Diferencias entre un estúpido y un idiota
OAXACA, Oax. 10 de agosto de 2014 (Quadratín).- Es signo de nuestro tiempo ver con singular pesimismo el futuro del hombre, regularmente se recurren a seres antinaturales para otorgarle viabilidad a la existencia humana. Referente a la política, parece ser que estamos condenados a ser gobernados por una minoría, el gobierno del pueblo es cada vez más una broma de muy mal gusto.
La división entre gobernantes y gobernados es una condena, no solo teórica sino también práctica. Si le agregamos que cada vez más los gobernantes son opulentos, ricos, poderosos, la inversión en política es cada vez más redituable, incluso arriba de los bienes en capital. Sus representaciones son falsas, ideológicas, engañosas, abstractas, jurídicamente verdaderas pero políticamente mentirosas. La representación ciudadana es ya una forma de dominación que es ya conciencia humana, por ende, una forma de dominación de la conciencia, tan sutil como imperceptible.
La ciudadanía sólo existe en el orden de dominación, es sólo instrumento de los poderosos para seguir lucrando de la producción de la riqueza humana. Aún más, se nos hace creer que sin el ciudadano no será posible alguna forma de orden político más justo, como por ejemplo, Aurelio Arteta, quien en su ensayo: “Aprender democracia, ¿por qué? Quien afirma que: “Porque ésta es la gran diferencia de la democracia respecto de los regímenes que no lo son: mientras en estas otras formas de gobierno casi todos dependen de uno o de unos pocos, en el democrático cada ciudadano depende en principio de todos los demás” (Arteta, Aurelio. Editor. El Saber del Ciudadano: las nociones capitales de la democracia. Alianza Editorial. Madrid, 2008, p.43).
Este es un ejemplo de argumentos ideológicos a favor del ciudadano y de su papel en la democracia, sin decir que incluso, en la democracia, no se borra la distinción entre gobernantes y gobernados. En una democracia, supuestamente están representados los ciudadanos y será mucho más rica, esta democracia, se nos dice, si participan activamente en el gobierno. Nadie en su sano juicio no podría estar de acuerdo con estas aseveraciones, quien lo hiciere podría ser catalogado como un loco o con un retrógrado. Precisamente aquí radica la fuerza de esta ideología, en su lógica y en su supuesta veracidad.
Todo estaría perfecto si vemos el asunto de la representación desde la óptica ciudadana, pues si, si se representan a los ciudadanos. Volvemos a insistir, los ciudadanos sólo existen en el orden político de la dominación de unos cuantos sobre los muchos, por lo tanto, la representación es falsa, es una falsedad, porque la ciudadanía es una invención, es una categoría de orden político, de ninguna manera social. En lo social se es obrero, campesino, empleado, jefe, capitalista, mujer, hombre, homosexual, indígena, migrante, niño, pescador, intelectual, maestro, o en categorías más amplias como pobre, rico, clase mediero. La pregunta: ¿quién representa a estos grupos sociales? ¿Por quién se sentirán representados? Evidentemente por nadie.
En algún tiempo, los partidos políticos eran definidos por los grupos sociales que pretendían representar, así había el partido obrero o campesino, el partido de los pudientes. Hoy todos los partidos se definen como la representación ciudadana por excelencia. Hans- Adam II, Príncipe de Liechtenstein, ha sido más honesto al reconocer que: “Los parlamentarios representan a sus partidos, e incluso en caso de que no siempre voten conforme a la línea del partido, no constituyen, por su origen, un reflejo de la población”(Hans-Adam II. El Estado en el Tercer Milenio. Edit. Ariel. Barcelona, 2011, p.126). Por ejemplo, ¿quién representa a los 50 millones de pobres del país? ¿Los ricos diputados del PAN, del PRI, del PRD, por mencionar sólo a los principales partidos? En rigor, sólo los puede representar una persona de su propia condición, es decir, un pobre. Porque eso es precisamente un representante, alguien de su propia especie.
Se observa, por ende, un gran divorcio entre la representación y la realidad de la población. Sería pertinente que un mes del año, un diputado o un senador, viviera en las condiciones en que viven los pobres para que tenga conciencia de la realidad social que dice representar, o que el Presidente o el Gobernador, viva un solo día en las condiciones en que vive un indigente. Talvez pudiesen mejorar su gestión a favor del pueblo.
Sin embargo, los seres humanos no pueden estar apacibles ante esta realidad, el hombre social, en quien se desarrollan todas las capacidades humanas, por el hecho de ser social precisamente, es un gran tomador de decisiones y un agente de cambio por excelencia, deberá reflexionar e iniciar la gran transformación de la teoría política en torno al Estado, las formas de gobierno, del orden jurídico y político, e iniciar un nuevo renacer cuyo base estará en la sociabilidad, capacidad, perfectibilidad y educación del ser humano.
La historia del hombre es muy rica en experiencias que demuestran la gran capacidad de inventiva que tenemos, la invención de la agricultura es tan solo un ejemplo de ello, que significó un paso decisivo en la construcción de la civilización o la invención del lenguaje y de la escritura por poner otro ejemplo de esta gran capacidad humana. El gran capital pretende engañar a la humanidad que no hay más allá del capitalismo, como los legisladores mexicanos han pretendido engañarnos que no puede existir un más allá de las líneas oficiales de la supuesta reforma educativa.
El hombre a diferencia de otros animales, nos recuerda Marx, es un ser autocreativo, un producto de sus propias necesidades, de su propio trabajo y labor, es un ser de su especie que se realiza en cuanto miembro de su propia especie, fuera de ella, el hombre no hace historia, solamente vive, de aquí la grandeza humana. La autocreación del hombre es un proceso, por eso somos optimistas, nuestra lastimosa realidad será superada por el propio hombre. El hombre, si tuviera alguna naturaleza, sería la histórica, mediante el desarrollo de las capacidades de su especie, porque se implica en el proceso de cambio en que es productor.
El hombre es un ser autoconciente, cualidad que le es inherente, hablar de la autoconciencia, no es hablar del hombre abstracto, sino del hombre como persona, como individuo, como criatura de carne y hueso, por ello, la representación no puede ser una entelequia de un concepto extraño a la propia autoconciencia, como lo es la ciudadanía, sino la autoconciencia del hombre concreto, del hombre social, del hombre dominado, del hombre que es necesario liberar y construir su verdadera representación: el hombre y de su condición social.
Hace muchos siglos la esclavitud se veía como algo natural, incluso justificada por los sabios, hoy los intelectuales de hoy nos hacen creer que la ciudadanía es tan natural como lo era la esclavitud. Todo era un engaño como lo es hoy. La ciudadanía es un medio de existencia de los poderosos como lo fueron los esclavos de antaño. Los hombres vivimos en dos mundos, el uno, engañoso como ciudadanos; el otro como hombres concretos, con una realidad muy concreta.