UNAM existe una especie de bloqueo teórico porque no se atreven a desafiar el pensamiento histórico –la Independencia, la Reforma y la Revolución– y porque sus egresados ven en el Estado su único mercado laboral.
El segundo reto se localiza en la necesidad de configurar una historia del pensamiento político mexicano, sin desvincularlo de la historia de las ideas políticas del mundo. Existe una especie de desdén hacia los esfuerzos teóricos mexicanos. Pero resulta que la interpretación de la realidad mexicana no tiene en la ciencia política internacional los referentes para explicar la política mexicana. Durante decenios, por ejemplo, los politólogos estadunidenses estudiaron a México con el instrumental cuantitativo.
Entre muchos otros temas que la ciencia política mexicana debe estudiar sobre el pensamiento político mexicano, aquí se registran tres importantes que fijaron lo que pudiera ser un esfuerzo teórico propio.
1.- Teoría del Estado en José Revueltas. En la introducción a su ensayo México: una democracia bárbara, el ensayista marxista José Revueltas planteó una caracterización del Estado mexicano: un Estado ideológico total y totalizador, no totalitario, cuya hegemonía se sustenta en el control de la totalidad de las relaciones sociales. Revueltas examinó la relación de dominio del Estado-partido como estructura corporativa.
2.- Teoría del Estado en Octavio Paz. Al criticar el funcionamiento del Estado mexicano como dominante, el ensayista y poeta Octavio Paz caracterizó al Estado mexicano como un “Ogro filantrópico”, es decir, que ejercía el autoritarismo a través de concesiones a todos los sectores.
3.- Teoría del partido del Estado en Vargas Llosa. Luego de la caída del Muro de Berlín, el escritor y ensayista Mario Vargas Llosa caracterizó al Estado mexicano como “la dictadura perfecta” porque no necesitaba ejercer la represión absoluta –sólo relativa y sobre todo quirúrgica, aún en los casos como Tlatelolco donde el control de daños ilustró el dominio autoritario– debido a que albergaba en su seno a todas las corrientes crítica, incluyendo a la rupturista. Vargas Llosa hacía énfasis en los intelectuales críticos cobijados por el Estado, pero el modelo se podía aplicar con otros sectores: empresariales, campesinos, clasemedieros, estudiantiles y hasta marxistas.
4.- La teoría de las minorías en Mariano Otero. Los dos ensayos del diputado Mariano Otero –en 1847 y 1849– delinearon una parte fundamental de la teoría contractualista constitucional mexicana, basada en su propuesta adicional de teoría sociológica. Otero propuso, ante el desorden de esos años, el “acuerdo en lo fundamental” como contrato social y político y una Constitución no como proyecto social sino como pacto entre los grupos. Y teoría de las minorías.
5.- La teoría de la justicia en Luis Cabrera. En su crítica al desvío del rumbo de los objetivos de la Revolución Mexicana, el abogado y político carrancista Luis Cabrera señaló en 1936 dos tesis fundamentales sobre los orígenes de la protesta armada que podrían haber prefigurado nuestra muy modesta contribución a la teoría de la justicia que John Rawls propuso en 1971:
–“Los problemas políticos no pueden resolverse en forma democrática pura mientras subsista nuestra desigualdad social y económica”.
–“Que no puede haber libertad política sin igualdad económica y social; pero que no puede haber bienestar económico y social sin libertades”.
La ciencia política mexicana está en crisis, pero tiene referencias históricas que debieran asumirse. Dependerá de los politólogos sacarla del hoyo o dejarla que siga hundiéndose.
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