La posverdad judicial
+ Del 2013 al 2014
MÉXICO, DF. 12 de enero de 2014 (Quadratín).- La parte más importante de las reformas no fue, como pudiera parecer, la aprobación en un congreso dividido, sino los escenarios de los resultados. En el periodo 1978-1981, el auge petrolero llevó al PIB promedio anual a 9% y por tanto a la creación de un colchón de bienestar. Hoy no se trata de aprovechar la exportación de crudo, sino de recibir inversiones para la ampliación de la base industrial.
Las inversiones en la industria petrolera probablemente no contribuyan al efecto similar por las exportaciones, pero de todos modos es de esperarse unos 2-4 puntos porcentuales de PIB adicional. En todo caso, el gran desafío de la reforma energética radica en la posibilidad de potenciar el efecto de la inversión en el desarrollo industrial nacional por la nueva tecnología.
En todo caso, la reforma adicional que debe llegar radica en una nueva política industrial que debe ser definida y conducida por el Estado para construir una nueva plataforma de industrialización. La tarea no será fácil porque la fase de aceleramiento del tratado de comercio libre llevó a una etapa de desindustrialización que provocó la apertura comercial y por tanto la destrucción de cadenas productivas integrales que no pudieron con la competencia de productos que entraron sin aranceles.
La etapa de nueva industrialización exigirá una política de desarrollo industrial subsidiada por el Estado y sus organismos financieros de estímulo a la empresa privada, si no se quiere que la producción también sea importada y México quede sólo como man o de obra barata y bajo control. Pero también exige que los empresarios nacionales rompan con su mezquindad en inversión y asuman el reto de nuevas líneas de producción más allá de meros suministros para el Estado. Sin un sector privado que quiera competir con los extranjeros, México quedará sólo en un espacio maquilador con efectos de corto plazo y sin repercusiones en desarrollo social.
Las reformas sólo allanaron algunas barreras que tienen que ver con la inversión extranjera, pero requieren de una planta industrial nacional que por ahora no se ve por ningún lado. Durante el arranque del tratado de comercio libre los empresarios locales sólo buscaron algunos beneficios de la apertura pero no se prepararon para la competencia.
La reforma energética abrió posibilidades a nuevas inversiones, pero va a requerís de empresarios nacionales dispuestos a la competencia a nivel internacional. La nueva clase empresarial que surgió de las reformas de Salinas de Gortari sólo se benefició de la privatización pero no del impulso científico o tecnológico. Ahora el riesgo radica en que los empresarios mexicanos sean sólo intendentes de la nueva reforma energética y no gasten en investigación que les haga competir con los foráneos cuando menos en igualdad de circunstancias.
Las posibilidades de empleo de la reforma energética no radican sólo en los capitales extranjeros sino en la capacidad de innovación de los capitales nacionales. Si no existe una clase empresarial con capacidad de competencia, entonces esos empresarios quedarán como meros empleados de los extranjeros, como ocurrió con el efecto local del tratado con los EU.
En el fondo, se requerirá de un nuevo acuerdo entre Estado, empresarios y trabajadores para construir, como en el pasado, una política industrial audaz e innovadora. Los beneficios de la reforma tendrán efectos también para empresarios nacionales, pero a condición de romper con el complejo de inferioridad industrial.
LOS DESAFIOS DEL 2014
Al fracasar la politización ideológica de las reformas estructurales de 2013, el desafío de corto plazo se verá este mismo año que comienza: o el 2014 ofrece los primeros resultados de las reformas en la vida cotidiana y bienestar de los ciudadanos o las primeras quejas se convertirán en desencanto popular.
Uno de los principales compromisos gubernamentales fue el de ofrecer disminuciones en las facturas de luz y de algunos servicios derivados del petróleo como consecuencia casi inmediata de las reformas. Y ése podría ser el punto de consolidación de las reformas o su primer tropiezo, tomando en cuenta que la contrapropaganda opositora se sustentó en negar esa posibilidad.
Pero más allá del tema de las expectativas de la gente, las reformas estructurales, que completaron el ciclo de las iniciadas en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, necesitan cuando menos dos fases posteriores y muy claras:
1.- La redefinición del Estado a partir no sólo de una mayor participación privada en actividades de la economía pública, sino en función de dos objetivos: la regulación de una nueva economía mixta para evitar acumulaciones privadas agresivas de riqueza –como ocurrió con algunas paraestatales vendidas en le salinismo– y una nueva etapa de política sociales de bienestar más allá del asistencialismo o se subsidios improductivos.
2.- La redefinición del modelo de desarrollo sobre el cual el Estado aún tiene facultades constitucionales rectoras en materia de criterios productivos y de mecanismos distributivos. Salinas de Gortari privatizó una buena parte de la economía pública pero no atendió el replanteamiento del desarrollo. El proyecto de modernización del presidente Peña Nieto exige nuevos modelos productivos en la industria y en el campo, con el Estado como el factor de inducción y de regulación en la distribución de los beneficios. López Portillo incrementó la producción petrolera y logró tasas de PIB anual promedio de 8.3% en el periodo 1978-1981 y de 9.5% promedio anual en 1979-1980. Hasta antes de las reformas del 2013, el PIB promedio anual era de 2.7%. El desafío de las reformas, por tanto, es el de triplicar el PIB anual, hacerlo sostenido en el largo plazo con medidas anticrisis y volcar sobre la sociedad los beneficios del bienestar.
Los espacios de la oposición están abiertos en la definición del nuevo modelo de desarrollo que a su vez tendría que derivar en un nuevo proyecto de nación. En el pasado las reformas estructurales fueron fáciles de aplicar por el uso del discurso de la Revolución Mexicana como elemento de consenso nacional, pero Salinas de Gortari terminó con esa posibilidad cuando enterró a la Revolución Mexicana en marzo de 1992 en el aniversario del PRI y de sus cenizas sacó el modelo amorfo y confuso de “liberalismo social”.
En este contexto, las reformas del 2013 fueron apenas un paso importante en la reorganización del modelo de desarrollo pero es urgente redefinir el papel rector y regulador del Estado para evitar que el beneficio de las reformas se quede en pocos sectores. Los ingresos esperados en el sector energético por la apertura de sectores a capital privado podría ser el detonador de mayor crecimiento económico. Pero esa actividad no vendrá por sí misma sino que exige un Estado activo y enérgico.
Las tareas del 2014 son muchas pero las importantes estarán centradas en potenciar el crecimiento económico este mismo año. Si no, el desencanto social se convertirá en factor en contra de las reformas.
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