
Persecución en Jalisco, impunidad a Garduño
OAXACA, Oax. 7 de mayo de 2014 (Quadratín).-Las estrellas sobre la espalda de los hombres.
En la cabellera desteñida de sol y distancias hay una mujer que sentada a sus anchas. O el seno de una mujer. O el vientre liso. O la mejilla entre la sonrisa.
El puerto es una luz escorada que emerge de las olas. Mar de los naufragios. Esta es la noche de la tripulación sin sueño.
Hombres sin cama. La hora de la pesca. Se escucha el canto de las redes. Las escamas sobrevuelan la cubierta como abanicos de mujer en una tarde cargada de calor.
El puerto es una luz que guía la derrota del barco. El agua golpea el casco y crece en la oscuridad el olor de la habitación con voces y sueños que entran por la cortina inflamada de la ventana.
En la hora de la captura las redes se escurren entre los dedos del hombre que labora en el mar como piernas de una adolescente.
La rosa de los vientos trae un olor mineral, profundo, humedecido. Los hombres se ganan el pan y la borrachera con la luz de la luna.
Como bandidos, cuatreros, asesinos. Hombres de la madrugada. Vida de pescadores que ni el mar ni la mujer los quiere.
Sólo el alcohol los protege y el golpeteo del agua en la tarde que transpira en la cama del burdel.
La noche viene fresca en altamar como una procesión de mujeres enlutadas.