
De la misma manada
OAXACA, Oax. 15 de diciembre de 2013 (Quadratín).- En las épocas de la alternancia de los partidos en los poderes del Estado, a los nuevos gobernantes les son planteados diversos problemas que le son necesarios resolver.
Su primer problema es conservar el propio Estado. No se le puede desmembrar y disminuir el poder al Estado. La primera tarea del gobernante es tener el respaldo de sus ciudadanos, armarlos de buena información sobre el rumbo del nuevo gobierno. En segundo lugar, es menester que el objetivo de dividir al enemigo es una buena estrategia, el agrupamiento de los derrotados es un mal para todo gobierno.
Es necesario también atraerse aquellos líderes sociales que pueden ser buenos aliados. Habría que construir las fortalezas del nuevo gobierno y destruir las fortalezas del gobierno anterior.
Una norma elemental es aquella que nos señala que son de más fiar los funcionarios del régimen anterior, que los nuevos que acompañaron al nuevo gobernante en la campaña, pues los primeros estarán siempre agradecidos por la nueva oportunidad, mientras que los segundos nunca estarán satisfechos por lo adquirido, pues siempre creerán que se merecían mucho más, así, nos dice Maquiavelo: “Si medita los ejemplos antiguos y modernos, descubrirá las causas de todo; verá que se gana mucho más fácilmente las amistad de quienes se contentaban con la administración precedente y que, por tanto, eran enemigos suyos, que la de aquellos que, por descontento, se hicieron amigos suyos y elevaron al trono” (Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Edit. Colofón. México, 2007, p. 68)
Se ha sostenido, regularmente, que a los pueblos no les gustan los gobernantes pusilánimes, más bien les gustan a los gobernantes que se proponen grandes empresas. A estos gobernantes siempre se les recuerda con veneración. Apostar por las grandes obras, transformaciones, construir un nuevo régimen político, social y económico, nos habla de la grandeza de un buen gobernante. Se quiere al gobernante que asume riesgos y no a los pusilánimes.
Al gobernante, le es saludable para él y para su gobierno, procurar por parecer excelente y grande en cada uno de sus actos, aunque tales actos, no sean de la importancia para el caso. Los llamados gobernantes democráticos que tienden parecer normales y ciudadanos en sus actos, pronto pierden el respecto de sus ciudadanos.
Es pertinente, también, que se haga precisar cuándo es amigo o verdadero enemigo, así, podrá saber de sus reales o supuestos amigos o enemigos, el gobernante, procederá por ello actuar con precisión, con certeza, incluso, siendo natural más de las veces, aunque por ello, se pueda perder el gobierno.
Al respecto nos dice Maquiavelo: “Pero, si te declaras francamente a favor de uno de ambos partidos, si vence aquel a que te adhieres, te queda agradecidos y hasta llega a quererte, por muy poderoso que sea y por más que te halles a su discreción; pues nunca son tan desleales los hombres como para querer oprimirte con tanta ingratitud. Además, nunca son tan completas las victorias, que el vencedor no haya de seguir teniendo miramientos, sobre todo, con la justicia; si aquel a quien adhieres es vencido, te recibirá con cariño, te ayudará cuanto pueda y te convertirás en compañero de una fortuna que puede rehacerse” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 70).
Si en el gobierno existen divergencias y luchas entre dos partidos, fracciones o grupos de presión, se considera muy pertinente que el gobernante no se conserve neutral y tomar la decisión de apoyar a una de las partes, siempre que se debe estar seguro de no temer al vencedor, porque así contribuyes a la ruina de una de las partes, porque de esta manera contribuirá a su propia salvación.
Sin embargo, la asociación con una de las partes, debe de considerar que no sea más poderoso, salvo casos excepcionales; porque si sale vencedor se quedará a su discreción y se romperá la regla de que ningún gobernante debe de estar a merced de los demás. Por ejemplo, la asociación que han tenido los gobernantes mexicanos con los de los Estados Unidos de América, los ha convertido en socios dependientes de tales gobernantes americanos. Así, nos cuenta Maquiavelo que los venecianos sin que nada los obligara, asociarse con Francia contra el Duque de Milán, y de ahí les vino la ruina. O el caso del gobierno de la alianza de Oaxaca, que se asoció con la Sección 22 del Sindicato de Maestros que ha significado la ruina del gobierno aliancista.
Es verdad que no existen ninguna resolución o decisión segura, siempre se decidirá entre inconvenientes, pero se necesita del arte de la prudencia para reconocer la clase de inconvenientes y decidir como bueno el menos malo.
Así, para George Bernard Shaw, irlandés de origen, nos dice sobre los inconvenientes; “Los hombres no están gobernados por la justicia, sino por la ley o la persuasión. Cuando rehúsan ser gobernados por ellas, han de ser gobernados por la fuerza, por el engaño, o por ambas a la vez. Si el pueblo no puede gobernarse así mismo, ha de ser gobernado por alguien. Si no puede cumplir con su deber sino medio obligado y medio engañado, alguien ha de obligarle, y ha de engañarle. Gobernar es imponer la crueldad sobre los que se portan mal. Luchar es imponer la crueldad sobre los enemigos. El pueblo encarga los trabajos crueles a los gobernantes y después se maravilla de que sean crueles” (Ramírez, Alfonso Francisco. Antología del pensamiento político, Edit. Trillas. México, 1962, p. 577)
Así, el trabajo de gobernar a los ciudadanos para el bien de la asociación o de la sociedad, es una labor llena de inconvenientes, hasta el grado de ser cruel, cuando la situación lo amerita gobernar en un régimen democrático es mucho más difícil, pues siempre hay que agradar a las gradas y a los grandes señores.
Los gobernantes, en sus decisiones, beneficiarán a una parte de la sociedad, pues es imposible beneficiar a todos, luego entonces, deberá buscar el beneficio de la mayoría, en esto consiste el trabajo gubernamental.