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Consejo de la “caricatura”, Servil al Gobierno
OAXACA, Oax. 20 de noviembre de 2013 (Quadratín).-Algo más que llevar vidas al volante en un camión urbano de la ciudad, el puro don de la ubicuidad.
Los muchachos andan con la cabeza en una música.
Despertar por Cinco Señores. Andar todo el paso a desnivel contemplando la ciudad larga que se echa sobre el valle.
Llegar hasta el parque de beisbol, almorzar en la Volcanes.
Los carros apurados se reflejan en el amplio parabrisas.
Los muchachos siempre traen la cabeza una música, un estribillo.
La ciudad entera vista como la que pasa en una película extranjera donde la actriz principal es una adolescente.
Enamoran a las mujeres con la lluvia. El mercado de Abastos sin bolsas que cargar, sin canastos en la cabeza.
Todo el tiempo del mundo para sólo mirar a la gente subirse a los camiones del servicio urbano que los llevan a otro lugar.
Mediodía en San Martín. Y el camión cargado de música y colores.
La música que suena distinta cuando se mira las calles y las casas que pasan, la gente.
Las muchachas treintonas recortan fotos de los periódicos, las revistas. Puro donde la ubicuidad.
Como Dios o como los santos, los angelitos. El demonio. Riveras del Atoyac.
El puente Trujano con sus faroles encendidos como una vieja foto de Praga.
Las muchachas sueñan con tener una amante que les diga cosas léperas en la cama.
Las casonas viejas del centro donde deambulan los artistas, una esquina, y el atrio de la iglesia donde se besan los enamorados visto desde el asiento azul del camión urbano que nunca se detiene.
Y el camionero bajo el cielo y las estrellas. Chescos y sabritas.
La ciudad entera puesta por voluntad de un hombre en la falda de una adolescente, más arriba de las calcetas blancas.
La ciudad que se refugia verde en el suéter verde de la escuela, la blusa blanca.
Los muchachos tienen pendiente un viaje. Don de la ubicuidad.
Comer en San Felipe, pura ciudad a los pies de la adolescente.
Ya arranca el camión urbano blanco y azul, ya se lleva el cielo y las estrellas.
Las adolescentes contra la voluntad de los horarios visten playeras estampadas.