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México y la semana aquimichú
Oaxaca, Oax. 15 de abril de 2013 (Quadratín).- Viendo lo que sucede en Europa donde los costos sociales de las políticas de ajuste centralizadas, el desempleo en primer lugar, las tendencias a la desintegración nacional como en España y la drástico de política de ajuste como en Chipre y Grecia, políticas que deprimen el mercado interno, abaten el crecimiento económico y trasladan todos el peso de la austeridad sobre las clases de menores ingresos, tienden a desaparecer a las clases medias y provocan crisis fiscales importantes en los gobiernos subnacionales. Antes les llamábamos políticas de choque, por ello se hace más necesario que la definición de la política económica nacional tenga un enfoque heterodoxo, sea producto del consenso de todos los sectores sociales y productivos, así como de todos los ordenes de Gobierno, para que la misma se convierta en el motor del crecimiento económico, ya que sólo creciendo a tasas muy superiores al crecimiento poblacional, podremos avanzar en el abatimiento de los desafíos de toda democracia moderna, esto es la desigualdad y la pobreza en general.
Antes de la crisis de 2009 y después, el crecimiento de la pobreza en México ha sido significativo. Recordemos como la CEPAL ha señalado que de 2008 a 2010, sólo en dos países de América Latina creció la pobreza y en dos la indigencia, esto es la pobreza extrema. México y Dominicana y México y Honduras respectivamente, a pesar de programas sociales en México, que seguramente evitaron que los indicadores negativos fueran mayores. En efecto esos dos años crecimos en tres millones de pobres, todos extremos según las cifras recabadas por la CEPAL, y recientemente por el Subsecretario de SEDESOL Javier Guerrero, quien mencionó como en 2011 y 2012 la pobreza ha seguido creciendo. Ese es el tamaño del reto.
Lo mismo pasa con las estructura nacional de la desigualdad, tema que abordamos en el Congreso Nacional de Economistas de 1977 cuando era Presidente del CNE Armando Labra.
Por ello en cada País se debe hacer un gran esfuerzo nacional para generar políticas de gasto público que impulsen el crecimiento, en base a la inversión que genere empleos productivos, permanentes y bien remunerados; elaborar indicadores adicionales que muestren los avances o insuficiencias de la política económica en base a esos indicadores sociales. Utilizando las técnicas novedosas y eficientes del Presupuesto base resultados, con indicadores de Desempeño, que reflejen lo anterior, así como la armonización contable.
Después del Gasto viene el diseño de la política de ingresos, no al revés como hemos hecho siempre, pero debe primero el Presupuesto que refleje lo que necesitamos y luego los ingresos para ver como lo financiamos.
Una reflexión importante para países como México, no olvidar que nuestra forma de Gobierno es la de un Federalismo Político y Fiscal, aunque en lo segundo nos hemos quedado cortos, quedándonos en un Federalismo Centralizado, que en algunos aspectos como el de la distribución de competencias fiscales, hemos llegado al extremo, lo que observamos si nos comparamos con los demás integrantes de la OCDE e incluso respecto a los países federales de América Latina. Imitar el centralismo de naciones como España, no es adecuado, veamos su fracaso y como cada día son mas fuertes las tendencias en ese País, a la dispersión y a la desintegración nacional, por ello crecen las voces que reclaman por un federalismo político y fiscal.
El centralismo es entrópico, en cambio el federalismo, al respetar los alcances de ambas autonomías la federal y las estatales- tiene a significar fortaleza, cohesión y crecimiento. Parte importante del estancamiento en que hemos vivido en los últimos años, se debe en mucho al centralismo, particularmente de la política fiscal. Ese es el problema central de las finanzas estatales y locales.
Un ejemplo lo tenemos con la deuda estatal, donde el papel central para fijar límites, regular su contratación y autorizar, es y debe ser de los congresos locales. El nivel federal controla la política monetaria y bancaria, por ahí si puede y debe actuar. Con todo tenemos hoy una oportunidad para avanzar, tanto en las reformas como en el federalismo fiscal.
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