
Confía Rubén Rocha en que habrá acuerdo para exportación de tomate a EU
Oaxaca, Oax. 08 de julio de 2013 (Quadratín).- Aligero las pulsaciones cardiacas antes de llegar al laboratorio de análisis clínicos, como quien va al encuentro de un viejo amor. Ahí me espera una mujer, siempre hay una mujer, para sacar mi sangre. Adoro la belleza iluminada de las mujeres que visten de blanco. Tienen una sonrisa de pervertidas mientras se dejan ver por el paciente y conversan en estricto diminutivo. Pareciera que recién salieron de lavar su cuerpo. Como su herramienta de trabajo dejan ver el albo nacimiento de los pechos erguidos en la mañana de puntual frío y ayuno. En el tubo de ensayo contemplan el fluir de la sangre que brota desde el miedo. Las mujeres con el pelo recogido inhalan profundamente el olor mineral del rojo. Sonríen mientras fluye la sangre, la sombra de la saliva humedece los carnosos labios. Mujer vampiro. Mujer murciélago. Mujer enamorada de mi mala vida. Extracción sin dolor. El laboratorio está iluminado con estanques azules con peces amarillos, blancos, rojos. En la pantalla plana revuelan gaviotas en un mar en calma, y una costa de otro país, lejano a la calle de miserias de esta ciudad. La mujer vampiro se mueve grácil en su bata blanca como mujer enamorada que ronronea y se estruja a nuestro cuerpo en su noche de gata blanca en el tejado. Maula.
Foto: Archivo