Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
OAXACA, Oax. 27 de septiembre de 2013 (Quadratín).-Llevar la existencia toda sobre una bicicleta. Un elefante, un payaso, la foca que aplaude.
Ser un sonido de las esferas de plástico que chocan sobre el ring cromado.
El puente, la calle encharcada, el viento tras los cabellos.
Dejar una huella clara en el polvo de la pared de enfrente.
Un cuadro de metal con unas letras, Búfalo, por ejemplo.
Un negro sillín, unos guantes recortados, un gorro de ciclista.
Una mujer montada en el cuadro de la bicicleta.
Su respiración o su risa junto a mi cara, sus cabellos en mis labios, sus tetas que brincan, el interior de mi pierna derecha que toca su nalga dura.
Y tener todo el tiempo del mundo bajo la planta de mis pies para recorrer los caminos con ella metida en mi entrepierna.
Ella montada en mi bicicleta mientras yo conduzco el manubrio y oprimo el freno trasero con los dedos de mi mano izquierda como quien lleva un reloj o una sortija o una esclava de oro con una placa donde está escrito un nombre.
Para que ella no sienta el momento en que nos detengamos.
Suave como si en vez de rodar descendiéramos como ángeles de los aires.