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Confirma Fiscalía disparos en San Martín Mexicapan
Carlos Méndez / Quadratín
Oaxaca, Oax. 9 de junio de 2009 (Quadratín).- Casi aislada de las reclusas, Magdalena es vigilada de cerca por sus compañeras y compañeros del Penal de Ixcotel, quienes la observan solícitas, amables, por si algo se le ofrece.
Vestida de blusa azul con flores en color blanco y pantalón de mezclilla deslavado, y calzando unas sandalias pata de gallo, la profesora cruza el patio después de salir de su celda, la zona más aislada del penal.
Sin apenas maquillaje, sólo con las pestañas bañadas en rimel que agrandan sus ojos, por lo que su rostro contrasta con aquellas fotos de fin de cursos del Colegio Motolinía, donde laboraba a principios del año dos mil, cuando observaba la cámara entre coqueta, altiva y, literalmente, sin rubor. Eso sí, hoy como ayer, sigue con la sonrisa tatuada.
Con su esmerado arreglo parece que dejó su celda del segundo nivel del dormitorio femenil para irse a dar un paseo al patio central ambientado con música de banda.
A diferencia de otros internos, García Soto, identificada por las autoridades como la maestra del San Felipe, recibe ahí a sus familiares, amigos y a los padres de sus alumnos que acuden a visitarla de vez en cuando.
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Rufina Magdalena García Soto ingresó al penal el 30 de septiembre de 2007 y desde entonces ha estado asignada en casi todos los edificios del penal: el patio, las celdas para visita conyugal, y desde hace siete meses es integrante del área establecida para internas.
En esos días, recuerda, tenía prohibido todo, desde circular por el patio hasta la comunicación. Después, podía recibir a sus familiares en el gran espacio que representa el patio central del penal, lugar que eligió para hablar con Quadratín.
Sentenciada a 10 años de prisión por su presunta responsabilidad como cómplice de la violación del menor Luis Felipe González Valdez, alumno del centro preescolar Instituto San Felipe, no pierde oportunidad de negar su participación en el delito denunciado por la madre del menor, Leticia Valdés Martell.
Considera injusta su reclusión en la Penitenciaría Central, por considerarse un medio para atacar a los dueños del Colegio, de quienes reconoció su apoyo incondicional en estos momentos de pesadilla.
La injusticia no sólo me afecta a mí, sino a toda mi familia. Tengo miedo de que mi caso se siga politizando, manifestó
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De origen humilde, madre de dos jóvenes: Manuel de 18 años y Josué de 16, divorciada desde hace cuatro años del padre de sus hijos, manifiesta su desencanto por la labor de los medios de comunicación, a quienes critica con una sola medida:
Vendidos al mejor postor, además de abrogarse cargos de agentes del Ministerio Público, jueces y hasta de magistrados para enjuiciar y castigar a quien ellos creen culpable.
Asegura que todo lo dicho hasta ahora por los medios de información forma parte de un boom publicitario de cual Leticia Valdez Martell ha sabido sacar provecho y del que los medios de comunicación pasaron a formar parte (del caso) como la Santa Inquisición.
Ya más tranquila, advierte que la acusación en su contra pudo derivar de una ocasión en la que observó cómo la madre del menor presuntamente sostenía un romance con su chofer de quien no da nombre, a quien primero cacheteó e insultó para después abrazarlo y besarlo.
Narra que: una vez, a la salida, al menor se le olvidó un cuaderno, así que salí a dárselo, en ese momento escuché y observé como la madre del menor se decía de cosas con su chofer, por lo que frené mi carrera y me esperé a que terminara la discusión, luego de esto, ella (la madre del niño), se abrazó con el señor, de quien sé es o era el chofer, y se comenzaron a besar, fue en ese instante cuando me acerqué a darle el cuaderno y ella sabe que la vi.
Acusada por Valdés Martell de conducir a su hijo al salón de juegos para ser violado por el profesor Adán Salvador Pérez Ramírez y Hugo Gabriel Constantino García (cónyuge de la directora del Instituto), la educadora rechazó tajantemente esos hechos, pues explicó que en cada salón de clases participan más de dos maestras y nunca se quedan solas con los alumnos.
Además, precisó que muy pocas veces tuvo relación con la señora Valdés, porque su hijo faltaba mucho.
Incluso, sostuvo que en varias ocasiones la progenitora del menor la buscó a ella y al profesor de computación para que le dieran clases particulares debido a las constantes ausencias.
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Magdalena salió al patio del Penal poco después de las 11 de la mañana, con el cabello suelto, aún húmedo, acompañada de una interna a sus espaldas. A su paso, fue repartiendo miradas que tuvieron regreso, también hay besos, saludos y alguna frase al oído de otra reclusa que termina con una sonrisa cómplice.
Se mueve como si llegara a un restaurante de moda para tomar té de sabor exótico con un grupo de amigas que van a hablar de todo y de nada.
Su voz, actitud y semblante son los de una mujer que acaba de dar por terminado el fin de curso y no los de una acusada por sus presuntos nexos con pederastas.
Creo que la confianza en mí misma es algo que molesta, pero no entiendo por qué, dijo algo disgusta, prestando atención las dos quintetas que juegan basquetbol. Cuando habla, mueve su mano izquierda para acomodarse sus cabellos.
