¿A quién corresponde defender?
OAXACA, Oax. 23 de octubre de 2013 (Quadratín).- El marcador rojo de glicerina lo encontré una mañana allá entre libros de novelas y poemas del tiempo de la política. Cosas de la canica. Puro rodar y rodar. Otra madrugada cuando salía la voz de Juan Gelman del trasto encontré el mismo cabo huérfano de cera roja que me sirvió para subrayar una pregunta en la hoja del libro, ¿y por qué tú escribes de esta manera? La pregunta viaja en la melena alborotada del bandoneón mientras sale la voz de Gelman a echarle pleito a las pulgas inocentes del petate. Asuntos de veras de la canica.
Pero ya la cuerda que guía el rumbo rojo y seguro había cogido el camino del mezcal y estaba ahí pegado a las piernas de una joven morena que leía poemas de Cortázar. Puros caminos de la madrugada estos que aprietan del lado derecho del cuerpo, aquí bajo la costilla derecha por donde el santo hígado se revuelca en la lenta espuma del tango. Pura historia de cuchilleros esta pues. Hermano mío, esta madrugada que recuerdo la tarde de lectura donde todos aquellos poetas jóvenes que insistían en su afán de hacer poesía para una mujer que no existe y la morena de piernas bárbaras de tan bellas leyendo aquel poema de Cortázar ante los niños poetas que recién descubrieron en el baño de su casa el misterio de araña de la madre. Y le cantan a ese destino cruel de acero inoxidable tejido en el recuerdo. Ya Gelman o la voz de Gelman navega entre máquinas y burras y horarios de oficina en esta madrugada larga de guitarra y bandoneón, sola. Y la joven morena realmente armada de poesía haciendo la revolución sentada en la banca de madera muy juntito al tañer a muerto de las campanas de Santo Domingo a las siete en punto, hermano mío. A las siete en punto de la tarde como que quiere llover. Y esta vida que escurre y resbala como ese papel que cubre el cabo de cera roja y muestra su presencia torcida de serpentina color hoja de libro viejo en una fiesta de cumpleaños del niño dichoso que tiene padre y madre que lo festejan en el día de su nacimiento mientras otros pequeños se inventan o sueñan un papá marino militar. La madrugada, hermano mío, pura presencia de serpentina de mil colores en la fiesta infantil que se registra en las páginas de un libro viejo.
Pura presencia de aprendices de vagos o poetas o malevos en esta madrugada. ¿Pero te digo por qué tú escribes así? Quisiera que nunca se agotara la cera de éste marca texto rojo que escurre violento entre mis dedos que tiemblan, la madrugada.