
Elección judicial: Entre la degradación y la plenitud democrática
Oaxaca, Oax., 4 de diciembre de 2011 (Quadratín).- El filósofo español José Ortega y Gasset, quien en 1937 publicó su famoso libro la Rebelión de las Masas, dijo que: la salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario. Si el régimen de comicios es acertado, si se ajusta la realidad, todo va bien; si no, aunque el resto marche óptimamente, todo va mal. (Ortega y Gasset, José. 2000: página 201). Es evidente que el escritor español tiene toda la razón, puesto que un buen sistema electoral capaz de procesar en forma adecuada la voluntad de los ciudadanos, es un régimen que mínimamente, podemos definirlo como un eficiente sistema de elecciones.
Podemos decir que en nuestro país, a raíz de que se ha mejorado nuestro sistema electoral, la vida política de México se ha desarrollado sustancialmente, que incluso algunos analistas afirman que hemos llegado a una democracia, lo cierto es que ésta afirmación, nos parece exagerada. Sin embargo, ha mejorado bastante nuestra competencia electoral y los ciudadanos tenemos mayor influencia en la conformación de los gobiernos tanto a nivel municipal, estatal y federal. Si consideramos que la apertura electoral empezó en 1977 con la reforma política del Presidente José López Portillo, podemos decir que nuestro renovado sistema electoral apenas tiene un tercio de siglo.
El procedimiento electoral se compone de los siguientes elementos: en primer lugar, las condiciones de la competencia. Se puede sostener que una elección, incluso en el mismo país, es distinto a otras elecciones y que ninguna elección es repetible, en este sentido, las elecciones responden a momentos históricos determinados. Estas condiciones de la competencia pueden variar sustancialmente de una competencia a la otra y habrá muchos nuevos factores que la puedan determinar. Sin embargo, los antecedentes también cuentan, a manera de ejemplo, las huellas de las elecciones del 2006 influenciaron la reforma electoral del 2007 y la actitud de los actores, aunque sean los mismos, tal es el ejemplo del candidato de la coalición Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador. En el transcurso de nuestro escrito vamos a describir estas condiciones de la competencia.
Un segundo elemento que influye fundamentalmente en las elecciones es la calidad, cantidad, concentración, estructura y comportamiento de los ciudadanos. En todas las elecciones, los ciudadanos son los que en última instancia determinan el triunfo o la derrota de los partidos políticos. La ciudadanía es un concepto mediador porque integra exigencias de justicia y a la vez hace referencia a los que son miembros de la comunidad, unen la racionalidad de la justicia con el calor del sentimiento de pertenencia, esto de acuerdo a Adela Cortina (Ciudadanos del Mundo. 2005).
El tercer elemento de este procedimiento electoral son los partidos políticos y sus candidatos. Se dice, con cierta razón, que no puede haber un sistema electoral, por lo menos en el mundo moderno, sin los partidos políticos. El sistema de partidos determina sobre la propia competencia. Un cuarto elemento a considerar es la autoridad electoral, esta autoridad, influye en el procedimiento electoral de acuerdo a la manera en que se nombra, qué grado de autonomía tiene en relación al poder público y a los partidos políticos, así como su organización y capacidad para competir en las elecciones. La confianza en la autoridad electoral es fundamental también para la buena marcha de las elecciones. Como un quinto elemento del procedimiento electoral, tenemos el sistema de normas que son también elementos esenciales que determinan el funcionamiento de la totalidad del sistema electoral. Si las normas son impuestas o consensuadas dependerá de la voluntad de los propios actores.
Como sexto elemento del procedimiento electoral, debemos de mencionar la competencia propiamente dicha, que tiene que ver con estrategias, mercadotecnia política, con los tiempos de campaña y los alcances de la propia competencia.
El desarrollo del procedimiento electoral en nuestro país nos conduce pues, a una concepción mínima de la democracia, pues ha originado la alternancia de los partidos políticos en el poder público, así como también una apertura en los medios de comunicación y de una sociedad mejor informada y demandante.
Todo lo anterior se encuentra determinado por una ideología de corte liberal, en donde se privilegia al individuo por encima de las colectividades, así, el individuo es el verdadero príncipe y mandante de este sistema electoral. Sin el liberalismo que nace en el siglo XVII y XVIII es imposible concebir los gobiernos representativos. Claro está que el modelo representativo de gobierno tiene sus antecedentes en la democracia ateniense, correspondiente al siglo IV antes de Cristo, que se sustentó en la igualdad política, y también en la res pública romana de los siglos II y I antes de Cristo, quien acuñó la idea de la ciudadanía universal e igualitaria. Así, la representación, partió de la consideración de que las leyes debían de ser iguales para todos y el gobierno tenía que ser ejercido por la mayoría y actuar en pro del bien común. La celebración periódica de los comicios para elegir a los representantes se convirtió en una de las claves articuladoras y definitorias del liberalismo (Sierra María, Et. Al. Elegidos y Elegibles. 2010).
Queremos dejar claro que el liberalismo es la ideología predominante en nuestra época, esto no quiere decir que no existan otras ideologías como son el republicanismo y el comunitarismo que también se practican en otros lugares, incluso en nuestro país, como por ejemplo en las comunidades indígenas.
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