Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax. 30 de enero de 2014 (Quadratín).-El presidente Enrique Peña Nieto se debió de haber quedado con el ojo cuadrado antier martes: ver al socialismo cubano de regreso al capitalismo individualista por el fracaso del Estado y escuchar al presidente Barack Obama estableciendo el populismo y aumentando 40 por ciento el salario.
Y, de paso, pudo percibir dos formas de autoritarismo: el represivo de la Cuba socialista con cárceles llenas de presos políticos y falta de libertades para decir y el personalista de Obama de que va a decidir “con o sin” el Congreso rompiendo la tradición republicana y constitucional del equilibrio de poderes.
Lo más destacado antier fue el informe de Obama sobre el estado de la nación: un presidente agobiado por la crisis, culpando a los demás de sus propios errores, amenazante contra el Congreso. Y sobre todo, entrando de lleno al populismo más populista que en América Latina llevó al caos económico.
Sin racionalidad económica, siguiendo la lección keynesiana de contratar personas para abrir hoyos y otras para taparlos y dándole también énfasis al salario como factor potenciador de la demanda, Obama anunció un aumento de 40% en salarios de trabajadores de empresas privadas contratistas de bienes y servicios del gobierno, con la esperanza de que la demanda estimule la oferta.
Sólo que el problema es el choque de trenes Keynes-Friedman: la demanda (salarios) sí estimula la oferta, pero cuando la oferta tiene flexibilidad.
Pero los asesores de Obama tienen datos de que los apoyos fiscales a la demanda en estos años no se convirtieron en demanda sino en ahorro y la economía languidece en niveles bajos.
Eso sí, Friedman probó que cuando la oferta no es flexible, el aumento de la demanda se convierte en factor inflacionario porque suben los precios para apropiarse de la liquidez y no aumenta la oferta.
El debate sobre el populismo lo ha sostenido Paul Krugman, premio nobel de economía 2008 y un poskeynesiano trasnochado que ha apoyado las decisiones de Obama de aumentar gasto, devolver impuestos y trabajar la crisis por el lado de la demanda.
A ello se agrega el debate en los EU sobre el populismo ya con argumentaciones de lucha de clases, como lo reconoció el propio Krugman en un artículo del 23 de enero en el The New York Times.
Lo malo es que el populismo salarial sólo va a dar a Obama votos o al menos justificaciones ante el fracaso de la reactivación.
El tema de los salarios sólo vende consenso social pero no realidad económica.
El martes mismo el sitio www.the federalist.com publicó once mitos alrededor del salario que revelan que la decisión de Obama es populista y no de racionalidad económica:
-uno por ciento de la fuerza de trabajo gana el salario mínimo, los adolescentes son los que más tienen salarios mínimos, la mayoría de los trabajadores que ganan el mínimo son menores a 25 años, esa masa laboral trabaja en comida rápida, menos del cinco por ciento de trabajadores de salario mínimo labora en construcción o fábricas, los trabajadores de salario mínimo cubren menos de tiempo completo, el alza en el salario no rebasa los mínimos ingresos de líneas de pobreza y el efecto multiplicador del salario afecta sindicalizados y prestaciones sociales y romperá la estabilización económica.
Obama quiere obligar a la economía a tener comportamientos ajenos a la racionalidad económica: no sólo exige aumentos de salarios sino bonos especiales para familias con miras a aumentar el bienestar, pero no como derivación de la actividad económica sino como concesión.
Así, los trabajadores podrán sentarse a esperar beneficios y no trabajar por ellos.
La decisión de Obama del aumento salarial para empresas contratistas fue autoritaria e impuesta desde el gobierno y anunció lo que viene: tres años de presidencia imperial.
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@carlosramirezh