Diferencias entre un estúpido y un idiota
Oaxaca, Oax. 12 de julio de 2013 (Quadratín).- Bueno, aquí se trataba de escribir un cuento. Aquí narro: Tarde calurosa de un veintiuno de marzo, miércoles, en el cruce de la calle Independencia y Cinco de Mayo. Un hombre alto, de manos huesudas, implora, un mezcal, Dios, una cerveza, Señor, un milagro que haga que se abran las puertas de las cantinas, Padre nuestro. Con esto se completan las dos características que exige el maestro Eusebio Ruvalcaba para que una narración llegue a ser un cuento literario, desarrollo y nudo en la historia. Que es andar por los rumbos de otro maestro, Cortázar, que pide un lector activo y no pasivo. Que es recorrer la avenida de lo sucinto, lo concreto en la narración, anticiparía en mi oreja izquierda el maestro Tito Monterroso. Y Julio Torri, Julio, maestro mayor, me fusilaría. Preparen, apunten, fuego.
Lo demás es lo de menos, meras cosas de farandulero dirían mis amigos de la Iguana Caliente.
Foto: Archivo