Promueve policía de Oaxaca de Juárez prevención y proximidad social
OAXACA, Oax. 29 de septiembre de 2013 (Quadratín).- Existe una regla general en los gobiernos que conviene tener presente a la hora de elegir a nuestros representantes, que consiste en la tesis maquiaveliana que los que llegan al gobierno sólo por los favores de la suerte o de la fortuna y que no tienen mayores dificultades para ello, por lo regular, realizan malos gobiernos y sufren la inestabilidad de sus regímenes políticos.
Por el contrario, aquellos políticos que van escalando peldaño por peldaño su ascenso al poder, logran una gran experiencia y además, construyen su candidatura mediante virtudes, experiencias y conocimientos, logran buenos gobiernos.
Los que ascienden al gobierno por la fortuna y dependientes de ella, son los que son respaldados por la corrupción del ejército; los que deben su poder a un solo hombre, como puede ser un hombre fuerte del régimen; los que son subordinados a estrategias de alianzas inmorales de grupos y partidos; los que de particulares se convierten en gobernantes. Todos ellos no pueden conservar la jerarquía de dignos gobernantes. En suma, no entienden ni entenderán que el gobierno es un arte.
A este tipo de gobernantes, se tambalean a las primeras crisis o tempestades del régimen político. Sólo se pueden salvar de esta condición, sostiene Maquiavelo, a condición de que gocen de enormes talentos para sostenerse en el poder y construir los cimientos más firmes para un nuevo gobierno. Por tanto, hay dos maneras de arribar al poder político: por talento o por fortuna o suerte. Dos ejemplos de nuestra historia: por talento, Benito Juárez; por fortuna, Pascual Ortiz Rubio.
También se puede ascender al poder por otros dos medios: por malas artes y por circunstancias fortuitas, que de alguna manera está relacionado con la suerte pero no es tan fundamental. Los que llegan por malas artes, mediante simulaciones, astucias, incluso crímenes, estafas y corrupciones. Estos dos tipos de regímenes son bastante inestables. En este contexto, de arribar al poder y conservarlo por malas artes, surge el tema sobre el uso del mal en el gobierno.
Es pertinente citar dos tesis de la escritora Susana Neiman sobre el tema del mal. Nos dice Neiman, “sólo para quienes creen que el mal tiene una esencia inalterable a lo largo de sus apariciones. Este libro sostiene que no es así. Nuestra comprensión del mal ha cambiado agudamente a lo largo del tiempo……. Las concepciones modernas del mal fueron desarrolladas en el intento de dejar de culpar a Dios por el estado del mundo, para hacernos responsables de su condición por cuenta propia. En la medida en que una mayor responsabilidad por el mal fue siendo atribuida a los seres humanos, menos digna fue pareciendo nuestra especie de cargar con ella.” (Neiman, Susan. El mal en el pensamiento moderno. Edit. F.C.E. México, 2012, p.p. 15, 28 y 29). Luego entonces, la concepción del mal es relativa y la responsabilidad de su uso es exclusivamente humana.
Una primera observación, el empleo del mal sólo se debe de hacer por el bien del Estado y del pueblo. La utilización del mal no es posible, en política, usarlo para beneficio privado, eso sería un crimen y no una razón de Estado. Una segunda observación que va de la mano con la primera, es que el mal dependerá siempre su buen uso o mal uso. Se debe procurar siempre usarla para un bien común o colectivo. Emplear bien la maldad, nos dice Maquiavelo es cuando se procura emplearla una sola vez, “dictada por la necesidad de asegurarse el poder y que luego no se recurre a ella más que para conveniencia del pueblo” (Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Edit. Colofón. México, 2007, p.37). Las crueldades que se utilizan a menudo, en lugar de conservar el poder son motivo de rebeldías y revoluciones. Un gobernante timorato para el buen uso de la maldad no merece ser gobernante para un pueblo, si por timidez o mal consejo, se procede de otro modo, es decir, utilizar el mal una sola vez, “habrá que estar constantemente puñal en mano, y en este caso, es imposible contar con súbitos a quienes los repetidos ataques no permiten tener confianza en su Príncipe; porque, lo repito los crímenes han de perpetrarse todos de una vez, a fin de que por tener menos tiempo para resentirse de ellos no lastimen tanto; en cambio los beneficios han de surgir lentamente, uno por uno, en objeto de que puedan gozarse mejor.” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 37).
