
Respuestas
Oaxaca, Oax. 18 de enero de 2013 (Quadratín).- El niño juega a ser matón. Armado con su bicicleta cabellos ensortijados al aire, el rostro fijo en el sol poniente trepa a la loma con su bicicleta al hombro. A sus pies queda el improvisado campo de beisbol. Junto a la ventana de su casa se instala la almohadilla de segunda base. Hacia los árboles frutales están los jardines. En la casa vecina con ropa en el tendedero espera la tercera. Este es el campo de beisbol allá en el barrio. Junto al campo se rinde la carretera que va al mar. Pasan los autos veloces antes de llegar la noche. A esta hora de la tarde transitan junto a la loma los suspiros del camión cisterna con su carga de distancias y puertos, ciudades. Carga de estruendo. Viene del mar. Parte hacia la noche. Como un animal antediluviano dispuesto a defender su territorio. Pasa raudo junto a la loma del niño matón. El pequeño mide distancias con los sonidos. Sabe bien de los autos que vienen y van. El ruido de las máquinas anida en su cabeza como una canción escuchada a los padres. Niño cazador. Instala su bicicleta. Como un sobreviviente en la selva se ajusta el arco y la flecha en sus manos. Pendiente del sonido. El viento agita los cabellos. Por la curva del arroyo que parte en dos el camino llega un rugir. El niño matón tensa la cadena de la bicicleta con los pedales, aprieta los dientes. Inhala. Exhala. Mide la distancia. Vida y muerte en sus pequeñas piernas. Cuando escucha el rugido potente de la bestia hace descender la bicicleta. Suda el rostro, las manos, sobre el manubrio. El carro tanque enviste a toda velocidad la i griega, vida y muerte. Inhala. Exhala. El niño matón cruza la carretera con su bicicleta como la luz cruza en la oscuridad. Pasa justo, centellante, frente a los fanales que se encienden. Pasa la bestia, pasa el niño en su bicicleta. Inhala. Exhala. Matón.
El circo de los elefantes
El tambor donde sube las patas delanteras el elefante tiene pintados rombos blancos y rojos. La bestia obedece paciente la voz de su domador. Realiza piruetas, malabares. Reconoce la mirada de duda del garfio, sabe del grito antiquísimo del látigo. El elefante es un rombo gris, casi verde, limo. Pega la trompa larga a la cola diminuta y lampiña de otros elefantes y emprenden el baile a ritmo de bachata interpretada por Juan Luis Guerra y sus 4,40. Baila la mole con sus ligeras tres toneladas de carnes, marfil; huesos. Unos ojos diminutos en forma de rombo, negro y blanco, la observan ejecutar su paso de baile. El elefante registra todo en su memoria elefantiásica. Baila al son que le toquen como niño recién nacido en el corral. Un universo de luces lo acompaña y el elefante lleva su ritmo con las patas y la cabeza como un viejo y ebrio pianoman en horas de la madrugada. Niño con ojos asustados frente a su auditorio. El elefante. Un ruido de cadenas y grilletes lo vuelven a la realidad de su sombra.