Diferencias entre un estúpido y un idiota
OAXACA, Oax. 13 de octubre de 2014.- La política es la actividad humana que busca crear el orden necesario para evitar la destrucción del hombre en sociedad y hacer posible la convivencia social dada las diferencias entre los grupos y clases sociales.
Sin la política no sería posible la existencia humana en sociedad, así, la política hace posible la coexistencia humana en un contexto de diferencias sociales.
El orden político permite la existencia de una estructura de dominación que los propios hombres consideran legítimo, explica y justifica la existencia de los gobernantes y de los gobernados, permite la existencia de la desigualdad a límites tolerables y modera las pasiones humanas a través de un sistema jurídico y político aceptado por la mayoría.
Por la política es posible vivir en sociedad sin destruirnos, por ella misma es posible la coexistencia de los Estados y la paz entre las naciones.
Es una verdadera barbaridad pensar que la guerra sea la continuidad de la política bajo otros medios.
La política como ciencia es un conjunto de doctrinas, principios, métodos, estrategias, tácticas y técnicas para hacer posible la convivencia humana en sociedad a través de un orden legítimo aceptado por mayoría. Es arte en cuanto se necesita de habilidades concretas para la realización de esas doctrinas y principios.
En realidad, la política es la ciencia y arte del buen gobierno. Los malos gobiernos no se pueden derivar de la política sino de la antipolítica.
Un gobierno exitoso es producto de la política, en caso contrario, es el fracaso de la misma. La política es tan noble, útil, necesaria y limpia que los malos políticos no pueden ensuciar.
Política sin ética es un contrasentido, sin embargo, algunos teóricos de la política, gustan de ubicar a la política, exclusivamente, en el campo de la tenencia, conservación e incremento del poder con toda su desnudez.
Sin desconocer que el poder es materia de la política, es en todo caso, uno de sus campos. A pesar de ello, esta concepción ha ganado terreno en la práctica y en la teorización de la política.
En las comunidades indígenas existe una concepción diferente y específica de la política. Así, es muy común identificar al político como “el activo”, como aquél muy interesado en los asuntos de la comunidad, antes de ser él, primero está el pueblo con sus carencias y necesidades. Su activismo no es con el fin de obtener el poder sino para obtener prestigio y reconocimiento de su gente.
Regularmente sus servicios son gratuitos, incluso, llega a emplear sus propios recursos, su satisfacción radica en el bienestar de la comunidad, es lo que se podría llamar espíritu público.
Por ello, es participativo en las asambleas, opina, sugiere, vota, debate, elige a las autoridades y desde luego, desempeña con éxito los cargos encomendados por la asamblea.
El activo asume el compromiso con su comunidad, compromiso que implica un deber moral. Este compromiso le hace cambiar, incluso, de hábitos, prioridades de vida y su lugar en la comunidad es evaluada en razón de sus éxitos en sus gestiones.
Los mejores activistas son aquellos que pueden lograr los mayores beneficios para sus pueblos. Ya en el retiro de su activismo, adquiere la honorable categoría de principal de pueblo, siempre consultado para los asuntos del pueblo, por medio del cual orienta a las autoridades basado en su experiencia.
Contrario al activo, existe el no activo, es aquél que si bien asiste a las asambleas y cumple con sus obligaciones comunitarias, no es de su interés ser reconocido ni tampoco desempeñar cargos mayores que le impliquen descuidar su vida familiar, sin embargo, le interesa el bienestar de su pueblo y respalda a los activos.
La política en las comunidades indígenas es una verdadera praxis que pone énfasis en una estructura teleológica de la acción, siempre en el activo habrá un objetivo que perseguir. Los activos tienen la necesidad de ver con claridad en los asuntos de la comunidad para caminar con pie firme en un contexto de la moral y de la política como servicio.
El activo ya como principal es reconocido como un hombre sabio, no sólo como prudencia en el obrar, sino un conocimiento de las cosas, tanto en la conducta de su vida, como para la conservación de su salud y del conocimiento de la vida comunitaria, esto, evidentemente, lo convierte en un hombre con virtud. Se dice con verdad que el hombre con virtud es el que hace efectivo lo que su conciencia le muestra como bueno o correcto.
Regularmente, el principal es un hombre generoso, pues mide su valor en relación con otros que, como él también, hacen buen uso de su libertad.
Sabe estimarse de manera legítima, puesto que reconoce que nada le pertenece de verdad, así como también nada hay por lo que deba ser alabado o censurado.
Tiene control de sí mismo, en el caso de las pasiones humanas, ha aprendido a servirse de ellas e impedido que lo esclavicen.
De la misma manera ha logrado vencer las condiciones adversas, también ha aprendido a no desear lo que está fuera de su alcance y aprovechar al máximo lo que está bajo su poder y le pertenece.
Este tipo de generosos tienden a realizar grandes cosas, pero también a no emprender nada de lo que no son capaces de hacer.
El principal, a través del servicio comunitario, aprendió a dominar sus pasiones y tiene un extraordinario control de sí.
Lo que el principal ha aprendido está en saber que el buen funcionamiento de la comunidad se debe a que la política ha controlado la emergencia de las oscuras pasiones que lleva a los hombres a competir, a enfrentarse y, eventualmente, a aniquilarse.
Por eso en la comunidad india existe menos competencia, menos enfrentamiento, porque se dominan más las pasiones, caso contrario en la sociedad.
Para el dominio de las pasiones, en la comunidad no es necesaria la invención de un gran Leviatán para su dominio, sino la propia comunidad es quien realiza esta tarea.
Es justo saber que en la comunidad no existe la ansiedad, el anhelo de cosas en desmedida y por ello, la política le es suficiente ser eficaz para evitar el dominio de las pasiones.
Por ejemplo, el miedo que es una de las pasiones más comunes de las sociedades, conduce a los hombres a realizar acciones que se contraponen a su propio beneficio y ponen en peligro la posibilidad de la propia sociedad por encima de los intereses particulares.
En cambio, en la comunidad esta pasión no alcanza las dimensiones que tiene en la sociedad, en la medida del que el comunitario desarrolla su persona en esa misma medida refuerza los lazos comunitarios.
En la comunidad se arroja luz a las pasiones, en cambio, en la sociedad se arroja más oscuridad, al fin y al cabo, es un medio de dominio.
Por otro lado, en la comunidad es más fácil alcanzar los anhelos, porque son limitados, en cambio en la sociedad alcanzan niveles imposibles de alcanzar, de aquí el sentimiento de frustración.
Luego entonces, tanto en la comunidad como en la sociedad, los contenidos, alcances, significados, principios y valores de la política son diferentes, casi podríamos asegurar que opuestos, por esa razón la comunidad se desarrolla en otra lógica que los estudiosos de las ciencias sociales no alcanzan a dimensionar, en especial los estudiosos del derecho.