
Noticias de la otredad
Oaxaca, Oax., 25 de septiembre de 2011 (Quadratín).- No se puede negar que el régimen político surgido de la Revolución Mexicana fue un régimen altamente eficaz, pues no solamente le dio paz y estabilidad a la nación, sino también desarrollo, pues de ser una sociedad eminentemente agraria y pre-capitalista durante el régimen porfirista, se transformó en una sociedad industrial y moderna, claro está, sin desconocer sus saldos negativos. En cuanto régimen bonapartista tenía una base que llamamos de democracia plebiscitaria, pues al no haber competencia electoral, la consulta a las urnas se hacía con el propósito para medir la aceptación del régimen revolucionario. Para muchos analistas este tipo de régimen se le considera autoritario.
Impulsado por el propio régimen revolucionario, el gobierno mexicano se fue democratizando mediante sendas reformas electorales que permitieron avanzar a una competencia más cerrada en las elecciones y desde luego, la formación de la alternancia en los gobiernos municipales, locales y en el nivel federal, cuya expresión más acabada fue el asenso del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República. A consecuencia de esta democratización electoral aparece un autentico federalismo, que algunos analistas le llaman nuevos cacicazgos regionales, así como también los llamados gobiernos divididos. Lo paradójico es que la democratización ha traído como consecuencia la ineficacia del gobierno y la crisis de credibilidad del mismo.
El Partido Revolucionario Institucional, a través de uno de sus senadores Manlio Fabio Beltrones ha propuesto un gobierno de coalición para México con el propósito de lograr eficacia y desarrollo desde el gobierno.
Esta propuesta puede ser una de las reformas políticas de mayor alcance para la República Mexicana, sin embargo, hasta el momento no se tiene claridad lo que significa un gobierno de coalición. Con el propósito de contribuir al esclarecimiento del tema nos permitimos delinear los rasgos más fundamentales de un gobierno de coalición para Oaxaca.
Es evidente que un gobierno de coalición no significa otorgar cargos públicos a las diferentes expresiones políticas que puedan conformar este tipo de gobiernos, no es un reparto de posiciones y prebendas, pues este tipo de acciones se les podría llamar, como lo hemos llamado, gobiernos patrimonialistas, prebendarios o en su caso, un gobierno de cuotas y de componendas. No es pues juntarse, ponerse de acuerdo, ganar la elección y repartirse el botín. Un gobierno de coalición niega totalmente este tipo de prácticas, que desgraciadamente es lo que está sucediendo en Oaxaca.
La idea de gobierno de coalición lo podemos extraer mejor de lo que los antiguos teóricos de los gobiernos llamaban el gobierno mixto, este tipo de gobiernos surgía de la clasificación según el número de gobernantes, esto es, el gobierno de uno sólo, el gobierno de pocos y el gobierno de los muchos, que son la monarquía, la aristocracia y la democracia, luego entonces, un gobierno mixto es aquel que combina cualquiera de estas formas de gobierno entre sí. El ejemplo clásico es el régimen político de la Roma antigua en el cual había un gobierno monárquico combinado con el gobierno democrático. Según los teóricos de la política este tipo de gobierno garantizaba la estabilidad del régimen político. El problema de los gobiernos en la actualidad, no sólo tiene que ver con la estabilidad de los mismos, sino tiene que ver también con su eficacia para resolver los problemas. Muchos opinan que el gobierno eficaz por excelencia es la dictadura y que la democracia es el gobierno anárquico por excelencia. Sin estar de acuerdo con éstas afirmaciones podemos decir que todo gobierno debe de tener la capacidad para ejercer el monopolio de la violencia legítima, pero también debe tener la capacidad para resolver los grandes problemas nacionales, luego entonces, necesitamos un nuevo diseño institucional mediante la cual las diversas fuerzas organizadas puedan participar en el gobierno de la sociedad. Así, en primer lugar, necesitamos un Poder Ejecutivo eficaz, pronta, enérgica, con suma energía y con el respaldo de los otros poderes para actuar en consecuencia, pero que también necesita del control de los mismos poderes para no extralimitarse en sus funciones. Se necesita también de un Poder Legislativo responsable que ayude al Ejecutivo para la pronta resolución de los problemas, pero gozando de una plena autonomía para deliberar los problemas del Estado oaxaqueño. Necesitamos a la vez, un Poder Judicial plenamente autónomo para garantizar la vigencia plena del estado de derecho y de una justicia pronta y expedita. Este es el viejo esquema de lograr los pesos y contra pesos entre los poderes institucionales. Desgraciadamente esto no lo vemos en Oaxaca, pues observamos un Legislativo subordinado y un Poder Judicial en manos de una de las facciones que componen el gobierno oaxaqueño.
Otro elemento del gobierno de la coalición, es que las distintas organizaciones políticas se pongan de acuerdo, en lo fundamental, sobre las políticas de desarrollo del Estado. Estando de acuerdo en los puntos fundamentales, lo demás puede ser motivo de controversia o en su caso, de políticas públicas particulares. Pongamos tres ejemplos, como son la política de seguridad del ciudadano, la política autonómica de los pueblos originarios y la política de desarrollo del Estado oaxaqueño. Un tercer punto de un gobierno de coalición, es ponerse de acuerdo sobre el método de gobierno, que pueden ser a partir de la democracia deliberativa, de la democracia participativa o comunitaria por mencionar un método, o si se quiere de un método plenamente liberal que deberá partir del individuo y no de las colectividades. La problemática se reduce pues, en ponerse de acuerdo sobre el método.
En resumen, un gobierno de coalición implica un rediseño institucional y constitucional para lograr mayor eficacia del gobierno y ser así un instrumento al servicio del pueblo.