Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax. 17 de noviembre de 2013 (Quadratín).- Una de las mejores virtudes de los gobernantes es ser fuerte, razonable, pragmático, tener una gran dedicación a la causa de la lucha, jamás perder la cabeza en los momentos de crisis y guardar silencio en medio de la gritería. Con esto se demuestra que el ser gobernante es una gran responsabilidad consigo mismo y con los demás.
Asimismo, es pertinente tener una personalidad magnética, pensar de un modo original y a menudo, ser sorprendente. Los grandes gobernantes han tenido este magnetismo y originalidad, por ello, son recordados y emulados con frecuencia. Por otro lado, tener un gran control es indispensable y saber manifestarse con exactitud. Es recomendable no perderse en la variedad y en el misticismo, habría que ser concreto y con espíritu de veracidad. En los gobernantes es constante encontrar espíritus prácticos e idealistas que son contrapuestos.
Para un líder de una organización de masas parece poco recomendable tener el aire de superioridad, a las masas les gusta tener a uno de sus iguales como líder de la organización. La capacidad de liderazgo se debe mostrar a cada instante, a veces mostrarse frio y razonador y tener sentido de humor, puede servir para palear las crisis más agudas del movimiento de masas.
Asimismo, es menester entender que en política la planeación es útil, sin embargo, hay que estar conscientes que más de las veces el curso de los acontecimientos nos arrastra. La política es mucho de contingencia.
Al líder de masas le es menester tener un enfoque analítico, capacidad para expresarse clara y sencillamente y tener una experiencia táctica para conducir a las masas hacia la consecución de los fines propuestos. Algunos opinan que un líder de tal envergadura, deberá tener también una altitud de miras, tolerancia hacia los diferentes puntos de vista y tener un pensamiento maduro.
Tener también una ideología clara y consistente, ser un excelente organizador, saber equilibrar puntos de vista divergentes y lograr acuerdos aceptables para todos, son cualidades de un buen líder de masas. Pero sobre todo, un líder de masas deberá entender que un hombre involucrado en la lucha social, es un hombre sin vida familiar y privada.
Si bien es cierto que el líder de las masas es un gran conductor de las mismas, habría que recordar, nos dice Mandela que: “Fue una de las primeras ocasiones en que me percaté que era insensato ir en contra de las masas. No sirve de nada adoptar medidas a las que las masas se oponen, ya que será imposible llevarlas a la práctica” (Mandela, Nelson. El largo camino hacia la libertad. Edit. Aguilar. México. 2013, p. 143)
Para la lucha de masas, un dirigente de la misma no puede utilizar métodos heterodoxos. El revolucionario de cabeza caliente, como le llama Mandela, no puede y ni tiene la capacidad para pensar bien las cosas, siempre actúa con una falta de total disciplina. A pesar de las injusticias en que pueden vivir los pueblos, como el caso de Oaxaca, no hay que dar palos de ciego y si tener un método adecuado de lucha y tener la cabeza bastante fría.
Los pueblos indios de Oaxaca han vivido, durante más de quinientos años, la dominación más cruel de la historia humana, aquella que no se nota, que es invisible pero que ha sido muy efectiva, pues nos ha convertido en una servidumbre humana .Ese régimen se le llama totalitarismo porque nos niega y nos hace invisibles.
En los debates, en las discusiones, es indispensable no adoptar una actitud de superioridad moral sobre el oponente, pues se convierte en un debate de sordos y no de personas razonables. Adoptar la posición de una superioridad moral acaba con todo debate.
Un gobernante, debe saber de ante mano, como lo dijo Mandela, que: “No se debe juzgar a una nación por cómo trata a sus miembros más encumbrados, sino por cómo trata a los más humildes” (Mandela, Nelson. Ob. Cit. p. 211). Esto es muy aceptado, pues tratar a los pobres mediante la caridad y la dádiva, habla de la falta de respeto de los gobernantes hacia ellos. Los programas de la lucha en contra de la pobreza tienen mucho de esto.
Un mal que demuestran muchos gobernantes, consiste en tomar decisiones guiadas por cuestiones de orgullo, vergüenza, o venganza, se debe recordar siempre, que las decisiones gubernamentales se toman por cuestiones estratégicas, es decir, siempre persiguiendo la eficacia gubernamental, esto es así, porque en las tareas de gobierno, no caben anteponer los sentimientos personales. Recordar siempre que se busca beneficiar a millones de seres humanos y esto está por encima de cualquier sentimiento personal, por más valioso que puede ser.
La demagogia es un mal de los gobernantes, un demagogo es aquel que crea falsas esperanzas en los ciudadanos que no puede cumplir. Por lo regular, los aspirantes al poder todos son demagogos, sin embargo, el gobernante deberá de cuidar de no caer en falsas promesas, pues la falta de credibilidad es razón suficiente para ser considerado un mal gobernante.
Un gobernante deberá contar con sabiduría y sosiego, paciencia y competencia organizativa, con una capacidad para dirigir e inspirar sin pisar a nadie, es en sí, la persona ideal para dirigir el Estado.
Tener dignidad es una virtud más del buen gobernante. La dignidad los vuelve gigantes de la política. Si en un ciudadano ser digno es una enorme virtud, más lo es en un gobernante incluso, un gobernante digno, puede renunciar si es capaz de reconocer que no puede con el cargo asignado por el pueblo, hablaría bien de él, si por el contrario, se muestra indigno del cargo asumido, el pueblo, seguramente, lo repudiará. La dignidad es la impronta de todos los actos de un buen gobernante.
La convicción por sus principios, ideales y motivos de la existencia política, es norma de los buenos gobernantes, por ello, vale la siguiente cita a Mandela: “He dedicado toda mi vida a la lucha del pueblo africano. He combatido la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre, en que todas las personas convivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que aspiro alcanzar. Pero si es necesario es un ideal por el que estoy dispuesto a morir” (Mandela, Nelson. Ob. Cit. p. 381).
En fin, sin sentido moral, la política se convierte en el más cruel de las luchas entre los hombres, esa es la enseñanza que nos aporta Mandela. La política sin ese sentido moral, es simplemente lucha sin destino.