
Familia y home office, desequilibrio productivista
+ El Chapo y el mito de la complicidad
+ Ejército dañó su cártel en 2006-2012
OAXACA, Oax. 26 de febrero de 2014 (Quadratín).- Durante el sexenio pasado se corrió el rumor de que El Chapo se había arreglado con el gobierno para combatir a Los Zetas y a los cárteles de Juárez y el Golfo, haciendo el trabajo sucio del gobierno. Sin embargo, la realidad fue otra: el ejército puso en la mira a El Chapo y dañó severamente su estructura criminal.
De 2006 a 2011, el 24% de los arrestos de criminales en el país que hizo el ejército fue del cártel de Sinaloa de El Chapo, un cuarto de las casi 100 mil aprehensiones realizadas por militares. De los 22 mil 547 delincuentes de El Chapo detenidos, hubo cuatro líderes, veinte operadores financieros, veinte lugartenientes 449 sicarios, 35 funcionarios involucrados y más de 22 mil colaboradores y distribuidores al menudeo.
Las cifras oficiales de la Secretaría de la Defensa Nacional del periodo 2006-2011 ilustran el tamaño del problema del narcotráfico, la incapacidad de las autoridades políticas y de seguridad pública para combatir el flagelo y la dimensión del desafío: 93 mil 348 delincuentes detenidos de once cárteles vigentes, entre ellos 680 funcionarios comprados por el crimen organizado y 88 mil 479 colaboradores y distribuidores.
Hasta ahora los gobiernos de 1984 al 2014 –desde el asesinato de Manuel Buendía, columnista de Excelsior, cuando se disponía a publicar nombres de funcionarios y policías involucrados en el narco hasta el arresto de El Chapo– le siguen debiendo a los mexicanos una explicación de cómo fue posible que el crimen organizado no sólo operara en los linderos sociales tradicionales sino que se metiera hasta el centro del Estado y de la sociedad. En treinta años el narco pasó de anomalía a centro de poder paralelo al Estado.
En seis años, el ejército minó el poder criminal de El Chapo: arrestó a las élites Jesús Raúl Beltrán Uriarte, Alfredo Beltrán Leyva, Jesús Reynaldo Zambada García, Vicente Zambada Niebla Vicentillo, Eduardo Teodoro García Simental, José García Simental, Ignacio Nacho Coronel Villarreal y Raúl Sabori Cisneros.
En ese periodo, el Cártel del Pacífico pasó de controlas diez estados a tener influencia sólo en tres y desgastarse en una guerra contra el Cártel de los Beltrán Leyva y el Cártel de Juárez.
El daño del ejército al cártel de El Chapo desmentía en cifras cualquier tesis de complicidad. En los seis estados donde operaba El Chapo, el saldo fue impresionante: 5.3 millones de kilos de marihuana, 10 millones de pastillas sicotrópicas, 53 mil hectáreas de marihuana, 22 mil hectáreas de amapola, mil 875 pistas clandestinas de aterrizaje, 201 laboratorios, 6 mil 500 personas detenidas, 455 aeronaves, 8 mil 276 vehículos terrestres, 45 embarcaciones, 24 mil 528 armas, 95 millones de dólares y 37 millones de pesos.
Las acciones de las fuerzas armadas contra el cártel de El Chapo no tuvieron correspondencia con acciones de fondo de las autoridades de seguridad.
Ahora que se sabe que El Chapo era a veces descuidado, la tardanza en su arresto fue responsabilidad de los civiles por falta de una verdadera estrategia de persecución. Al comenzar el 2014, El Chapo andaba en fuga, no podía mantener el control de su banda criminal y su compadre Ismael El Mayo Zambada ya estaba grande –66 años hoy en día– para andar liderando una banda criminal en combate con otras y con las policías pisándole los talones.
Lo que falta por saber de El Chapo es el tamaño –horizontal y vertical– de sus complicidades con policías y funcionarios, además de los 35 arrestados por el ejército en el sexenio pasado. Y, por tanto, de los compromisos de esa red de poder que le permitió fugarse de Puente Grande –Puerta Grande– y vivir trece años en libertad. El Chapo es apenas la punta del iceberg del poder criminal vigente de México.
http://noticiastransicion.mx
@carlosramirezh