Yucatán y el país
OAXACA, Oax. 24 de noviembre de 2013 (Quadratín).- El 22 de enero de 2011 en un artículo llamado “Los extravíos de la transición, o ¿dónde quedó la brújula? “ Escribí sobre las premisas necesarias que los procesos de transición deben contener para pasar de un régimen político a otro, y, en el caso oaxaqueño, de un viejo régimen político autoritario y disfuncional a uno más democrático y funcional.
Estas premisas vale la pena recordarlas hoy, a tres años de ejercicio del denominado gobierno de la paz y el progreso, mismo que surgió a raíz de la derrota del priato en las elecciones a la gubernatura y en la mayoría del congreso local y los ayuntamientos en las elecciones del 2010.
Desde luego, y puestas a prueba de la praxis, esas reflexiones sobre la transición oaxaqueña, nos permitirían bosquejar que tanto se ha logrado avanzar en el proceso de transición a la democracia y cuales son los grandes objetivos pendientes en esta tarea, por tanto, he aquí las premisas formuladas hace casi 3 años.
La primera de ellas (escribí entonces) es que exista voluntad política del grupo gobernante para impulsar desde arriba los cambios que demanda la sociedad, sobre todo si éste emana de una elección democrática y representativa y no de una revolución.
La segunda requiere de una decidida, planificada y activa participación de las fuerzas sociales involucradas en el proceso de cambio y del conjunto de la clase y sociedad política organizada en los partidos, en especial del bloque que compondría el nuevo polo gobernante.
La tercera consiste en un creciente activismo de la sociedad civil que actuante, propone, exige y vigila el proceso, demandando más y más avances en la democratización de sí misma y del conjunto de las instituciones del Estado.
La cuarta es la capacidad de respuesta y resistencia que pueda articular el conjunto de fuerzas sociales y políticas desplazadas del poder, si éstas se oponen y niegan la posibilidad de los cambios, la transición avanzará a cuenta gotas y si por el contrario, éstas asumen el papel que pueden jugar en el nuevo proceso, ayudarían a agilizarlo y obligarían al nuevo bloque gobernante a la búsqueda de acuerdos y consensos para el establecimiento de una nueva normalidad institucional.
La quinta sería la constitución formal de un bloque pluripartidista de los partidos y fuerzas sociales que constituyeron la coalición electoral, mediante un pacto para definir el rumbo y orientación del gobierno, sus contenidos y acciones y por tanto su composición política y administrativa, que a su vez como bloque, abordara la negociación para la integración al nuevo polo gobernante, de las formaciones políticas adversarias y garantizar la plena estabilidad político-administrativa y la gobernabilidad democrática.
Ahora bien, que tenemos a mi juicio ¿3 años después?
En la Primer premisa, ha quedado claro que el bloque gobernante jamás mostró voluntad política para impulsar los cambios desde arriba, y por el contrario, han dejado sólo al Gobernador en la mayoría de sus esfuerzos bien intencionados para llevar a cabo cambios de fondo que, sin embargo, al no contar con la decisión plena y la voluntad política coordinada del poder ejecutivo para imponerlos, han naufragado ahogados por la burbuja política, que entre otras cosas, se ha convertido en uno de los principales obstáculos para el desarrollo democrático, ya que su resistencia a los cambios, la ha convertido en un ente conservador, preocupada más por sus privilegios, corruptelas y negocios, que por impulsar la transición democrática a fondo. Eso quizá se deba a la composición clasista de élite de la burbuja.
En cuanto a la segunda premisa, la acción decidida, planificada y activa participación de la fuerzas sociales involucradas en el proceso de cambio y del conjunto de la clase y sociedad política organizada en los partidos, no se logró, en primer término por la desunión de las fuerzas sociales, quienes creyendo que el gobierno por el que votaron y lucharon, haría los cambios, entraron en una parálisis orgánica, confundidos sus liderazgos entre el quehacer gubernamental y la acción opositora, extraviaron el rumbo y de ello, el magisterio es la mejor muestra. Las instancias de mediación entre la sociedad y el estado, quedaron atrapadas entre el ser y el deber ser.
