Promueve policía de Oaxaca de Juárez prevención y proximidad social
JUCHITÁN, Oax., 31 de diciembre de 2015.- “Una limosna para este pobre viejo que ha dejado hijos para el año nuevo” es la estrofa de una rumba cubana que repiten una y otra vez, entre risas, un grupo de niños descalzos que recorren las calles de Cheguigo, en Juchitán, sur de Oaxaca.
Dos niños bailan siguiendo el ritmo de las chillonas voces, mientras el ruido de una cubeta y una cacerola intenta guiarlos. Los niños “huelus” (viejitos) despiden el año bailando de casa en casa disfrazados con exageración de adultos mayores, a cambio reciben unas monedas.
Los niños, bajo la complacencia de sus padres, se visten con la ropa vieja que tienen en sus casas y salen a la calle con máscaras para no ser reconocidos por sus vecinos, pero el griterío de los amigos los delata, son Diego y Leiber, los niños más traviesos y aventados del barrio.
La tranquilidad de los callejones se ve alterada por el ruidero, los adultos se asoman, riendo no salen del asombro. Al final de los bailes dan la cooperación, 5 pesos, porque son “huelus huiini” (viejitos pequeño). De la nada salen más niños, rodean a Diego y Leiber. Ríen desparpajados y como si fueran un club de fans, detrás de ellos los siguen por toda la Sección.
Pero no son los únicos que recurren a esta práctica para ganar dinero, algunos adultos hacen lo mismo. Martín, un joven muxe de la Séptima Sección de la ciudad se disfraza desde hace un par de años de “huela” durante la última semana del año para incrementar sus ingresos ante la falta de empleo.
“Llevo un par de años bailando, porque no hay trabajo y pues este es un mes para hacer algo de dinero. Llego a ganar en una semana más de 3 mil pesos, a veces más, depende de las horas que bailemos, en ocasiones desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche. Hay gente que nos da 100 pesos, otros sólo 10 pesos. La verdad es un aliviane ser huela”, comenta Martín mientras se quita la máscara para mitigar el calor.
Los tradicionales “huelus”, de acuerdo al profesor Tomás Chiñas Santiago , presidente de la organización Tona Taati, «El Viejo”, surgieron en el puerto de Veracruz, pero es en la zona ístmica zapoteca donde se transforma y tiene características que identifica a la cultura.
“Aquí se adopta y se adapta al incluir a la pareja con la vestimenta propia de esta bella región zapoteca. Originalmente el baile se ejecutaba al ritmo de una rumba cubana con coplas para pedir -una limosna para este pobre viejo que ha dejado hijos para el año nuevo…andando el muelle en el puerto, Veracruz, se llama María La O, hay chinita tiene rabia, por dios, el viejo se murió-”
Chiñas Santiago, analizando las coplas que se cantan durante el baile llegó a la conclusión que “María la O es una forma abreviada de «María de la O», nombre común en España y que ha aparecido en la música cubana, sobre todo en referencia a los negros o mulatas. Estaba destinada a ocupar un lugar de honor en la rumba”.
Además da de referencia que “El Sevillano cantaor Pepe el de la Matrona, en la canción Recuerdos de la Habana incluyó unas líneas de la rumba cubana llamada «El Maine» de Rosendo Ruiz, que sirvió de base para el baile de este tradicional personaje: Allá en el Maine/ hay una china que me espera/ se llama María la O/ ay Dios!/ esa china tiene rabia por Dios …”, analiza el cronista juchiteco.
Diego y Leiber no tienen idea que lo que bailan tiene referencias culturales y musicales de negros y mulatos, españoles y cubanos, sólo saben que así se despide el año en el barrio, bailando de casa en casa.
Pero los zapotecas del Istmo de Tehuantepec no sólo bailan, además queman el Año Viejo con los también llamados “huelus”, que no son más que monigotes hechos de ropa vieja rellenos de papel , aserrín y pirotecnia, que son quemados exactamente a las 12 de la noche en las calles.
Con este ritual los zapotecas queman lo malo del año.