
Zedillo, jefe político de la intelectualidad de la derecha
Oaxaca, Oax., 06 de enero de 2012 (Quadratín).- Desde la noche anterior a este frío amanecer del 6 de enero los espacios informativos de radio y televisión nos condujeron a la tradición consumista del Día de Reyes. En distintos medios nos dijeron, por tierra y aire, del lugar por donde vendrían los Magos de Oriente a colmar de regalos y bendiciones a los niños.
Gobiernos de distintos niveles y almas bien intencionadas, probas y caritativas se dedican por esta fecha a juntar regalos para los niños pobres: por ahí aparecen en los diarios mujeres y hombres de recto proceder haciendo entrega de juguetes de cinco pesos a los hijos de quienes viven sin esperanza de un futuro mejor en este mundo.
Esta es la fecha, Navidad y Reyes, para que los políticos desempolven a su mujer y la hagan representar el papel de madre abnegada que sufre por la pobreza de los niños.
Esta es la fecha en que la mujer del político desempolva sus trapos y se arregla para salir en la foto del periódico, en la tele: con una imagen de santa madre.
Por estos días de nuestros gobernantes escuchamos expresiones como esta: No hay dinero suficiente (dinero público, desde luego) que pague la sonrisa de un niño. Y desde esa convicción aparece en la cotidianidad de nuestras vidas una pista de hielo en la ciudad o un parque de atracciones mecánicas, payasos, magos.
Por allá de la segunda mitad del siglo pasado llegaba al pueblo donde nacieron mis padres una feria. Feria de pueblo. El gran atractivo para los niños de aquel tiempo era ver en la noche el sitio iluminado por cienos y cientos de focos. Tanta luz nos hacía pensar que en un acto de magia los adultos nos llevaron a vivir a la ciudad. Que ya no habitábamos el pueblo rascuache de todos los días con calles sin pavimentar, entre animales de corral y con la obligación de ir al río a traer agua en cubetas.
Las costumbres del siglo pasado no han cambiado tanto para los niños de estos días. Los infantes siguen esperando un regalo y que en forma mágica alguien venda a cambiarles la vida.
En las noticias de la prensa escrita y por internet nadie menciona la actividad de un gobernante que inaugure un aula escolar, como regalo de Reyes. Ni que dote con libros una biblioteca, para que los niños tengan una herramienta con qué lograrse un futuro mejor. O una cancha de básket, para jugar pelota. Nada.
No hacen nada por los niños ni los políticos, ni los artistas plásticos que tanto se pregona abundan en la ciudad capital, ni los teatreros, ni los narradores ni los poetas. Nada, nadie. Y es que no se entiende que es necesario meter la mano, todos, para crear un mundo mejor. Que nuestro futuro no está sólo en manos de los políticos.
Este 6 de enero pasó sin pena ni gloria para los niños oaxaqueños. O con más pena y hambre que gloria.
Le señalo esta característica de nuestra sociedad a un amigo, y me responde contundente: Es que los niños no votan, y este es un año electoral. Mal fario para la niñez de este país.
Caigo en la cuenta que todas las políticas de gobierno llevan como principio y fin perpetuarse en el poder. Del partido y el color que fueren. Que poco o nada les interesa realizar políticas públicas que beneficien a los ciudadanos y a los hijos del ciudadano.
Que los señores de la política y el poder están permanentemente, eternamente en campaña por el voto.
En un esquema de prioridades los niños ocupan el más bajo de los niveles. Siguen muriendo de enfermedades curables. Nadie se ocupa de formar ciudadanos mejores, dotarlos de aulas y libros y equipo para su educación.
Para el sector infantil de la sociedad, si es que en alguna política de gobierno existe, que de ellos se ocupen las almas caritativas y puras, las mujeres de los políticos.
Los hombres se ocupan de cosas serias, importantes: como las elecciones, por ejemplo.