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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Oaxaca, Oax. 21 de marzo del 2012 (Quadratín).- Un viento mañoso levanta el vestido de la bella Marilyn. Viento arrecho, barraco, que llega y causa en todos esa ilusión óptica del vestido de la bella que sube hasta el cielo mientras ella se queda por los tiempos de los tiempos detenida en la rejilla del respirador del tren subterráneo de Nueva York. Aire lépero motivo de tanta y tanta envidia. El vestido que se levanta hasta las mejillas encendidas de la rubia y deja ver las piernas blancas y firmes en posición de cebollita.
Instante eterno. El vestido que se levanta juguetón por los aires de un columpio fantástico semeja las orejas enormes orejas de un elefante cargado de solemnidad que se inclina ante el atrevimiento de la rubia. En esa foto en blanco y negro del pasado. Los brazos de Marilyn pegados a su alba cadera en su intento de instinto vano para aplacar los aires traviesos aparentan ser a la distancia una larga y definida trompa de elefante. Los brazos pegados al cuerpo. Instante eterno. Otra cosa. Viento cabrón que deja a mi cabeza en otra parte. Y el instante de la fotografía me deja ver otras figuras, también. La cara de piedra sin tiempo de Juárez, el patricio. Juárez el inmortal vestido de mujer con lentes oscuros para proteger sus ojos del sol, marca Dolce & Gabana y una sonrisa blanca, Colgate. Juárez bella de piernas buenas vestida de gringa loca y ebria. Con tacón y labios rojos de carnoso carmín. Juárez cachondo (a), como se dice ahora en políticamente correcto español. Que espera que llegue el viento del subterráneo y le dé un raite hasta su pedestal de bronce inofensivo y eterno donde lo pusieron los políticos de la patria. O lo conduzca a cualquier calle de la putería que lleve su nombre, por cierto.
Mientras llega
A Soid Pastrana
Mientras llega una con falda, dijo el pintor Soid pastrana aquella tarde. En la calle caminaba una mujer con minifalda. La sombra de sus manos hacía esfuerzos en la tierra por alargar la diminuta prenda. Llegaba claramente hasta la esquina de la Séptima la música sin fin de una rockola de cantina. Apenas había pasado la hora de la comida pero los gritos de los ebrios ya adelantaban el nido de las aves. El sol resplandecía aquella tarde en la Séptima como mejillas de mujer complacida por su hombre, sana. Gusto de mujer, nuestro sol. Dos hombres encendidos a la brasa del cigarrillo conversan en la banqueta, junto a la capilla de la Santa Cruz, mientras la luz de la tarde echaba a madurar en la cuna del viento fuerte de febrero el mango de sazón en el patio de los vecinos. Mientras llega una de falda, repitió el pintor Soid pastrana.
Otros tiempos
Un poema en medio de tanta gente. Un poema entre la gente como la mirada de una criatura perdida entre las voces de los ebrios en un sitio de mala muerte. El poema pasó junto a las mesas del café con su andar de paloma esquiva a medio atrio de la catedral. El poema/paloma camina. Nadie lo distingue perdido en las voces de tanta gente. Su andar es como de ebrio sin cantina agobiado por la abstinencia. Los gritos de la gente suben de intensidad junto al poema y el poema, tierno él en toda su persona, se obstina en permanecer junto a las personas.
Permanece así, en su malograda presencia. Apenas sobre sus pies de paloma huraña. A duras penas llega a la sombra de un viejo laurel. El poema. Sobreviviente de mil voces. La gente pasa con prisas de comercio. Llevan el tiempo contado. Andan por el mundo como sindicalistas que salen a la calle a gritar consignas contra el gobierno. Tiempo de la protesta, de la arenga.
Tiempo de batallas. Nadie mira al poema que padece a mitad de la calle. La gente pasa junto a su persona, portan cámaras fotográficas que penden del cuello como una soga del ahorcado.
Nadie lo mira. Llevan un andar de ciegos o elefantes, absoluto. Caminar de migrante, orondo.
El poema permanece con el rostro cubierto de polvo para que nadie lo vea. Como billete de 200 perdido en el piso sin que nadie se detenga y lo levante, lo meta en la cartera y siga con su camino.
Foto:Web