Prosperidad Empresarial Compartida
MÉXICO, DF. 19 de mayo de 2014 (Quadratín).-A pesar de la avalancha informativa sobre el mal manejo fiscal, cómo se manejan las cosas en las entidades federativas, muchas de las prácticas nocivas, ni son generalizadas, ni son exclusivamente responsabilidad de las autoridades subnacionales, siendo el ejemplo más claro lo referente a la desconcentración de la educación básica y el status de quiebra de las finanzas de las entidades federativas.
La cuestión estructural de las relaciones fiscales entre el gobierno federal y los de las entidades y municipios, es parte central de lo anterior, así como la dependencia que se generó con la concentración de responsabilidades tributarias en el gobierno central, lo que ha hecho que muchos estados abandonen sus esfuerzos recaudatorios, sustituyan a los funcionarios fiscales empeñados en recaudar mejor y ejercer el gasto con responsabilidad y hayan contratado financieros, que al recurrir a la deuda pública, olvidando que ésta, tarde o temprano se paga, así sean nuestros nietos quienes lo hagan.
Veamos sólo como el plazo de pago de los más de 500 mil millones de pesos de la deuda subnacional, se han incrementado en los últimos tiempos, más en las entidades que “reestructuran”.
Hoy no son pocas las entidades con problemas estructurales en sus finanzas estatales, siendo clara la dependencia, respecto de las transferencias condicionadas y no condicionadas; que el potencial recaudatorio de sus fuentes de ingresos propios es limitado; además de que muchas dependencias u organismos federales no cumplen con su tributación, como sería el caso del impuesto sobre nóminas en educación básica. Que ahora tienen que pagar la amortización e intereses de la deuda que han heredado; algunas enfrentan serios problemas hacendarios por el financiamiento de la educación básica –problemas que ellos no generaron por cierto; que para tener acceso a recursos de programas federales tienen que aportar generalmente la mitad de los recursos –los llamados pari passus- que la mayoría no tienen; que para aportarlos en el caso del FONDEN, se han tenido que endeudar a través del FONAREC.
Pero el costo ha sido mayor, como se demostró con el planteamiento para crear un Fondo de Capitalidad para el DF, con las razones que sus autoridades hicieron patentes ante el Congreso, pero hay entidades que con toda razón se tienen que sentir afectadas por esta ola centralista, como sería el caso de los afectados por el cambio de fórmulas de distribución de las participaciones a partir de 2008, que hoy se distribuyen por el porcentaje de población domiciliada, en un proceso de transición. Gracias a la crisis de 2009, que hizo que las participaciones nominales fuesen inferiores a las de 2007, el tsunami presupuestario no ha terminado de llegar a entidades como Tabasco, Campeche, Chiapas, Nuevo León o el DF, entre otras, aunque ya algunas como la primera además de padecer lo que todas, que las participaciones pagadas apenas llegaron al nivel real de 2008, ha tenido una pérdida de casi 10 mil millones de pesos con relación al cambio de fórmulas, con una economía debilitada y un serio problema de empleo.
Algunas como Tabasco, Chiapas y Oaxaca, además han tenido fuertes costos por los desastres naturales, que han obligado a que sus escasos recursos disponibles, así como parte de su deuda sean sólo para aportar su parte para la reconstrucción.
Y ya no hablemos del gasto en educación básica y salud, los subsidios a la educación superior, los reintegros a los fondos de aportaciones y subsidios derivados de las auditorías que realiza la ASF, entre otras cosas por un deficiente diseño institucional de los Fondos.
Habrá que pensar en Fondos de Compensación que permitan por lo menos remontar los problemas presupuestarios mas urgentes de las entidades federativas y sus municipios, en un entorno de paz social.