La Constitución de 1854 y la crisis de México
OAXACA, Oax. 19 de febrero de 2014 (Quadratín).- Saca tu mano de ahí. La multitud rugía bajo el estrado. Los reflectores iluminaban el alma y el cuerpo de las personas sobre la tarima. La mujer gritaba junto al oído del hombre, pero nadie escuchaba. Nadie veía la mano derecha del hombre sobre la nalga izquierda de la mujer. El dedo índice de la mano derecha como si tuviera conciencia propia, y estuviera enardecido. El auditorio estaba pendiente del mandatario que estaba al micrófono. Hablaba el hombre de avances, logros, desafíos. Con palabra generosa compartía las experiencias del grupo de selectos ciudadanos que lo acompañaban en el ejercicio el poder. Decía de sueños y logros colectivos. La mano. En el extremo derecho de la tarima, cegado por los reflectores, el gobernante ofrecía su discurso. Unos metros atrás, en el templete, el hombre manoseaba a la mujer. Eran parte del gabinete. Por eso estaban bajo los reflectores aquella noche de discurso. La mano, sácala de ahí. Los gritos de la multitud obligada a los funcionarios a entregar aplausos y saludos a la distancia. Pero aquella mano derecha y esa nalga izquierda parecían tener vida propia, y que no entenderían jamás razones.