– ¿Cómo se siente tras casi dos años de reclusión?- se le inquiere
Responde primero con los ojos, que agranda, para aclarar con su voz que adentro, nadie me tratado mal, pero afuera, las autoridades estatales me robaron mi libertad.
Se decide por el área donde expenden tacos de arrachera y pollo asado para conversar, ahí donde un grupo de internos cose balones.
En el patio, algunos espacios se alquilan a los familiares hasta en 50 pesos, mientras que otros son gratis, pero en los primeros se reparten un puñado de internos.
Algunas internas se acercan unos pasos más allá para checar si la profesora desea algo. En esa zona están los reos e internas que no tienen visita, por lo que el aislamiento provoca un ambiente cordial, casi como de centro de reflexión.
La entrevistada baja el volumen de su voz para reforzar el ruido que genera la música y por sus gestos, parece que quiere hacer crecer sus orejas, pero tras moverse de un lado a otro, agacha la cabeza con resignación.
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Magdalena, la maestra del San Felipe, actualmente imparte educación secundaria a 30 internos por las mañanas y al medio día la educación primaria a 15 internas, además de colaborar en el programa de alfabetización de primaria y secundaria dirigido a la población penitenciaria.
Recuerda que desde su ingreso decidió que haría algo por ayudar a quienes como ella se encuentran recluidos en el penal.
Es así, cuenta, que opté por impartir clases primero a los internos que aun no concluyen su educación secundaria. Y es tal el éxito de su proyecto que ahora tendrán que crear otro grupo, pues la demanda es mucha.
Agrega que cuando fue trasladada al área de mujeres, propuso a sus compañeras de celda darles clases de primaria a quienes no la concluyeron o a aquéllas que no saben leer, ni escribir.
A cambio, algunas le enseñarían a coser, bordar o zurcir, para que también a ella se le hiciera más pasadero el tiempo.
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La profesora revela que al día de su detención cursaba la maestría en Sociolingüística, truncada por el proceso penal, pero eso no la amilana para seguir adelante y en un tiempo obtener su título de maestra, incluso desde dentro del propio penal.
Ya analizo algunos temas para mi tesis, entre ellos uno relacionado con los programas educativos aquí en el penal, sólo espero que se pueda dar y lograr eso, ya sea aquí o afuera, cuenta.
La profesora se muestra desconfiada de los impartidotes de justicia, a quienes aplica el refrán de: primero te encierro y después averiguo como dice es su caso.
Al igual que la propietaria del Instituto San Felipe, Yolanda León de Constantino, ella dice que el caso está plagado de errores y anomalías, pero puede más una mujer que hace un escándalo que el apegarse a la verdad.
Admite sentirse vilipendiada tras la campaña de difamación y calumnias en contra de ella.
Nunca hubo violación del niño. Se trata de una vil mentira de Leticia Valdés Martell, quien explota el caso para sacar provecho personal y económico, pues recuerdo que en algunas ocasiones dijo que quería entre seis y ocho millones de pesos para dejar de lado esto, asegura.
Se muestra recelosa de las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJ) quienes la trataron de lo peor, y ahora de los jueces, quienes sabedores de que se comete una injusticia la siguen avalando por el simple hecho de no asumir responsabilidades y por cuidar su chamba.
Recuerda que en una plática que sostuvo con algunos funcionarios de los juzgados, éstos le dijeron que todo está para que la absuelvan, pero puede más la presión de los medios y de la clase política que la verdad y justicia.
Hoy, en espera de la resolución a la apelación presentada por su defensa en contra de la sentencia, dice estar tranquila y confiada, aunque también no descarta la justicia ciega pues hay elecciones en un mes, y el año que entra son otras. Ya nos paso una vez, así que este asunto podría irse más hasta después del 2010.
Sin embargo, tan segura está de su inocencia, que dice, incluso el mismo padre del menor supuestamente violado le ha mandado decir por medio de amigos, que él sabe que en su contra se cometió una injusticia, y lamenta no poder hablar por temor a represalias por parte de su ex, porque es de armas tomar.
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La fortaleza que muestra se rompe cuando se habla de sus hijos. Magdalena llora y dice que son los más afectados por esto.
Primero tuvieron que enfrentar el divorcio de sus padres, y ahora esto, imagínese como les ha afectado.
Ellos son los que más me preocupan, incluso hace un mes, al salir del colegio, un grupo de personas que viajaban en una camioneta los detuvieron a la altura del módulo azul del Infonavit y les robaron todas sus pertenencias, no sin antes amenazarlos, narra con el rostro desquebrajado.
¿Presentaron denuncia?, se quiere saber
– No, para qué, si las mismas autoridades no van a hacer nada, mi hijo el mayor fue el primero en desistirse, pues está temeroso de que algo les suceda, pues los ladrones fueron muy claros en su amenaza.
Así, Magdalena García Soto, quien echó por tierra la versión de haber recibido una fuerte suma de dinero por parte de la dueña del San Felipe a cambio de estar presa, y quien también se negó a huir de Oaxaca pues se sabe inocente, espera ser declarada inocente luego de que los magistrados analicen la apelación de su caso, pero para eso tendrá que esperar al menos seis meses más o incluso hasta después del 2010.