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Oaxaca, Oax., 29 de enero de 2012 (Quadratín).-No cabe la menor duda de que el gobierno representativo es una práctica que nace a la par del desarrollo del capitalismo, pues la legitimidad de los gobiernos medievales que derivaba de Dios o por lo menos de la costumbre, cambia por una nueva legitimidad que tiene su base en la soberanía popular. Los capitalistas para legitimar sus ganancias y la explotación del hombre por el hombre no podía tener, desde luego, su legitimidad en la religión cristiana, puesto que ésta prohibía el enriquecimiento, como diría Carlos Marx, el dinero incrementado era una cuestión de pecado. La sustitución de Dios por el pueblo soberano es una lógica de la acumulación del capital.
La nueva ideología, justificadora de este nuevo proceso, es desde luego, el liberalismo. El liberalismo tiene su base en el hombre libre, en el sentido de que tiene la autonomía necesaria para vender su fuerza de trabajo y disponer de su voluntad de acuerdo a ciertas circunstancias. La libertad en término de liberalismo va a significar precisamente la libertad de sujeción. La unidad entre lo político, lo económico, lo religioso y lo ideológico que fue característica de la edad media se va a desbaratar y surgirá una nueva pluralidad de la vida social, de tal suerte que, se abrirán las esferas y de diferenciación de la política, de la economía, de la religión, entre otras, así surgirá también la idea de que cada persona es un ser capaz de darse leyes así misma, constituirá el fundamento de la libertad jurídica.
Estamos de acuerdo con Abelardo Villegas, quien en su libro El Liberalismo publicado por la UNAM en 1986, quien sostiene que en lo verdaderamente especifico del liberalismo es su idea de individuo, vinculada necesariamente con la idea de la libertad, pero de la libertad no sólo en relación con la autoridad política sino también con la autoridad religiosa y con la autoridad económica, asimismo, sólo la reunión de las libertades individuales, sigue sosteniendo nuestro autor, hace posible la sociedad .Esto es lo que se conoce con el nombre de individualismo.
Esto es un gran brinco teórico en relación con la edad antigua y la edad media, en donde se sostenía que la promoción de la perfección humana sólo se lograría a través de la política, en cambio, para el liberalismo, el objetivo de la política será la protección de la libertad personal. Todo el sistema, el entramado jurídico, político, ideológico, social y económico del liberalismo, es crear las condiciones que son necesarias para el ejercicio de la libertad personal.
Berkowitz, Peter, en su libro, El Liberalismo y La Virtud. Editorial Andrés Bello, Chile 2001, resume con exactitud la idea sobre la tradición liberal, al decir que ésta fórmula un conjunto de temas característicos que incluyen los derechos individuales, el consentimiento, la tolerancia, la libertad de pensamiento y de deliberación, el interés personal bien entendido, la separación entre lo público y lo privado y la autonomía personal o la primacía de la elección individual; asimismo, esta tradición liberal ha elaborado un conjunto característico de instituciones políticas que incluye la democracia representativa, la separación de los poderes gubernamentales y la independencia del poder judicial.
Como consecuencia de todo lo anterior, la idea fundamental de que un hombre es un voto, se explica por los fundamentos del propio liberalismo. La creencia o mejor dicho la ideología de que los individuos conforman el poder político a través de su elección en el voto, creencia que sustituye el poder de Dios medieval, es simple y llanamente una falsa creencia que hasta el mismo Rousseau, quiso fundamentarlo diciendo que el hombre al ejercer su voto era plenamente libre para después volver a la esclavitud social. El sistema representativo no es más que la fórmula más perfecta para constituir la forma de dominación de los pocos sobre los muchos, pero también trae como consecuencia la propia debilidad del régimen político, pues a mayor participación ciudadana es mayor la impotencia del propio régimen para satisfacer las demandas de la soberanía. No es casual que con el avance de régimen representativo, hoy más que nunca, existe mayor desigualdad social.
En la historia de la humanidad los gobiernos siempre han sido oligárquicos, es decir, el gobierno de los pocos sobre los muchos, por lo tanto, nunca ha existido un gobierno democrático, pues éste significa el gobierno de los pobres, es decir, el gobierno de los muchos sobre los pocos, incluso los filósofos políticos, siempre han cuestionado, muy seriamente el gobierno de los pobres, pues significaría la anarquía y el desorden. Así cuando un ciudadano va y deposita su voto, no
está haciendo otra cosa que reproduciendo el sistema de dominación, así como el regreso del obrero a la fábrica reproduce la enajenación del trabajo frente al capital.
Para algunos intelectuales, defensores del capitalismo, como Samuel Huntington sostienen que el liberalismo es la última etapa de la historia de la humanidad, para nosotros todavía hay mucho que decir en la historia del hombre, pues estamos convencidos que el ser humano, el individuo, solamente se puede realizar en una comunidad que hará valer al hombre toda su potencialidad en cuanto hombre, pues la perfección es la característica fundamental de este animal político.
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