Pero es conveniente no llegar a la utilización como signos de locura o de plena irracionalidad, como el caso de Auschwitz, ejemplo de maldad con locura de los nazis. Sin embargo, el mal puede ser una forma de acción política en donde todo es posible.
Cuando el ciudadano llega a ser gobernante por el favor de sus conciudadanos sin recurrir a las malas artes, luego entonces, el favor de los conciudadanos le es bastante para adquirir el poder público sin menos cabo del mérito ni de extraordinaria suerte. En este contexto, sólo es posible ascender por la benevolencia del pueblo o por el favor de los barones del dinero. El favor del pueblo nace de su deseo de no ser oprimido y el gobierno de los barones del dinero nace por el enorme deseo de los mismos por oprimir al pueblo. En sus extremos, el primero puede conducir a la anarquía, porque cada individuo querrá ser su propio gobierno; el segundo, produce el totalitarismo que implica nula resistencia del pueblo.
Es evidente que quien goza el favor del pueblo le es más fácil conservar el poder y la estabilidad del régimen, porque pocos se pueden oponer a este tipo de gobierno; por el contrario, cuando son los barones del dinero los que gobiernan, se tiene un gobierno, regularmente, inestable, porque no reconoce jerarquías y se consideran iguales con el vértice del poder.
Las diferencias entre un régimen y otro, Maquiavelo considera, que: “honradamente no se puede contentar a los grandes, y sí al pueblo, que es más razonable; aquéllos quieren ejercer la tiranía; éste sólo pretende evitarla. Añádase a esto, que el Príncipe nunca podría asegurarse contra un pueblo enemigo, por tener que habérselas con muchos, mientras que a los grandes, por ser pocos, fácilmente los domina” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 38).
El abandono, es la acción que toma el pueblo ante un mal gobernante, llegando, en su caso, a la rebelión. En cambio, cuando algún gobernante se declara alejado de los barones del dinero, se convierten en feroces enemigos a los que había que temer siempre. A los barones del dinero no queda más que colmarlos de favores y prebendas o anularlos con eficacia. Vean si no sus virulentas respuestas ante la Reforma Hacendaria y su beneplácito ante la posibilidad de la apertura de los recursos energéticos. El Presidente Peña no puede olvidar la regla de estar siempre con el pueblo, aunque el pueblo no sepa siempre lo que quiere.
Para tratar con los barones del dinero, el gobernante puede considerar las siguientes apreciaciones de Maquiavelo: Los que son fieles seguidores del gobernante, deberá de colmarlos de honores y querencias, siempre que no sean rapaces. Los que no son fieles, cuando lo son, lo hacen por cobardía o por ambición y cálculo. Para los fieles-cobardes hay que servirse de ellos, “sobre todo de los que sean buenos consejeros, porque así te honras en la prosperidad y nada has de temer de ellos en la desgracia. Pero, si es por cálculo o ambición, has de suponer que miran más por ellos que por ti, y, por consiguiente, debes desconfiar de ellos tanto como si fueran tus enemigos declarados, porque, si caes en la adversidad, siempre ayudarán a perderte”. (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 39).
Esta clasificación de los gobiernos por la forma de acceder al poder, sea por el consentimiento del pueblo y por el de los barones del dinero, ofrecen como resultado diversas conductas que deben tener los gobernantes. Esto, poco se ha entendido sobre la riqueza de comportamientos y de reglas de buen gobierno que pueden tener los gobernantes.
Otra forma de gobierno, que indistintamente se adquiera por el pueblo o por los barones del dinero, es aquél que el gobernante delega todas las acciones de gobierno en la burocracia o cuerpo administrativo. En este caso es peligroso para la salud del régimen, porque el gobernante dependerá siempre de quien haya confiado su autoridad, los cuales hacen como que obedecen o le entorpecen la buena marcha del gobierno en razón de que la burocracia crea sus propios intereses, el caso de Oaxaca en la actualidad es muy ilustrativo.
En este caso se estará en contra de una ley muy simple del poder que consiste en que el gobernante debe procurar que sus conciudadanos le necesiten en todo tiempo, único recurso y medio de que siempre gozará de sus favores.
En resumen, para Maquiavelo existen las siguientes formas de gobierno, el que se accede por talento y experiencia, el que se accede por suerte, el que se accede por el pueblo, y el que se accede por los barones del dinero. Está por demás destacar de la importancia de esta clasificación, ignorada por los teóricos de la política.