
Campo de golf en Huatulco: bienestar, desarrollo y sostenibilidad
Oaxaca, Oax., 12 de agosto del 2011(Quadratín).- Seguramente la situación tan miserable que se vive en nuestros país y desde luego en Oaxaca, hace que un alto porcentaje de personas sigan emigrando hacia los Estados Unidos. Aquí, ya no importa si se es campesino, obrero o universitario, pues de todos los sectores prefieren arriesgarse y traspasar las fronteras para conseguir una mejor forma de vida.
Quizá la decisión de salir de sus comunidades, en el caso de los campesinos e indígenas de las diversas regiones del Estado sea difícil, pues dejan lo que tanto aman, la tierra, la familia y lo que pobremente han conseguido a base del trabajo duro en el monte, pero cómo dicen ellos, estar aquí, ya no es vida. En el caso de los demás sectores seguramente es igual.
Hasta hace unos años todavía un gran número de personas que vivían en el campo se trasladaban a las ciudades para desempeñarse como, albañiles, chalanes, o de lo que fuera, pero ahora, y en el caso específico de Oaxaca, sólo pasan, pues prefieren irse al país del norte, con la firme idea de que harán fortuna en poco tiempo y con la promesa de regresar en un año, dos o cuando hayan juntado lo necesario.
Aun con pleno conocimiento de la travesía que pasarán, caminando en el desierto o hasta de ser víctimas de tratantes, narcotraficantes o polleros oportunistas, o hasta de ser asesinados de la forma más aberrante, no hay muro ni leyes que los detenga, se van de sus pueblos como si escaparan de un infierno llamado pobreza extrema.
Se tienen datos según el Centro de Orientación del Migrante AC, que en Estados Unidos hay aproximadamente 150 mil Oaxaqueños, trabajando en el campo, restaurantes, etc., y aunque resulte amargo decirlo, su mano de obra es mejor recompensada que en este país.
Los factores visibles de éste fenómeno se concretan en los malos resultados de los gobernantes que se pasan los sexenios, uno tras otro, prometiendo la prosperidad en nuestro país, y el pueblo, siempre tragándose el cuento que nunca termina, empleo para todos, respeto para los pueblos indígenas y desarrollo para los pueblos. El pueblo, se ha cansado y se va.
En nuestros días, el salario de hambre que se recibe es de dar vergüenza, un albañil 100 pesos diarios, si bien le va, un empleado de mostrador, 69 pesos diarios, y en general, todos quieren pagar el estricto mínimo que es de 54.47, dinero que sólo alcanza para comer, frijoles y huevo. La cena, la carne queda en el olvido porque el kilo rebasa el precio del irrisorio ingreso. ¡Cómo no irse de un lugar así!
Los gobernantes deberían sentir vergüenza al saber que hay lugares y familias completas que sobreviven por las remesas que mandan los que abandonaran el país, y que por lo menos en Oaxaca, éstas (Las remesas) son la tercera fuente de ingresos después del turismo y el café. Las dádivas y calmantes que reciben a través de programas sociales no son más paliativos para reforzar los cimientos del partido en el poder.
La desgracia de los que emigran es doble, de éste lado no hay forma de cómo salir de la miseria, y del otro, un verdadero cuerpo de acción poniendo barreras, hasta las más increíbles para evitar el paso los que cometen el delito de correr por hambre e injusticia que padecen en su país. Sin mencionar los entrampes del idioma, del racismo, entre otros.
Hace unos días precisamente mediante una página de nombre www.buildtheborderfence.com, legisladores estatales de Arizona, lanzaron una campaña de recaudación de fondos para financiar la construcción de un muro fronterizo en esta zona que se ha convertido en el paso frecuente de mexicanos, salvadoreños y demás. Hasta hoy llevan recolectado 121,953.00 dólares. Una barrera más. Este muro será construido por reos de las cárceles de Arizona, seguramente muchos de ellos encarcelados por ilegales.
Los que se van, ya no regresan, dicen los familiares de algunos que abandonaron todo por conseguir el sueño americano. Otros regresan en ataúdes, un buen número contribuye a las estadísticas de desempleados en Estados unidos (también ahí hay desempleo), muy pocos, corren la suerte de integrarse a una nueva vida, tal y como la soñaron.
Foto:Archivo