Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
+ Lecciones (vigentes) del quinazo
+ La CNTE y la rectoría del Estado
OAXACA, Oax. 13 de noviembre de 2013 (Quadratín).- Con solidaridad a Oscar Mario Beteta, víctima de cobarde agresión por el exgobernador Zeferino Torreblanca Aunque hubo hechos similares antes y después, la acción política del presidente Carlos Salinas de Gortari el 10 de enero de 1989 contra el líder del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia La Quina marcó una decisión de razón de Estado contra un poder fáctico.
El poderoso dirigente sindical había convertido el territorio sindical de la compañía petrolera mexicana en un espacio propio y desde ahí dictaba condiciones al Estado. Si bien algunas de sus banderas tenían que ver con la defensa de la industria petrolera, con recursos salariales del Estado el sindicato asumía acciones contra el Estado.
La decisión de Salinas fue la de frenar a un poder político fáctico, pero también buscó liberar espacios de acción de sus principales decisiones: la privatización de la petroquímica, la privatización del Estado y la ruptura de la alianza histórica del Estado con los trabajadores que había atado las manos estatales en materia de políticas públicas.
La Quina pudo haberse mantenido en el poder pero se negó a reconocer la rectoría del Estado; en la sucesión presidencial de 1988, el líder petrolero increpó al presidente de la república con amenazas sobre defender Pemex o caer políticamente, obstaculizó la precandidatura presidencial de Salinas metiéndose en un territorio exclusivo del presidente, apoyó la candidatura independiente de Cuauhtémoc Cárdenas y mandó mensajes de que Salinas como presidente no iba a manejar Pemex.
El quinazo como política de Estado quedó fijo en las prácticas del poder. Ese mismo año de 1989 Salinas encarceló al líder empresarial Eduardo Legorreta y expulsó del SNTE a Carlos Jonguitud para poner a Elba Esther Gordillo. Muchos años después, el presidente Calderón aplicó un quinazo a los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas que había expropiado para sí Luz y Fuerza del DF. Y este año de 2013, el gobierno de Peña Nieto encarceló a Elba Esther Gordillo.
El común denominador –la lección política– de los quinazos fue la recuperación de la rectoría del Estado sobre políticas públicas y sobre todo la autonomía relativa del Estado de intereses políticos, empresariales y sindicales de tipo fáctico –es decir: por encima del poder de gobierno– que habían acotado la acción del Estado. Esos quinazos, además, permitieron golpes de timón en definiciones del Estado.
Si se mira el panorama actual, los maestros de la CNTE son candidatos naturales a quinazos por su decisión de disputar la dirección política del Estado y tratar de quitarle al Estado la rectoría en la educación. Las secciones del SNTE en la CNTE vienen del viejo modelo priísta de la relación de interdependencia del Estado con los intereses sindicales, herencia de cuando el sindicalismo corporativo defendía al Estado.
Desde 1989 e incluyendo los dos sexenios panistas, el Estado ha reforzado su autonomía relativa de los poderes fácticos corporativos. La CNTE quiere regresar al modelo en el que el Estado se aliaba a los trabajadores vía concesiones salariales o políticas. La descorporativización del Estado ha llevado a la anulación del viejo contrato social sindical. De hecho, la CNTE busca que el Estado siga tutelando a la organización sindical; como ese Estado ya no existe, entonces la CNTE quiere expropiar para sí la definición y operación de la educación a favor de los intereses corporativos de los maestros disidentes.
La muerte de La Quina esta semana reavivó las lecciones políticas de su liquidación como parte de las redefiniciones del Estado. Y recordó que el proceso de reorganización del Estado aún no termina por la vigencia de compromisos con algunas corporaciones.
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@carlosramirezh