
El trasfondo del fondo en crisis de relaciones con EU
Oaxaca, Oax. 01 de agosto de 2013 (Quadratín).- La nueva estrategia del gobierno de Barack Obama contra las drogas enfatizará los temas de consumo y atención médica y le trasladará a México la tarea de seguir combatiendo a los cárteles. Eso sí, la Casa Blanca colocará en la frontera del río Bravo un muro de seguridad.
Aunque los EU ya tienen a los cárteles mexicanos hasta en la cocina de sus ciudades controlando los mercados de venta al menudeo de drogas, no habrá una lucha policiaca ni de seguridad contra las bandas a condición de que eludan la guerra violenta por las plazas en las zonas estadunidenses.
Los documentos National Southwest Border Counternarcotics Strategy para los años 2011 y 2013 –copia íntegra en www.grupotransicion.com.mx–, elaborados por la Casa Blanca, complementan la estrategia del pasado 9 de julio y señalan la decisión de los EU de meterse en la frontera mexicana, exigirle a México mayor fuerza contra los carteles que controlan las ciudades mexicanas fronterizas y aumentar la penetración vía capacitación y presencia de policías estadunidenses activos en México.
La tesis que domina los documentos fronterizos y las estrategias gubernamentales sobre drogas de Washington se basa en el criterio de que México es el culpable del cruce de las drogas hacia territorio estadunidense y nada asume de la corrupción de las autoridades fronterizas de los EU que permiten el cruce de las drogas hacia su territorio y de armas hacia México. Asimismo, tampoco reconoce el hecho de que el lavado de dinero del narcotráfico se hace en el sistema financiero estadunidense para beneficio de su economía.
La estrategia fronteriza sólo habla de asesoría estadunidense en materia de capacitación policiaca y legal y afirma contar con la aprobación y el apoyo del gobierno del presidente Peña Nieto para aumentar la asistencia estadunidense en esos renglones de preparación. La asesoría de los EU es total, abarcando inclusive al poder judicial mexicano y en la nueva redacción de los códigos penales mexicanos y en el manejo de las prisiones, aunque el documento no reconoce que las prisiones de los EU están bajo control de los cárteles y desde ahí se maneja el tráfico de drogas dentro del territorio estadunidense, de acuerdo con documentos del Departamento de Justicia. De hecho, toda la reforma judicial-penal de México será asesorada por los EU, como señala la página 67 de la Estrategia Fronteriza 2013.
También la estrategia asume la intervención estadunidense en la capacitación de nuevas policías en los tres niveles y en la instalación de academias policiacas. El documento hace énfasis en la capacitación de las policías mexicanas federales por parte de los EU con asesores especiales que serían agentes en activo, por lo que el renglón de intercambio de información adquiere otra noción.
Y por si fuera poco, la expansión de mecanismos bilaterales existentes –que se queda sólo en la aportación de los EU a México y nada de México a los EU– incluye la coordinación operacional de acciones en la frontera y en el mar bilateral, claro que siempre dentro de México y nada dentro de los EU.
Pero el consumo de drogas en los EU no ha bajado: datos de Substance Abuse & Mental Helth señalan que el 25% de jóvenes entre 12 y 17 años consume marihuana, que el 15% de los estadunidenses es adicto a la cocaína, 1.7% a la heroína y 14.3% a los inhalantes. Sólo en el 2011 1.2 millones de estadunidenses entraron a emergencias de los hospitales por abusar de drogas, una media de casi tres mil 500 personas al día. Y hay datos peores: el 64% de embarazadas que entraron a tratamiento consumieron drogas.
Lo malo es que las drogas no caen de cielo sino que las operan los cárteles y el problema de salud es consecuencia del uno/abuso por la disponibilidad de drogas.
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