Sin embargo, la principal responsabilidad la tienen las formaciones políticas, es decir, los partidos, quienes inmersos en sus confrontaciones internas, su profunda división, la perdida de credibilidad producto de confrontaciones estériles y burocracias antidemocráticas, su desarrollo orgánico como proto partidos, la perdida de sus objetivos estratégicos y métodos tácticos, por un practicismo ramplón e inmediatista, así como su recurrente orientación al oportunismo, hacen de ellos hoy, el principal obstáculo, al avance democratizador en el proceso de transición, puesto que como están constituidos actualmente, son entelequias no democráticas, secuestradas por pandillas de vividores, clanes familiares, saltimbanquis oportunistas y arribistas, fauna nociva producto del detritus político que deja el paso de un régimen de privilegios a una oposición colaboracionista, a uno de privilegios abiertos sin compromisos de largo plazo.
La tercer premisa, sólo se ha cumplido a medias, ya que la sociedad civil organizada, si bien se mantiene actuante, demanda más y mejores cambios, y se mantiene vigilante del proceso de transición, ha dejado de cumplir con la parte referente al impulso de su propio proceso de democratización, que conlleva necesariamente, la construcción de una nueva ciudadanía participativa y autogestora.
Ahora bien, la cuarta premisa, ha caminado un proceso más accidentado, ya que las fuerzas desplazadas del poder, se han abigarrado en un turbio amasiato con las nuevas fuerzas gobernantes, compartimentando espacios de poder y decisión en posiciones importantísimas del nuevo gobierno, mimetizándose y adoptando un nuevo lenguaje político, obedeciendo a las viejas reglas de la tradición de obedecer al que manda, sin que ellos en su praxis, modifiquen su cultura, prácticas, formas y métodos de gobernar neo autoritarios.
Al mismo tiempo, estas fuerzas resisten, se oponen y a la vez buscan acuerdos, arrollados por la vorágine de los nuevos búfalos, sus diputados aprueban sin chistar cuanta iniciativa les mandan, eso sí, encareciendo tarifas y vendiendo sus almas al mejor postor. A pesar de ser favorecidos por la elección presidencial del año pasado, no atan ni desatan, el priato ha perdido el rumbo y de paso la brújula y por tanto, su lugar en la historia de la transición democrática oaxaqueña, con ellos, sus adláteres quedan sepultados también.
En lo que a la quinta premisa se refiere, ésta nació muerta desde un principio, desde que no se quiso entender o no se pudo comprender, que un gobierno plural y de composición, no es necesariamente un gobierno de coalición. Desde que se adoptó la política de las cuotas y los repartos estancos para los partidos, la burbuja política, los conservadores, los priistas, las ong´s, los amigos de los amigos, los líderes indígenas, entre otras. Se canceló la posibilidad de configurar y definir un gobierno de amplia coalición democrática, producto de un gran acuerdo o pacto, donde se definiera el rumbo político y orientación social del gobierno, su composición político administrativa y por tanto su viabilidad para sostener e impulsar un proceso de transición tan complejo como el oaxaqueño y garantizar la plena coordinación y estabilidad político administrativa, eficaz, eficiente y con servicios de calidad y calidez que debe brindar todo gobierno que se precie de democrático y lo mas importante, la gobernabilidad, con ello, vendría para todos la tranquilidad y la seguridad, acompañados de la paz y el progreso.
En fin, aun falta mucho por hacer y si el gobernador así lo intuye y lo decide, en un brusco golpe de timón, con toda la voluntad política que debe ser capaz quien tuvo tanto respaldo ciudadano, podría enderezar el rumbo, colocar a cada quien donde debe estar y sabe hacer mejor, reorientar el gobierno, correr a los incapaces y a los corruptos, castigar a los responsables del régimen anterior, causantes de las matanzas, la ingobernabilidad y los saqueos al erario público, recuperar la credibilidad y la esperanza de nuestro pueblo y preparar la continuidad del gobierno.
Hoy sólo puedo concluir después de este breve análisis, que a tres años, sumando los muchos logros y variados aciertos, sólo tenemos un régimen político de alternancia acotada y un proceso de transición estancado.
*Colaboración