
Zedillo, jefe político de la intelectualidad de la derecha
+ AMLO: propaganda y no denuncia
+ Como en RDA, 15-M, Occupy, Arabe
México, D.F. 16 de julio 2012 (Quadratín).- Si la esencia de sus acusaciones contra las encuestadoras fue en el sentido de que no constituyeron sondeos científicos sino propaganda, Andrés Manuel López Obrador ha organizado su denuncia contra presuntas irregularidades en la búsqueda del voto sobre un aparato de propaganda.
Por lo pronto, la entrega del expediente al Trife le dará espacio hasta septiembre en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dictamine sobre la legalidad de la elección. Sobre la base de denuncias engañosas, provocaciones a televisoras no para denunciar parcialidades sino para obligarlas a darle tiempo-aire y una escalada de protestas violentamente verbales, el tabasqueño construirá su base social para aguantar otros seis años y conseguir por tercera vez –como Cuauhtémoc Cárdenas– la candidatura presidencial en el 2018.
El modelo de protesta política de López Obrador no es nuevo; se basa en tres versiones conocidas: la de Alemania Democrática para cruzar el Muro de Berlín, la del 15-M de España para aglutinar a todos los descontentos y la de la Primavera Árabe para luchar por la democracia. En 1988, el equipo operador de Carlos Salinas tuvo el temor de que se juntaran en el zócalo más de dos millones de personas protestando contra el fraude porque en ese caso sí se hubieran que anular las elecciones.
Las diferencias de 1988 con el 2012 radican en el hecho de que hace treinta y tres años no existían institucionales electorales democráticas sino que estaban bajo control autoritario del Estado: la Comisión Federal Electoral, donde se realizó el fraude contra Cárdenas, estaba presidida por Manuel Bartlett Díaz como secretario de Gobernación, el hoy fanático lopezobradorista y senador por obra y gracia del dedazo de López Obrador. El IFE de hoy, no obstante, esta dirigido por consejeros nombrados en el Congreso y el consejero presidente llegó por decisión del
¡PRD! para compensarlo por la crisis electoral del 2006.
La estrategia de López Obrador tiene objetivos concreto1.- Un conflicto poselectoral denunciando fraude para no reconocer que perdió las elecciones presidenciales por segunda ocasión, y esta vez con casi 7 puntos y 3.4 millones de votos abajo del PRI, su ex partido.
2.- Construir una protesta callejera permanente durante cinco meses hasta entorpecer la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, como ya lo hizo en el 2006 contra Felipe Calderón. En 1989 en Alemania Democrática la protesta callejera sumó millones y destruyó el Muro; sólo que no existían elecciones libres por el control comunista. Por tanto, los alemanes votaron con los pies.
3.- Seguir los pasos del EZLN y construir un frente por la democracia que le permita aglutinar descontentos y radicales durante seis años hasta el 2018. El EZLN realizó en 1994 la babélica Convención Nacional Democrática. Pero hoy se trata de un frente popular, sin la presencia del PRD, ni la del PT, ni la de Movimiento Ciudadano, quienes sí se beneficiaron de las elecciones en las que perdió López Obrador y ganaron en el Congreso y en gobiernos locales.
4.- Los objetivos de López Obrador son las de reventar al IFE, a la presidencia de la república, al Trife, a la Fepade, al sistema de partidos, a la televisión, a la prensa escrita que lo critica, al sistema financiero y a las universidades privadas porque su movimiento es desinstitucionalizador; al no confiar en las instituciones –ya las mandó al diablo en el 2006–, entonces el único camino es el de instaurar un poder popular de ejercicio directo del poder, como en Nicaragua, Venezuela y Cuba.
5.- Toda la protesta de López Obrador se basa en la tesis de la propaganda, es decir, la repetición de un mensaje muchas veces hasta imponerlo como agenda, un modelo, por cierto, estudiado en ciencia política –aunque no en los dieciséis años que tardó en estudiar la carrera y titularse– a partir del ejemplo de Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler. Por eso el tabasqueño manipuló las tarjetas de Soriana, fijo la cifra fácil de 5 millones de votos comprados para alimentar la indignación y se dedicó más a estimular el sentimiento antipriísta de sectores que no votaron por él.
6.- Hasta ahora, el movimiento de López Obrador ha sumado a sectores radicales descontentos, con el dato adicional de que los del movimiento YoSoy132 de estudiantes de universidades privadas ya tomaron los machetes como símbolo y han amenazado con estallar la revolución. En el grupo está también el SME. Y el centro de reunión fue Atenco.
Lo malo del movimiento de insurrección nacional de López Obrador es que quiere copiar experiencias diferentes que no han dado resultados: las movilizaciones del 15-M de España y del Occupy Wall Street han fracasado porque se dieron en sistemas democráticos institucionales. España es un modelo interesantísimo de análisis: el 15-M nació contra el PP en 2011 para impedir la victoria electoral y salvar al PSOE, pero la derecha ganó con el 44.6% de votos, contra 28.7% del PSOE; y luego de un severísimo programa de ajuste con alto costo social, las encuestas señalan que el PP tiene un 37% de votos, contra la izquierda del PSOE hundida en 23.1%.
La protesta de López Obrador perdió autoridad moral al denunciar no la presunta existencia de un aparato fraudulento, sino que le quitaron la victoria con cinco millones de votos supuestamente comprados. Así, la lucha es por ponerlo a él en la presidencia, no por revelar una estructura electoral no democrática. Se trata solamente de una lucha personal por el poder. Y en lugar de votos, su estrategia es la sumar sentimientos antipriístas.
Por eso su denuncia es protesta, es propaganda, no presentación de evidencias legales. De ahí la estridencia y no las razones. De ahí también el radicalismo juvenil de jóvenes YoSoy132 de universidades privadas con machetes en las manos dispuestos a iniciar una nueva revolución.
www.grupotransicion.com.mx
[email protected]
@carlosramirezh