
México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
+ Obama: el alto precio del poder
+ Guantanamo: promesa incumplida
WASHINGTON, D.C.11 de noviembre de 2012 (Quadratín).- Las elecciones presidenciales del martes pasado mostraron el alto costo del poder. A pesar de los chispazos de sentimentalismo de las últimas horas electorales y del discurso de la victoria, el resultado final se redujo a de estrategias de poder. El presidente Barack Obama ya no fue la estrella del proceso y su victoria quedó acotada por la baja votación respecto al 2008 y la consolidación de los republicanos en el poder legislativo.
En la parte final de la campaña Obama se percató que su aureola de 2008 estaba apagada. Las cifras finales del 2012 revelaron una pérdida de votos políticos y un aumento de los votos de compromiso; sólo que lo reducido de la ventaja y la composición del Congreso dejaron a Obama en una condición de estrechez de movimiento.
De ahí que los primeros análisis perciban a un Obama en condición de pato cojo, una forma de caracterizar el último año de los presidentes en su segundo mandato, cuando su poder se pierde porque ya no hay una tercera relección. Es la época en que los presidentes quedan de rehenes del congreso y se dedican sólo a administrar su salida.
Obama podría tener un segundo periodo, todos los cuatro años, en condiciones de pato cojo: sus compromisos con los votantes sociales necesitan de financiamiento presupuestal que tendrá que pasar por el Congreso estadunidense en poder de los republicanos; las crisis necesita de decisión es de austeridad que dañará a los grupos sociales más pobres; y la ventaja electoral sobre los republicanos se redujo de 7.2 puntos porcentuales en el 2008 a apenas 1.9 puntos en el 2012 y en votos electorales Obama registró una perdida de 20%.
Obama ejerció su primera presidencia con exceso de confianza, sin negociar espacios, imponiéndose sobre el Congreso. A ello se agregó una muy mala política anticrisis porque aumentó el déficit presupuestal a 10%, el desempleo llegó a ser de 10% y la deuda pública pasó de 10 trillones a 16.4 trillones de dólares. A pesar de la victoria, este tiradero económico obligará a Obama a un arranque de segundo periodo de gobierno alejado de la expectativa de los sectores sociales populares –étnicos y marginados– que le dieron los votos de la victoria a la espera de mayor empleo.
Como en la campaña del 2008, en la del 2012 Obama hizo pactos con el diablo para ganar las elecciones. Y si en su primer periodo el efecto negativo se convirtió en una severa crisis de expectativas, ahora las cosas serán peores porque ya no podrá echarle la culpa a George W. Bush y porque hizo compromisos muy caros con los sectores pobres pero en una fase de austeridad gubernamental obligada por la borrachera de gasto de su primera administración.
El primer mandato de Obama estaba determinado por la reorganización general del capitalismo en crisis; sin embargo, la gestión de la Casa Blanca se dedicó a tratar de empujar su agenda social pero en una fase de deterioro presupuestal. Más que decisiones de poder, Obama estaba obligado a diseñar una verdadera transición del sistema político de dominación imperial interna y externa a un sistema de equilibrios más democráticos.
El segundo mandato estará acotado por la crisis económica aún sin solución, el sobrecalentamiento presupuestal por el exceso de gasto y el aumento del dominio republicano en el Congreso, tres efectos de la falta de gobernabilidad de Obama en su primer periodo. De ahí que la reelección pudo haberle salido muy cara a Obama y a los demócratas.
RECUERDOS DEL 2008
Hace cuatro años, en la primera presidencia de Obama, uno de sus principales compromisos fue cerrar la prisión de Guantanamo, en Cuba, donde estaban encerrados presuntos terroristas. Pero también Guantanamo fue un caso del uso de la tortura –violación grave a los derechos humanos– para obtener información. Cuatro años después, Obama ya nada dice de Guantanamo y la prisión sigue funcionando.
A continuación se reproduce un parte de Indicador Político de hace cuatro años sobre uno de los principales compromisos incumplidos de Obama:
En lo que se considera como la primera severa crisis de expectativas, el presidente Barack Obama decidió no castigar las torturas realizadas por la CIA a prisioneros sospechosos de terrorismo. Con ello, Obama validó la vigencia de la ley patriota de George Bush que viola derechos humanos contra sospechosos de terrorismo.
Con esa decisión, Obama quitó valor político y social al cierre de la prisión anti terrorista en Guantánamo, Cuba. Una de las principales críticas a Bush por el endurecimiento legal después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 fue precisamente la autorización para el uso de la tortura en interrogatorios. Guantánamo y Abu Ghraib fueron desacreditados no por ser prisiones para albergar sospechosos de terrorismo, sino por la aplicación de torturas a presuntos terroristas.
La decisión del presidente Obama puso punto final a la presión social para castigar el uso de la tortura dentro de las posibilidades de la ley patriótica. Bush y sus asesores de la línea dura, sobre todo el vicepresidente Dick Cheney, autorizaron técnicas de tortura que en el pasado los EU habían aconsejado a países del tercer mundo para combatir la insurgencia. Y no se trataba sólo de la tortura sicológica, sino de tortura que lastimaba el cuerpo de los detenidos.
Por ejemplo, la principal tortura que se aplicó a sospechosos de servir a terroristas fue la de la asfixia en dos variantes: con bolsas de plástico sobre la cabeza de los detenidos o sumergiéndoles en vasijas de agua. En México esta técnica se conoció como la del submarino seco y del submarino mojado. Para terror de las buenas conciencias estadunidenses, funcionarios de la CIA y del Departamento de Justicia aplicaron torturas agresivas contra prisioneros.
La argumentación del gobierno de Obama causó más efecto negativo que la aceptación de la tortura. El fiscal Eric Holder, amigo personal de Obama y primer afroamericano en ejercer el cargo de secretario de Justicia, dijo que sería injusto procesar a los entregados hombres y mujeres que trabajaban para proteger a América por una conducta que fue autorizada por el Departamento de Justicia (de Bush). Y una declaración de la Casa Blanca fue también de humor negro: es hora de reflexionar y no castigar.
www.grupotransición.com
[email protected]
@carlosramirezh