
¡Por más días efectivos de clases!
Oaxaca, Oax. 18 de abril del 2012 (Quadratín).- Nada puede alterar la santa paz que produce el bamboleo de la hamaca en las horas del calor. La oscilación acompasada de los hilos, el auténtico reino en esta tierra, mientras en la cabeza el pensamiento se fija en una cerveza helada.
En la cabeza el pensamiento puesto en una mujer no, porque uno se agita mucho y regresa el calor al cuerpo. Mejor la cerveza. El reino de la hamaca es individual, produce más
frescor que el agua del río.
Para disfrutar del río tienes que salir de tu casa y caminar. Disfrutas del agua, sí, pero luego tienes que regresar a tu casa caminando y terminas igual de acalorado que cuando saliste. Con la hamaca en casa es diferente.
Agarras, te metes al cuarto o sales al patio de la casa y te acuestas. No tienes que caminar nada. Sólo te acuestas y te meces. Así llegará el sueño al cuerpo. Cuando hayas descansado suficiente tienes que descolgar la hamaca, porque si no llega el Diablo y se acuesta. Y para sacar al cachudo de donde ya reposó, es muy difícil. Podrías perder tu hamaca, tu patio, tu casa. Por eso cuando te levantas tienes que dejar descolgada la hamaca. Para que nadie llegue y se acueste, ni el mismísimo Diablo.
Mucha gente sabe la historia de la hamaca que se mecía sola, sin que nadie estuviera acostado en ella. Dicen que una mujer, a la hora dura del calor, escuchó que los hamaqueros rechinaban en su casa. Pero estaba sola. Se asomó al patio y ahí estaba la hamaca de hilos de seda rojos con su balanceo acompasado. Se escuchaban risas. La mujer salió corriendo a la calle, desafío la hora dura del calor. Porque es mejor quemarse los ojos con el sol del medio día que ver divertirse al Diablo en el patio de nuestra casa. Por eso la gente descuelga la hamaca, para que no lleguen mortales o fantasmas a divertirse en ella.
Con los niños hay que tener mucho cuidado cuando se suben a la hamaca, pueden morir. La hamaca inspira confianza. Comienza el niño a mecerse muy lentamente y termina imprimiendo la planta de sus pies en el techo. La hamaca es traicionera. En cualquier momento, en su acompasado bamboleo, puede girar sobre sus goznes y tirar al suelo a quien se mece. Así se han desnucado muchos niños. La hamaca es cosa seria, está diseñada
exclusivamente para el uso y disfrute de los adultos.
Foto:Archivo