Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
MÉXICO, DF. 23 de febrero de 2014 (Quadratín).- La configuración de redes de poder de las élites política prohíja grupos, corrientes, generaciones y alianzas. En los tiempos posteriores a 1910, luego de Porfirio Díaz como cabeza de una élite existente pero no cohesionada, en México han existido pocos grupos políticos dominantes: el callismo que se sobrepuso al incipiente obregonismo, el cardenismo en la oposición sistémica que José Revueltas caracterizó como “una iglesia sin papa”, el alemanismo asentado en los negocios, el echeverrismo populista acotado por el neoliberalismo y el salinismo.
No todo presidente de la república llega al poder con el afán de perpetuarse; si acaso, su mejor intención sería la de poner a su sucesor. Pero los saldos no han sido los deseados:
*Obregón acudió a la violencia del poder para poner a Elías Calles, pero al final Elías Calles destruyó al obregonismo.
*Elías Calles impuso a Pascual Ortiz Rubio, a su interino Abelardo Rodríguez y a Cárdenas, pero Cárdenas destruyó su poder, lo echó del país y lo desactivó.
*Cárdenas quería al general Francisco J. Mújica pero la crisis política lo llevó a optar por el conservador Avila Camacho. El cardenismo sobrevivió en los márgenes de la oposición radical dentro del sistema priísta.
*Alemán quería reelegirse o poner a su primo casas Alemán pero las circunstancias le pusieron a Ruiz Cortines y éste lo arrinconó fuera del poder.
*López Mateos desde el comienzo de su gobierno dejó ver que su sucesor sería “Gustavito” y Díaz Ordaz le fue leal, quizá la única sucesión determinada por la lealtad a toda prueba.
*Díaz Ordaz decidió institucionalmente por Echeverría y éste rompió con su antecesor por la sombra de Tlatelolco; Díaz Ordaz murió odiando a Echeverría.
*Echeverría buscó al más manejable como sucesor pero López Portillo tenía un carácter fuerte y no se dejó, exilió diplomáticamente a Echeverría y destruyó a su grupo político.
*López Portillo puso a su alumno Miguel de la Madrid pero el grupo de economistas aniquiló a los últimos políticos del viejo régimen revolucionario.
*De la Madrid optó por su hijo político, Carlos Salinas, y logró una expresidencia tranquila.
*Salinas quería a Colosio pero fue asesinado como candidato, no tuvo a otro más que a Zedillo y éste persiguió a su antecesor y jefe hasta casi ponerlo en la cárcel.
*Zedillo quería de sucesor a Guillermo Ortiz o a José Angel Gurría, pero el PRI le puso candados a los estatutos y el candidato presidencial debía tener un cargo previo de elección popular. Las circunstancias le dejaron a Francisco Labastida pero no le dio apoyo y el PRI perdió.
*Vicente Fox optó primero por su esposa Marta Sahagún y luego, ante la imposibilidad, colocar a Santiago Creel, pero Felipe Calderón le ganó la candidatura panista y desplazó a Fox del poder
Calderón encaminó primero a Juan Camilo Mouriño como posible sucesor, pero su muerte prematura lo obligó a optar por Ernesto Cordero; al final, Josefina Vázquez Mota le quitó la candidatura y perdió las elecciones.
Los grandes poderes transexenales han sido, hasta ahora, tres: dos operativos –Elías Calles y Salinas– y uno moral –Cárdenas–, pero ninguno en realidad exitoso. Salinas apostaba a una continuidad de grupo de un cuarto de siglo, cuatro sexenios, pero con resultados desiguales: como equipo no controló a Zedillo y luego el PAN gobernó dos sexenios, aunque su modelo económico globalizador y de mercado ha funcionado en el largo periodo 1980-2014, casi una generación; Elías Calles apenas duró un sexenio y dos presidentes.
La viabilidad de Salinas deriva de cuando menos tres circunstancias manejables: una generación de economistas que desplazó a los políticos del PRI, una victoria de pensamiento económico y unas relaciones internacionales de poder derivadas del tratado de comercio libre. Pero una cosa es que su rumbo económico siga porque no ha habido algún grupo con una propuesta alternativa, que sus economistas en la política hayan sobrevivido y que su red de poder en los Estados Unidos siga trabajando en los negocios, y otra cosa muy diferente es que Salinas carezca de autoridad moral o política.
En el sexenio de Zedillo se operó desde Los Pinos una persecución política, mediática y callejera; ya con Fox y Calderón el poder dejó de perseguirlo pero Salinas aparecía como tocado por el temor al escarnio público; ahora con Peña Nieto tiene posibilidades de movilidad pero sabe que Peña Nieto sabe usar los espacios de poder y no permitirá sombras extrañas. Por eso es que Salinas ha preferido la exposición mediática a través de entrevistas en periódicos y eventualmente algún artículo impreso.
Como poder real, Salinas es inexistente; como polo mediático todavía dará un poco de guerra. En la reciente entrevista light en El Universal Salinas encendió las redes por su ajuste de cuentas con algunos protagonistas adversarios de 1994. Y algunos sectores de la sociedad reaccionaron a esos resortes, pero en el fondo Salinas dejó de ser interlocutor político, de proyectos y hasta de pensamiento económico y político. Inclusive, las reformas estructurales de Peña Nieto que derivan del mismo tronco que la reforma salinista no van a pasar por Salinas.
A Salinas lo persigue la sombra de su pasado; su modelo económico sigue vigente pero su validez dependerá que Salinas no aparezca al frente; por eso sus entrevistas en periódicos serán parte de la nostalgia del poder.
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