Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
MÉXICO, DF. 30 de mayo de 2014 (Quadratín).- De cuerdo, no estamos en recesión, pero sí seguimos con un crecimiento insuficiente para recuperar lo perdido: en 2007 le ganamos a Haití, igual que en 2008, en 2009 caímos más que nadie y el “efecto rebote” nos hizo crecer cerca del 4 por ciento. Siempre que la caída es importante, en cualquier indicador hay un “efecto de rebote” que hace crecer, pero sin recuperar los niveles anteriores. Desde 2007 no hemos visto un crecimiento importante en la economía mexicana, porque mientras más caes, el rebote es más fuerte.
Desde 2007 enfrentamos saldos negativos en términos de crecimiento económico, inversión extranjera, combate a la pobreza -tres millones más de 2008 a 2010, más los que se acumularon a 2012-, déficit en materia de creación de empleos productivos, encubriendo el desempleo en una buena medida como “ocupación en el sector informal”, saldo de IED negativo, más si nos comparamos con Brasil, ausencia de política industrial y de desarrollo regional y una fuerte tendencia a la centralización, con campañas de desprestigio hacia los gobiernos y los congresos locales. Se profundizó la petrolización de las finanzas públicas –dos quintas partes de la recaudación-, la desigualdad, rezagos importantes en materia de desarrollo social, etcétera.
El crecimiento económico nos preocupa porque es un requisito básico para el desarrollo, para que haya que re distribuir. Para superar la desigualdad se necesita crecer, diseñar políticas redistributivas efectivas, descentralizar las políticas publicas y evitar el bullying centralista.
Por ello la deuda pública de las entidades federativas se ha duplicado desde 2006, alcanzando su nivel más alto en 2013, con más de 500 mil millones de pesos, deuda que tendrán que pagar las generaciones futuras, a menos que tengamos un crecimiento importante, y se redistribuyan mejor los recursos fiscales.
El PIBE de las entidades federativas, último dato de 2012, presenta situaciones complicadas, ya que aun presenta la información inconsistencias, por ejemplo Campeche sigue siendo el per cápita más alto, aunque ello no se refleja en el nivel de vida de los campechanos y sigue perdiendo con el efecto de las fórmulas de 2008, casi va como Tabasco.
Para crecer tenemos que revertir el hecho de que se concentre el potencial recaudatorio de los impuestos nacionales en un solo orden de gobierno. Tenemos una fuerte concentración del poder recaudatorio de los impuestos en un solo orden, el federal, y dependemos más que ninguna otra Nación de la recaudación proveniente de una sola materia prima, el petróleo, lo cual nos hace muy vulnerables. En suma aun tenemos un federalismo “centralizado”, incluso en mayor grado que en varios países unitarios.
Finalmente el porcentaje participable se estancó en 1995, quedando para las 32 entidades federativas alrededor del 22 por ciento de lo que se llama recaudación federal participable (rfp) y un poco más de 5 por ciento para los 2 445 municipios del País. La rfp no incluye todos los ingresos federales, como es el caso de los petroleros, sólo 85.31 por ciento de los derechos de hidrocarburos.
El de la descentralización fiscal es un tema pendiente en la agenda de reformas, requiriéndose en este caso, un replanteamiento integral. Por ello hoy es más importante la necesidad de una segunda Convención Nacional Hacendaria, y la revisión del Pacto Fiscal entre los tres órdenes de Gobierno, como elementos para iniciar las reformas pendientes, que consoliden un federalismo descentralizador, que impulsen un desarrollo desde las regiones y contribuyan al crecimiento económico que necesita el País.