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OAXACA, Oax. 27 de julio de 2014 (Quadratín).- Y la octava de “Donají… la leyenda” cautivó otra vez a miles de oaxaqueños y de turistas. La noche de este domingo, el auditorio Guelaguetza lució espectacular otra vez.
Cuando menos con cuatro horas de anticipación comenzaron a llenarse los palcos C y D, libres para todo público. Pacientes esperaron el inicio de la gran representación zapoteca. Mientras tanto, grupos musicales hicieron las delicias de los presentes.
Apenas daban las 20:00 horas y ya el auditorio lucía lleno. Gente por todos lados, lo mismo por las escalinatas al cerro del Fortín que por la carretera principal. A esa hora llegó el presidente municipal Javier Villacaña Jiménez, acompañado de su esposa Verónica Quevedo; los dos con vestimenta tradicional en vivos morados.
Luego de saludar a parte de los asistentes, se colocaron en su lugar. Y junto con miles de manos aplaudieron la representación teatral y artística de “Donají… la leyenda”, engalanada con música prehispánica.
A la presentación acudió también el director general del Infonavit, Alejandro Murat Hinojosa y su esposa Ivette Morán.
Donají, nombre que quiere decir «Alma Grande», cautivó a los asistentes en la historia de amor de los pueblos zapoteca y mixteco. Nucano, el dueño de sus ilusiones, pero antagónicos de raza.
El varón de los sueños de Donají fue traído prisionero por los guerreros zapotecas; ella le curó con delicada atención las heridas; en automático se encendió la llama de la pasión entre los dos.
Nucano se alivió y pidió ser libre para regresar a su pueblo mixteco; tras cruenta lucha, vino un acuerdo de paz, pero condicionado por los mixtecas que pidieron en prenda a Donají, la pricesa de Cosijoeza.
Pero llegó un momento en que ella quiso ser libre no sujeta más como prenda de un acuerdo y se urdió un plan para rescatarla; en el fragor de la batalla entre mixtecos y zapotecas, fue aprehendida de nuevo y amenazada con darle muerte, en venganza.
Finalmente decapitaron a la princesa, sin que Nucano pudiera salvarla; fue enterrada en las cercanías del río Atoyac. Así nació la leyenda, cuando un pastorcillo descubrió un lirio y al excavar, hallaron que provenía de la cabeza de Donají. Al final, los cuerpos de Donají y de Nucano, también muerto en la batalla, se unieron en la eternidad y descansan en el mismo sepulcro en Cuilapan.