Diferencias entre un estúpido y un idiota
MÉXICO, DF. 30 de mayo de 2014 (Quadratín).- Asesinado el 30 de mayo, hace ya treinta años, cuando comenzaba a publicar sus primeras investigaciones sobre la protección política y policiaca a los narcotraficantes, Manuel Buendía, columnista de Excélsior, alertó el 14 de mayo de 1984 el peligro que hoy padece México.
“El procurador general de la República y el secretario de la Defensa no deberían ignorar por más tiempo la advertencia que hicieron desde marzo los nueve obispos del Pacífico Sur, respecto al significado político que puede tener el incremento del narcotráfico en nuestro país, específicamente en los estados de Oaxaca y Chiapas.
“Tal como lo plantean –y como se desprende también de otras informaciones–, este asunto involucra la seguridad nacional.
“Los nueve dirigentes eclesiásticos coinciden con lo que saben otros observadores. Dicen que en este sucio negocio “existe la complicidad, directa o indirecta, de altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal”.
“Pero principalmente afirman que con el narcotráfico puede quedar comprometida la imagen exterior de México, “si como país, damos cabida a mafias internacionales, que van a terminar por inmiscuirse en nuestros asuntos patrios”.
“Esto, el peligro de una “interferencia extranjera”, es subrayado por los obispos, que no hacen más que recoger las preocupaciones de sectores sociales: “Tenemos el temor, no infundado, de que en México llegue a suceder lo que en otros países hermanos, donde estas redes de narcotraficantes han llegado a tener influencia política decisiva”. (…)
“Bolivia y Colombia son dos de estos países. Colombia se halla actualmente bajo estado de sitio después del asesinato del ministro de justicia, liquidado por la omnipotente asociación de traficantes de drogas. Nadie ignora como en esos dos países los estupefacientes y la política han ido muchas veces de la mano.
“Pero es en Estados Unidos donde se da el fenómeno más peligroso no sólo para su propia sociedad sino para los países del continente, especialmente México. El contubernio de políticos y miembros del crimen organizado –que incluye el comercio clandestino de enervantes– es cosa vieja en el esquema norteamericano, y un pilar para la ampliación constante del mercado, que estimula en otros territorios, como el nuestro, la producción.
“La denuncia de los nueve obispos no parece exagerada al decir que existe para México el peligro de la interferencia extranjera en nuestros “asuntos patrios” por la vía de las mafias internacionales. Más bien se quedaron cortos. Ellos debieron haber señalado que en México ya se dio el caso de que ciertos hechos políticos, en el pasado inmediato, fueran marcados por la influencia de un notorio traficante de narcóticos.
“La corrupción, que es un fenómeno esencialmente político, fue incrementada durante el sexenio pasado, en una medida de realidad incontrastable, por los intereses de ese traficante que ejerció su actividad casi a la luz pública.
“Pero se puede hablar de hechos más concretos. Por la cercanía que tuvo con el Presidente de la República, Arturo Durazo Moreno influyó en decisiones del gobierno como la represión contra supuestos enemigos y también en algunos aspectos importantes de la información; o en la conducta de no pocos dirigentes sociales y de funcionarios que literalmente dependían de él para su provisión de enervantes o para el mantenimiento de sus equipos de “seguridad”.
“Pero con Durazo o no, la mafia internacional del narcotráfico ha incrementado evidentemente sus actividades en México, de 1982 a la fecha. Y esto, como señalan los nueve obispos, no se puede lograr sin complicidades internas”.
Ahí comenzó todo y las cosas están peor.
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@carlosramirezh