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Respuestas
Oaxaca, Oax. 28 de octubre de 2012 (Quadratín).- En la conciencia colectiva moderna campea la idea de que la Política es sólo para cínicos, depredadores de los valores de convivencia entre los hombres, trepadores del poder sin conciencia social alguna, vividores de los presupuestos públicos y fieles corruptos por la apropiación privada de los bienes públicos. Pobre Política que en tu nombre se cometen las peores acciones que nos denigran en cuanto seres racionales; pobre Política que en tu nombre millones de seres humanos son sometidos y dominados por unos cuantos.
Se dice en tono de justificación: la historia de la humanidad es la historia del dominio de los pocos sobre los muchos; la crueldad de la historia Política es la eterna lucha entre dominadores y dominados, luego entonces, la ilusión de cualquier ser humano es pertenecer a los pocos, a los que dominan, es decir, los políticos. Para pertenecer a los pocos, se nos dice, hay que ser cínico, miserable, sin escrúpulos y sin valores. Por eso los gobiernos son tan malos porque están en manos de estos políticos.
No concordamos con estas apreciaciones, a los sumo, son ejemplos de los malos políticos o simplemente de los impolíticos. La Política es la más maravillosa actividad en que se puede desempeñar un ser humano, en su acepción más elemental, la Política es interesarse por el otro, es superar el egoísmo personal para acudir al auxilio de los otros, es tener un gran sentido de lo social, y de lo humano. En la Política se tiene mucho de profeta, se busca conducir a los hombres y a los pueblos a la tierra prometida, a la tierra santa o en su caso, busca la realización de las utopías de Marx, Moro, Campanela, Bacon, etcétera. En la Política se sueña, se delibera, se es pastor y tejedor por el bien de los hombres. En la conducción de los hombres, pueblos, comunidades, Estados y naciones, se necesita del oficio de la Política; estamos de acuerdo con el gran pensador Isaiah Berlin quien sostiene en su libro El Sentido de la Realidad (Taurus, España. 2000. p. 87), que el oficio de la Política o como él lo llama el juicio político, es un sentido acerca de lo cualitativo más que de lo cuantitativo, de lo específico más que de lo general; es una especie de conocimiento directo, distinto a una capacidad para la descripción, el cálculo o la inferencia; es lo que se llama variadamente sabiduría natural, comprensión imaginativa, penetración, capacidad de percepción, y, más engañosamente, intuición (que sugiere, peligrosamente, una facultad casi mágica), como opuestas a las virtudes marcadamente diferentes-admirables como son-del conocimiento o saber teórico, la erudición, la capacidad de razonamiento y generalización, el genio intelectual. (p. 87).
Es indudable que las ciencias y las teorías ayudan para adquirir el oficio de la Política, pero no pueden sustituir el don de la Política, el olfato político, el don de la percepción de los hechos y cosas, el talento fino, el pensamiento agudo. El buen político tiene el toque, como la buena cocinera que tiene el toque del sabor o el buen literato el toque de la bella narración.
Incluso el gran Maquiavelo, maestro del realismo político, es acertado al sostener qué al príncipe le hace despreciarle el ser voluble, ligero, afeminado, pusilánime e irresoluto, defectos de que debe guardarse como de un escollo, procurando que en sus actos se note grandeza, valor, gravedad y fortaleza. El príncipe que así obre logrará justa fama, y contra los que la tienen, difícil es que se conspire y aun más difícil atacarle cuando se sabe que es excelente y querido de sus súbditos (Maquiavelo. Obras Políticas, Editorial de Ciencias Sociales, Cuba. p. 341).
Hacerse querer por el pueblo es un gran reto para el político, para eso hay que tener el oficio de la Política, ser magnánimo que quiere decir, ocuparse de las grandes cosas observando hasta los mínimos detalles. Los ejemplos de la historia y de su imitación es un referente para ser un buen político, ahí está un Juárez, un Morelos, un Bismarck, un Augusto, de quienes se puede aprender su oficio político, pues tenían la capacidad de las síntesis, del pensamiento activo, del cálculo, pero sobre todo, de luchar por las grandes causas de los hombres.
La Política es demasiado grande e importante para que los impolíticos o falsos políticos la puedan denigrar o ensuciar. El primer acto de la Política en la historia humana, es el hecho de la asociación para mutua protección. La Política modera la bestialidad humana, subsume a la crueldad en su mínima expresión, busca lo mejor del hombre para la convivencia más sana y fructífera. En fin, por la Política no nos hemos aniquilado, es una estupidez decir que la guerra es la continuación de la Política por otros medios. La Política, por el contrario, es la negación de la guerra, del conflicto, de la anarquía y del desorden. Con la Política se construye día a día otro pedazo de humanidad y se sustrae del hombre la parte de bestialidad que todavía tiene. Estamos de acuerdo con Marco Tulio Cicerón quien en su libro Tratado de los deberes, (Editora Nacional, Madrid, 1975) dijo la vida de los hombres que se consagran a la gestión de los negocios públicos y a la realización de grandes empresas es más útil al género humano y más llena de brillo y esplendor.