Diferencias entre un estúpido y un idiota
+ México 2000-2013: posibilidades (y 2)
8.- El país enfrentó la urgencia de un nuevo consenso nacional. El PRD con Cuauhtémoc Cárdenas equivocó el análisis estratégico de la coyuntura política: la sociedad mexicana no necesitaba el reciclamiento del modelo del PRI sino la alternancia hacia una fase superior de la organización productiva y por tanto de sus reorganizaciones políticas y sociales. El PRD se presentó como un clon del PRI. Y la propuesta del PRD y de Cárdenas, como después la del PRD, era la misma que la del PRI: regresar al Estado hegemónico. El país no quería restaurar del dominio del binomio ideología-burocracia del PRI y PRD, sino pasar a un modelo de desarrollo basado en la sociedad. La tarea fundamental del PRI y del PRD será la de contener regresos antihistóricos de conflictos que definieron la nacionalidad y el ser del mexicano, pero carecen de ofertas prácticas para impulsar el desarrollo y para promover el bienestar social. Ahí se localizan los perfiles del nuevo consenso nacional: del consenso de la Revolución Mexicana y sus significados al consenso democrático para el desarrollo social.
9.- El eje del nuevo consenso se localiza en la construcción de un acuerdo productivo social bajo la rectoría del Estado. La meta es la misma: el bienestar social. El modelo es diferente: el Estado y su burocracia en el PRI y el PRD y la sociedad como modelo alternativo que aún el PAN no termina de definir porque depende estructuralmente de los sectores corporativos del PRI ahora heredados por el PRD. A diferencia del vicio estatista del PRI y del PRD, el PAN podría ser la única fuerza a nivel nacional con capacidad para avanzar hacia la siguiente fase del desarrollo: una economía productiva dinámica impulsada por el mercado, pero con la rectoría del Estado para garantizar las conquistas históricas soberanas y para impulsar la distribución y redistribución de la riqueza y general el bienestar social.
10.- El país enfrenta el desafío de un nuevo modelo de desarrollo. Las reformas parciales conocidas –fiscal, electoral, energética y laboral– son una parte del todo. La equivocación del gobierno panista ha sido la de empujar reformas secundarias sin definir la gran reforma nacional del desarrollo. Aún si saliera, por ejemplo, la reforma eléctrica, sus alcances serán menores a la hora en que se conozca el nuevo modelo de desarrollo. El nuevo modelo de desarrollo debe ser productivo y distributivo y fijar una nueva correlación de fuerzas sociales que garantice la democratización. Las reformas impulsadas por el gobierno de Calderón en sus primeros dieciocho meses no modificaron la correlación de fuerzas productivas, sociales y políticas para generar nuevos equilibrios sino que fortalecieron la correlación que existía en el régimen priísta. Por tanto, las reformas estructurales no deben agotarse en el logro de un poco de mayor margen de maniobra para las finanzas públicas, sino que debieran aspirar a fijar los parámetros de un nuevo equilibrio de fuerzas sociales y por tanto políticas.
11.- De ahí que el PAN y la sociedad también tengan la tarea fundamental de construir una nueva ideología política que sustituya a la del PRI ahora revalidada por el PRD. No se trataría de una ideología conservadora sino de un nuevo pensamiento histórico. La ideología priísta se sustentaba en el Estado y en su función política de promover el bienestar de las clases no propietarias, todo en nombre de la Revolución Mexicana. Lo malo fue que el PRI pervirtió el significado histórico del movimiento social de 1910 y lo convirtió en una coartada. Lo mismo pasó con la Reforma. Ahora el nuevo pensamiento histórico debe revalidar los hechos y conquistas del pasado como una lucha titánica por la soberanía nacional pero con base en la idea-fuerza del presente histórico de México: la democracia. La democracia sería el reconocimiento a la mayoría de edad histórica de los ciudadanos, a partir del hecho de que la gran victoria conceptual de la cultura ideológica del PRI fue el dominio de las conquistas contra el invasor: soberanía, bienestar e independencia. La democracia como método tiene todas las posibilidades para ir decantando el modelo de desarrollo con bienestar social y sin hegemonía de monopolios políticos, económicas o sociales.
