Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax. 2 de febrero de 2014 (Quadratín).- Hemos sostenido que la suerte o la fortuna política es una realidad, que es una praxis y contraria a la técnica o a la ciencia. Es muy cierto también que aquél gobernante, que mediante la técnica y el arte del gobierno bien utilizada, reduce la dependencia de la fortuna política.
Sin embargo, aquellos gobernantes que se hacen depender absolutamente de la suerte política, pronto sufren los fracasos cuando la fortuna política cambia. La fortuna política es aquella veleidosa mujer, caprichosa y antojadiza de la vida.
Además de la necesidad de la técnica y del arte de gobierno, que tiene que ver mucho con las cualidades y virtudes del gobernante, para reducir la influencia o de la necesidad de la suerte política, existe una regla general que minimiza su necesidad: amoldarse o adecuarse a los tiempos y circunstancias.
El gobernante no puede ni debe actuar como si las circunstancias fueran las mismas en todo tiempo y lugar; no existen reglas de acción política para una vez y para siempre. Cambiado las circunstancias y los lugares, la acción política deberá amoldarse a ellos. Esta acción política deberá ser siempre a favor del bien público o en su caso, para el bien del gobernante.
De esto se puede deducir que para lograr los fines políticos, los gobernantes tendrán diversos caminos y métodos. En política no hay reglas generales, sino particularidades del momento. Lo único valido del fin político es lograr el bien común, por ende, la fortaleza del Estado.
Por lo anterior, vale la pena citar en extenso las palabras de Maquiavelo sobre el tema: “Creo también que sólo es afortunado el que amolda su conducta a las circunstancias, y desdichado, el que no sabe amoldarse a los tiempos; porque se ve que los hombres, para conseguir el fin que se proponen, es decir gloria y riqueza, siguen caminos diversos, uno, con cautela, otro con impetuosidad; quién por la violencia, quién por la astucia; éste por la paciencia, aquél sin espera, y cada cual puede llegar por tan diferentes medios. Sucede, sin embargo, que, de dos que van por el mismo camino, uno llega a su término y el otro no; y que otros dos son igualmente afortunados empleando medios distintos, uno, con longanimidad, y con impetuosidad el otro; lo cual sólo puede proceder de la diversidad de los tiempos, conformes o no con su sistema” (Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Edit. Colofón, México 2007, p. 76).
Es importante destacar que los mismos métodos y procedimientos de la acción política, sólo son eficaces si se acomodan a los tiempos y circunstancias. Un método político no es eficaz por sí mismo, esa es la tesis maquiaveliana. En esto le asiste mucha la razón al florentino, sin embargo, a los gobernantes les falta leer adecuadamente las circunstancias de los tiempos. La historia de los gobiernos es rica en las experiencias de una adecuada o no de lectura de los tiempos.
En México, se puede poner como ejemplo las reformas estructurales. Es evidente que los gobernantes mexicanos decidieron a favor de las políticas neoliberales, de aquí la necesidad, desde hace tiempo, de los cambios estructurales. El Presidente Felipe Calderón lo intentó, los tiempos y las circunstancias no le favorecieron como hoy sí lo hicieron con el Presidente Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, es de destacar que los gobernantes también deberán de crear los propios momentos y circunstancias, porque nada en la política es natural, pues todo es circunstancial. Por eso, Maquiavelo insiste que: “De ahí resulta lo que he dicho, que dos que proceden diferentemente consiguen el mismo objeto, y que de dos que de igual modo proceden hacia el mismo fin, llega uno y el otro no. También de esto depende el bien o el mal; si un Príncipe se gobierna con paciencia y circunspección, y las circunstancias y los negocios son tan oportunos como bueno es su gobierno, prospera; mas si varían negocios y circunstancias, se pierde, porque no muda de conducta”. (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p. 76”.
Un ejemplo para el tema lo tenemos en Oaxaca, la gran mayoría de los ciudadanos y gobernantes oaxaqueños, sabemos que la dirigencia de la Sección XXII del Sindicato Nacional de los Maestros, es un verdadero mal y lastre para el buen desarrollo de nuestro Estado y que se estaría de acuerdo con la eliminación de este mal, liberando, en primer lugar, a los maestros del totalitarismo de los dirigentes magisteriales. Creemos que hoy son momentos propicios para una acción profunda en contra de estos líderes y democratizar la Sección Sindical, sin embargo para ello se necesita enorme voluntad de la clase gobernante. En resumidas cuentas, la nación le agradecería a la clase política oaxaqueña, pues las circunstancias son favorables para iniciar la democratización de la sección XXII, en caso, contrario, se hará un verdadero mal a los oaxaqueños.
Sin embargo, el mismo Maquiavelo no dice que los gobernantes no saben resistirse a su propia inclinación. “ o porque casi no puede uno decidirse a dejar un camino donde siempre halló prosperidad, por último, porque el hombre paciente no sabe ser impetuoso, cuando conviene serlo, por lo cual se pierde; mientras que, si variase de naturaleza según los tiempos no variaría de forma” (Maquiavelo, Nicolás. Ob. Cit. p.76).
Maquiavelo nos da la respuesta sobre las posibles acciones de la clase política oaxaqueña en relación a los líderes sindicales de los maestros. En primer lugar, hay una fuerte inclinación de esta clase política de no entrar en conflicto con los maestros; en segundo lugar, esta clase está en el confort político con la relación actual con los dirigentes magisteriales y un cambio de conducta es imposible.
En fin, Estamos de acuerdo con la tesis de José Sánchez Parga que “En un cambio de época, donde los cambios pueden ser tan rápidos y generalizados como abruptos e imprevisibles, los márgenes para lo inesperado, la suerte y la fortuna parecen ensancharse” (Sánchez-Parga, José. Poder y política en Maquiavelo. Edit. Homo Sapiens. Argentina. 2005, p. 244).
Por tanto, en relación al problema magisterial, nos acogemos a la buena suerte del régimen oaxaqueño.