Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
OAXACA, Oax. 3 de octubre de 2013 (Quadratín).-Rumbo a la fecha simbólica del medio siglo, el movimiento estudiantil del 68 se extravió en el fracaso de sus dirigentes y herederos para cambiar el rumbo del país.
La marcha de celebración de este año ya no pudo llegar al mítico zócalo del DF que fue una de sus conquistas porque la policía tuvo que resguardar la zona ante las amenazas de violencia irracional.
Lo de menos son los simbolismos. En la realidad y a 45 años de distancia, la generación del 68 –dirigentes, políticos, estudiantes, sociedad, conquistas-
– perdió el rumbo: no ayudó a construir la democracia, la derrota presidencial del PRI la realizó el PAN, la izquierda no pudo evitar el regreso del PRI a la presidencia, el PRD gobierna el DF pero usó a los granaderos y convocó a los comerciantes a cerrar sus puertas por vandalismo político.
La generación del 68 se hizo burócrata, abandonó la protesta y prefirió el conformismo.
No fue sólo en México: en la Francia del mayo del 68 la izquierda aplastó al movimiento estudiantil, en los EU de las protestas violentas gobernó la ultraderecha con George W. Bush y la ola democratizadora del 68 en el campo soviético abandonó el socialismo y optó por el capitalismo.
En una referencia al concepto de tiempo-eje del filósofo alemán Karl Jaspers, Octavio Paz –en su indispensable Posdata– definió el año de 1968 como un “año axial”. Jaspers había creado esa teoría como el tiempo-eje en el que coincidían voluntades y crisis de cambio para las grandes transformaciones; en su libro Origen y meta de la historia, Jaspers registró una de las grandes épocas de transformaciones: entre los años 800 y 200 a.C. Paz pareció ver en el 68 la confluencia de reorganización social, revolución en las ideas y ruptura revolucionaria.
Los cambios provocados por el 68 fueron decisiones tomadas más por las élites que reformas de la generación del 68 que pasó de las aulas al sistema de toma de decisiones: el PRI –contra quien se había enderezado el movimiento como una forma de avanzar hacia la izquierda, señala Salvador Hernández en su libro El PRI y el movimiento estudiantil de 1968– definió y condujo los cambios que llevaron a la alternancia y luego a la recuperación del poder.
La imagen del 68 ayer 2 de octubre fue patética: los granaderos vituperados en 1968 tuvieron que mantener el orden y proteger a la ciudadanía, el zócalo fue cerrado a los sesentayocheros, los maestros radicales de la CNTE volvieron a la violencia urbana para proteger los privilegios otorgados por el PRI en el pasado, el anarquismo violento dominó las protestas y el país vive la protesta no en la participación o construcción de opciones sino en marchas y plantones sólo para la protesta.
La derrota a posteriori de la generación del 68 también se ha percibido a un PRD como la única opción de izquierda pero controlado por ex priístas y colaboracionistas.
El espíritu del 68 logró impulsar reformas democratizadoras, pero realizadas por priístas y panistas, el establishment anti estudiantil de hace casi medio siglo. La dirigencia del 68 se dividió entre el priísmo, el salinismo, el Grupo (A)Nexos y el lopezobradorismo ex priísta y sólo neopopulista al estilo PRI.
El 68 fue un movimiento sin herencia aunque con el legado de la conquista de las calles, con una izquierda sin socialismo que se ha estado ahogando en las
protestas callejeras y no ha querido –¿podido?– la conquista de posiciones ni los cambios institucionales.
La peor imagen de la generación del 68 es ver al PRD aliado al PRI y al PAN en el Pacto por México pero sin ofrecer un proyecto propio de propuesta de alternativa si no socialista, cuando menos progresista.
Recuento: hoy suman treinta y cuatro días escolares sin clases por el paro de la CNTE.
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@carlosramirezh