Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax. 18 de noviembre de 2013 (Quadratín).-Sé que el tiempo. Siento que me están mirando.
Siento que alguien sabe que desmemoriado me puse la misma camisa ayer, los mismos calcetines.
Saben todo de mi persona, de mis actos.
Pongo por caso que flota en el aire un olor a mariguana.
Aunque la mariguana envuelta en papel periódico se me hace un tema viejo, del siglo pasado.
El mismo color de la mariguana se me hace de papel viejo, periódico de ayer.
No es color verde ni amarillo ni café, es un color seco de sombra. Viejo.
Pero no vine aquí a hablar de enervantes, no soy del gobierno.
Llegué esta mañana para escribir de las palabras que me miran.
Pongo otro caso, novia. Suena la palabra y en mi cabeza transcurren las aguas lentas de un río sucio.
Y a lo lejos un árbol, o la sombra del árbol. Y unos pechos de mujer que se resbalan entre el sudor y el deseo de un viento que lame las piedras del pueblo a cuarenta y dos grados a la sombra.
Me están mirando. Un tercer caso sería el de un auto que se detiene en el estacionamiento de la unidad habitacional.
Todas las unidades habitacionales tienen estacionamiento con cajones reservados donde los vecinos guardan sus coches de modelo antiguo.
Carros sin uso ya, protegidos del tiempo y el polvo y el sol con una sábana atadas atada por sus esquinas con un lazo.
Algo ridículo, un auto de otro tiempo con las llantas sin aire escondido bajo una sábana si edad, de una época de vaya usted a saber cuándo, puesta a la luz del día como señora que abre la puerta de su casa con tubos en la cabeza o señor que sale al patio con los tirantes sobre los pantalones y el periódico en las manos.
Decía, el auto se detiene con dos personas que se besan en su interior y desde la ventana de la casa de enfrente el diálogo de una mujer con su hombre que en este momento intenta bajarle los calzones.
Espérate porque la vecina llegó con su novio, quiero ver. Sé que me están viendo, lo tengo claro, las palabras.