12.- Por tanto, las reformas estructurales parciales debieran de reencarrilarse en la reforma central que requiere el país: la del modelo de desarrollo que defina el equilibrio productivo y las funciones de la rectoría del Estado para garantiza el bienestar social y de ahí redefinir las relaciones políticas y sociales. La reforma fiscal no replanteó el papel del Estado, la reforma electoral regresó al modelo de la partidocracia y la reforma energética terminará en un reacomodo presupuestal. Las tres juntas no definen un modelo de desarrollo ni rediseñan las metas de bienestar social. El PRI pasó del bienestar social (López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría) a la atención de los mínimos de bienestar (López Portillo) y terminó tratando de definir programas asistencialistas sólo para los más pobres. El modelo de desarrollo original del PRI buscó y logró un modelo de ascenso social basado en el ingreso, la educación y el empleo productivo. Hoy ese modelo se sustenta en la pérdida de poder adquisitivo del salario como estrategia estabilizadora, el avance de la educación privada y el seguro de desempleo.
13.- Los escenarios de la reforma del modelo de desarrollo no son muchos. O el regreso al capitalismo monopolista, proteccionista y paternalista de Estado que promueven el PRI y el PRD y que no parece ajeno al PAN en el poder o el modelo de desarrollo democrático con bienestar social. El primer modelo es el ya conocido de la Revolución Mexicana, aunque con un Estado cansado por la corrupción, dominante por la represión e insuficiente en la atención a la pobreza. El mejor modelo de desarrollo económico es el sustentado en la democracia. El papel del Estado seguirá siendo fundamental, pero no sustitutivo de la empresa privada. Es más: las tareas rectoras del Estado en el modelo de desarrollo democrático con bienestar social serían mayores cualitativamente hablando a las que tendría con el Estado intervencionista actual. De la necesidad de darle prioridad al modelo de desarrollo y a partir de ahí asignarle tareas al Estado.
14.- El consenso de la Revolución Mexicana fue producto de una guerra civil, de la derrota de los sectores conservadores y de la victoria de los líderes revolucionarios radicales. El consenso se fijó en un elemento crucial del pacto social mexicano: la Constitución. Pero los consensos también se pueden diseñar a partir de acuerdos, pactos o entendimientos. Ahí está, como ejemplo casi paradigmático, el acuerdo español de los Pactos de la Moncloa que rediseñaron el modelo de desarrollo con las aportaciones de todas las fuerzas sociales y políticas –desde los monárquicos hasta el Partido Comunista de España– y que sirvió para la gran modernización de la economía española. O los acuerdos de las Comisiones Tripartitas en México. O los Pactos económicos de De la Madrid y Salinas. O, finalmente, los acuerdos plurales en el congreso.
15.- El consenso de la Revolución Mexicana ya se agotó. El país requiere de un nuevo consenso para un modelo de desarrollo democrático con bienestar social. Pero el debate no será fácil. Hay un dominio cultural ideológico que encasilla en izquierda todo lo que sea a favor del Estado y la nación y en derecha todo lo contrario. Ahí se localiza la dificultad para definir el nuevo pensamiento económico mexicano. La tarea no será fácil: uno de los principales obstáculos en la construcción de un nuevo pensamiento es el peso específico del anterior. Y no es nuevo. Lo descubrió en 1972 el economista Leopoldo Solís y lo consignó en su libro Controversias sobre el crecimiento y la distribución: “nadie quiere ser calificado de no nacionalista cuando ello implica ser reaccionario”. La tradición cultural del pensamiento político mexicano que delineó el PRI es un lastre para la modernización mexicana. Inclusive, el concepto de democracia es visto con suspicacia por el pensamiento político priísta mexicano porque la democracia le entregaría espacios de poder al conservadurismo. De ahí que la alternancia tenga que cubrir cuando menos tres escenarios: la política de producción, el pensamiento económico y la redefinición del Estado.
@carlosramirezh