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¿Y quién va a hacer la nueva Constitución de Oaxaca?
OAXACA, Oax. 14 de abril de 2014 (Quadratín).- El apunte lo encontré por ahí, en el trastero. Llegué a la cocina para acompañar la luz con algo, un pan, una fruta, un tenedor. Ahí estaba la tapa de los cigarros: “La mañana llega con su exigencia temprana, el desayuno”. El escrito no llevaba fecha, como todo lo que escribo.
Tampoco alcancé a ubicar cuándo lo hice, ni siquiera lo que quería significar en su momento. El cuerpo lo traía percudido de una enfermedad, la depresión, un amor. Algo, siempre me estoy recuperando de algo. Para fijar el rumbo por esos días malos, ese año malo, esta vida mala escribí mensajes a mí mismo. Los abandoné en cualquier parte, para que salieran al paso de mi existencia. Letras compañía, hallazgo, escritura del camino. Los dejaba entre mis pantalones, aparecían en la bolsa de mi camisa a la hora del lavado, entre mis calcetines. Esos escritos están entre las flores del macetero. Escribo mensajes a mí mismo para tener noticias de otra gente. Letras contra la soledad. El hombre nació para tocar a otra persona, para ser tocado, para reflejar su voz en otro rostro. El ser humano existe para no estar solo. Un remedo de otra persona sería la escritura. El otro. Esto de recibir el jabón en el cuerpo solo todos los días cansa. Este no compartir la cama resulta antinatural. Desde mi nacimiento no me acostumbro a estar solo. Digo, la mañana estaba ahí con su necesidad de café y compañía, conversación y encontré la nota de la escritura.
En la ciudad que habito, O, sólo diré que es O, para satisfacer la necesidad de compañía la gente sale a trotar a los parques por la mañana. Allá van multitudes deseosas de conversación enfundadas en ropa de deporte. Y entre brinco y brinco conversan, se citan para encontrarse. Algunos justifican su conducta argumentando que la práctica del deporte les trae salud, yo sé que la realizan para encontrar pareja. Aquejado por el vicio de no compartir las horas con nadie, de rumiar de mi condición de solo, me entraron deseos de escribir sobre el apunte olvidado en el trastero. Busqué la música que acompañaría mi deseo de escribir, Cachao, mambo y descarga sonaría bien. Conté las respiraciones necesarias para satisfacer el deseos de escribir un texto inferior a las 500 sería la cifra palabras para que mi amanecer se poblara de imágenes y personajes donde yo intervenía activamente.