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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
+ Los puntos petroleros a debate
+ Y lo que no se quiere debatir
México, DF. 28 de julio de 2013 (Quadratín).- Con el apoyo del PRI, el presidente Carlos Salinas de Gortari pudo realizar cuando menos tres reformas constitucionales que cambiaron el rumbo histórico del partido en el poder: la del 27 que permitiría la privatización del ejido, la del 28 que diluyó el papel del Estado en la economía y permitió la privatización de empresas propiedad de la nación y la del 133 que llevó al reconocimiento jurídico-constitucional de la iglesia católica sin que Roma haya reconocido a su vez el valor histórico de la Constitución.
En este escenario se debe localizar la propuesta energética aún indefinida. Si bien existe el acuerdo dentro del Pacto por México de ciertos criterios novedosos y el compromiso de no reformar la Constitución, el PAN pactista se adelantó con propuestas que sí afectan la Constitución, su aliado el PRD ya dictaminó una reforma sin privatización y el PRI quedó a la espera del reacomodo de las piezas del tablero geopolítico interno sobre el petróleo. Por lo pronto, el movimiento de López Obrador prepara ya concentraciones y protestas masivas, aunque su papel en el sistema de toma de decisiones es menor a la estridencia contundente de sus pronunciamientos.
La reforma energética tiene cuando menos tres puntos sensibles:
1.- La propiedad del petróleo en el subsuelo. La decisión del presidente Cárdenas en 1938 fue histórica porque tuvo la visión del papel estratégico del petróleo. No existen y es probable que nunca existan las condiciones para permitir empresas extranjeras no tanto en la exploración y explotación sino en la propiedad del petróleo. De ahí el modelo de enfoque del petróleo que existe en ciertos niveles del priísmo: del suelo hacia abajo, todo es propiedad de la nación; del suelo hacia arriba sería posible participación privada. El PRI de hoy no es el Partido de la Revolución Mexicana de Cárdenas, pero en el priísmo existe la certeza de que el petróleo es el último de los nacionalismos prevalecientes. Salinas excluyó el petróleo del tratado de comercio libre, pero la reforma energética podría ayudar a dar el salto cualitativo como nación en desarrollo.
2.- El control de la renta petrolera en Pemex. Los productos del petróleo son uno de los principales ingresos fiscales del Estado; por tanto, se percibe como imposible que el gobierno venda Pemex, traslade la renta petrolera al sector privado y sólo se conforme con el cobro de impuestos. Pero hay otros problemas: la renta petrolera está desorganizada por la estructura de la empresa, el costo sindical con efectos mediáticos negativos y un programa de desarrollo nacional sin intenciones productivas. Hasta ahora, el PRI parece explorar sólo la posibilidad de concesionar algunos trabajos y servicios de Pemex, pero sin modificar la propiedad constitucional.
3.- La estructura administrativa de Pemex. Luego de expropiar el petróleo de las compañías extranjeras por negarse a acatar las leyes laborales mexicanas, el presidente Cárdenas tomó dos decisiones estratégicas colaterales pero fundamentales: la consolidación del sindicato nacional de la industria y la creación de la empresa Petróleos Mexicanos. Hoy Pemex es un monstruo empresarial, carece de instrumentos de control y el contratismo ha sangrado las finanzas por las prácticas corruptas generalizadas. Y el sindicato petrolero tiene una imagen pública deteriorada también por la corrupción, por el control gubernamental y por ausencia de criterios proletarios. De ahí que todo intento de reforma de Pemex deba de ir de la mano con dos propuestas básicas: la reorganización de la empresa –fracasó la división por especialidades– y una nueva relación laboral que termine con el subcontratismo, la venta de plazas y la subordinación al PRI.
4.- La tecnología. Cuando México comenzó a otorgarle más importancia al petróleo, en 1965 se creó el Instituto Nacional del Petróleo como el centro de creación de tecnología energética. Sin embargo, la dirección del Instituto ha carecido de impulso, recursos e integración con la industria petrolera. Asimismo, el Estado ha descuidado la creación de recursos humanos por la baja calidad e inscripción de las carreras profesionales que tienen que ver con el petróleo y la industria energética, además de carecer de formas de capacitación en el extranjero, sobre todo en países petroleros. El descuido en la educación petrolera ha sido correlativo al abandono en que el Estado ha mantenido la educación en general en los últimos cincuenta años y su falta de integración a los procesos productivos y a las necesidades de las empresas públicas y privadas.
5.- La geopolítica del petróleo. Por su papel estratégico el petróleo es uno de los recursos naturales que ha mantenido al mundo en guerra desde la segunda mitad del siglo XX y es el factor de inestabilidad en América Latina y el Medio Oriente; inclusive, el petróleo ha dividido más al mundo que la lucha capitalismo-socialismo que dañó al mundo de 1945 a 1989. Por la riqueza de los yacimientos petroleros, México ha sido siempre un punto de interés geopolítico, estratégico y de seguridad nacional de los EU, sobre todo a partir de la radicalización de los productores Venezuela y Ecuador y la crisis de liderazgo en la OPEP. En este sentido, México ha carecido de una política exterior petrolera que a la larga ha beneficiado más a los Estados Unidos que a México. la reorganización energética exigirá un papel más activo de México en la zona de los productores y mecanismos de defensa ante los consumidores, tomando en cuenta que los EU, por ejemplo, tienen un plan de ocupación militar de los pozos petroleros mexicanos en caso de una guerra.
En este contexto, el debate sobre la reforma energética va mucho más allá de la propiedad del petróleo; en 1938, Cárdenas tomó la decisión expropiatoria en un escenario geoestratégico previo a la segunda guerra mundial y con la amenaza de alguna alianza con los alemanes si los estadunidenses y los ingleses hubieran querido tomad represalias militares. Hoy los escenarios de tensión son igual o hasta mayores que hace setenta y cinco años, por lo que las decisiones también deberán de ser históricas para regresar el petróleo al factor estratégico de soberanía, desarrollo y proyecto nacional.
Sin embargo, partidos y movimientos se están ahogando en el corto plazo llevando a la industria petrolera a dos extremos: el no hacer nada o la privatización, cuando en medio existe una gama amplia de reformas que lleven al objetivo de convertir al petróleo en la palanca del nuevo modelo de desarrollo aún inexistente.
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