La posverdad judicial
MÉXICO, DF. 2 de marzo de 2014 (Quadratín).- La presión gubernamental sobre el narcotráfico en el noreste del país con la captura de operadores del alto mando de los cárteles dejó la sensación de que se estaba a punto de capturar a Joaquín El Chapo Guzmán Loera, una leyenda urbana entre los jefes del crimen organizado en México. La propaganda oficial en México y los Estados Unidos lo quiso equiparar con Osama bin Laden, pero sólo por el afán de capturarlo y no por alguna comparación en criminalidad: bin Laden organizó el 9/11 en Nueva York y El Chapo sólo era un traficante de drogas.
El Chapo saltó a la fama internacional cuando apareció en la lista de los hombres más ricos del mundo que publica cada año la prestigiosa revista de negocios Forbes, cuyos hombres más destacados eran contabilizados por el monto a precios de mercado de la propiedad accionaria de los dueños. Pero Forbes nunca pudo acreditar la metodología aplicada en el caso de El Chapo para concluir que poseía una fortuna de mil millones de dólares, algo así como trece mil quinientos millones de pesos, similar, por así decirlo, a la acreditada por la misma Forbes, a quince de los 35 hombres más ricos de México.
A partir del análisis del escenario criminal en México, El Chapo era un narcotraficante más, jefe de una banda criminal y en lucha por territorios y mercados, además de alianzas con otros grupos criminales. De hecho, los jefes del narco fueron, todos ellos, figuras más míticas que sobresalientes, salvo, por ejemplo, el caso de Osiel Cárdenas, quien organizaba fiestas del Día del Niño y del Día de las Madres. La fama saltó por los medios y por la publicación de libros sobre algunos de ellos, buena parte por la reproducción de algunas hazañas criminales y casi siempre por la crítica de medios que contrastaban a los narcos con la incompetencia de los organismos de seguridad nacional.
Como revela la vida de todos los criminales, su existencia es corta y determinada por la capacidad de compra de lealtades. Los grandes jefes del narco en México han sido arrestados o muertos en operativos, sólo Rafael Caro Quintero chamaqueó a las autoridades judiciales, salió de la cárcel y desapareció, aunque lo más lógico es que pronto sea arrestado nuevamente porque por la edad necesita cierto espacio de tranquilidad que no le da su condición de criminal fugitivo: Miguel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca, Amado Carrillo, Osiel Cárdenas, los hermanos Beltrán Leyva, los hermanos Arellano Félix, Juan García Abrego son algunos de los capos sacados de la vida criminal por las autoridades. De la nueva generación sólo Servando Gómez La Tuta, jefe de La Familia Michoacana y luego de Los Caballeros Templarios.
Las modificaciones en el mapa estratégico del narcotráfico en México han sido producto de alianzas y rupturas entre las propias bandas criminales y la lucha por territorios para trasiego y consumo. Hasta ahora han aparecido dos grandes grupos o federaciones: de un lado, la capitaneada por El Chapo Guzmán y el Cártel de Sinaloa; y la otra producto de la alianza entre el Cártel de Juárez y Los Zetas, con los herederos de los Carrillo, los Beltrán y Los Zetas. El problema entre ellos y con cierto espacio de beneficio para el país es que las alianzas son entre criminales que sólo saben usar el lenguaje de la fuerza y que al final de cuentas no han podido comprar a todas las autoridades.
La conformación de las organizaciones criminales está determinada por la violencia, no por criterios empresariales. Por eso es que las alianzas no duran. El problema principal radica en el manejo, uso y distribución del dinero. Y está también el hecho de las lealtades se dan por compromisos de sangre, no por objetivos de mejoramiento empresarial. Asimismo, la acción gubernamental ha ido logrando operaciones que han roto redes, han decomisado armas y dinero y han reducido los espacios de comunicaciones, así como ha obligado al crimen organizado a buscar medios de contrabando muy sofisticados y por tanto caros en su viabilidad.
El Chapo Guzmán ha sido un narco audaz, instintivo, con alta capacidad de sobrevivencia, con un sexto sentido hacia el peligro. Su mente es criminal, no estratégica ni va más allá de las operaciones empresariales elementales. Le ayudó la violencia de sus actos criminales, el pago de millonadas para lealtades y el saber hacer uso del dinero para comprar funcionarios y policías. Su propia sencillez, por ejemplo, le ha permitido evitar las grandes fiestas con artistas, su núcleo de diversión es cerrado y vigilado. Su audacia lo llevó, por ejemplo, a vivir no en algún rancho alejado o en alguna casa aislada, sino en un edificio de departamentos donde parece ser más fácil extraviarse entre la gente. Las fotografías publicadas eran antiguas y en nada se parecían al rostro y la complexión actual.
El efecto en cadena que causará la captura de El Chapo debilitará a los cárteles aliados en la zona del pacífico, desde la frontera sonorense con los Estados Unidos hasta Michoacán y los linderos con Guerrero, además de prácticamente dejar la zona del Golfo hasta ahora dominada por Los Zetas. Ciertamente que como toda organización criminal, el arresto del capo mayor no provoca la desaparición del cártel sino que operará una sucesión escalafonaria. Hasta ahora, los golpes gubernamentales contra el crimen organizado no han podido desarticular en realidad a ningún cártel.
La reorganización del crimen organizado se dará casi en automático. Se puede prever que haya un aumento de la violencia en algunas zonas del país donde hay aún guerra de territorios –Tamaulipas, sobre todo– pero sin afectar la estabilidad de la plaza. Por tanto, no es previsible una reacción violenta del Cártel de Sinaloa por el arresto de El Chapo porque en realidad no conducen sino a una profundización de la acción gubernamental que daña más a los cárteles. Sí puede haber enfrentamientos por la disputa de plazas, pero sin desestabilizar entidades.
www.noticiastransicion.mx
[email protected]
@carlosramirezh